sábado, 29 de septiembre de 2007

el hombre sentimental























El hombre sentimental
El necesita como un niño llegar y creer en esta verdad, la de que la belleza exterior no nos salva, por mucho que le trastoque, que la equivoquemos continuamente, por mucho que el orgullo le ofusque, él busca una encina fuerte y robusta como una madre, que no se tuerza, que se sostenga por sí misma, que le perdone siempre.
En la desposesión es donde él tiene su encanto, en la falta de apego y esa pureza parece aún mayor en nuestro recuerdo, pues le salva de su dependencia, de su apego al fin.
En cierto modo el hombre sentimental está perdido también porque resulta arrojado fuera de sí, la belleza no lo devuelve a sí, sino que lo disloca, por eso él vuelve a esa parte más firme de su naturaleza. Y su inspiración es genial para esta cosa también.
Sylphide se siente eternamente complacida.
Un hombre que no necesita demostrar nada a los demás con palabras altisonantes ni con su espada, que no necesita cantar como un gallo, que no pide más ternura que la
que él mismo es capaz de ofrecer, que no busca ni a una madre ni a una amiga en las mujeres, que no quiere refugiarse en los brazos del amor ni detrás de las faldas de las mujeres; un hombre que únicamente desea dar y recibir, sin prisas, sin ansiedad,
porque ha entregado toda su vida, todas sus energías, todas las luces de su mente y todos los músculos de su cuerpo a la atracción de la vida misma: ese tipo de hombre es un fenómeno verdaderamente rarísimo.



sylphides

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cassandra, light 'till down, come on in my kitchen
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