Demasiado humano, el daño en el amor
Me dijiste que esa chica era la “hija ¿de quién?”, como si tuviese más excusa que yo, en el fondo fue un golpe bajo porque yo ya no tengo padre, en verdad es un cobarde, es lo que yo veo, por su falta de comunicación hacia mí, pero sois vosotros los que os quedáis atrás y yo sigo adelante, esa es mi impresión en verdad.
A él le falta en verdad naturalidad en su expresión, el saber expresarse, sobre todo en sus sentimientos o en sus convicciones personales, a veces dice las cosas con un apasionamiento exagerado y otras no se inmuta o permanece neutro, tiene unas ideas predeterminadas y no quiere cambiarlas o juega conmigo a hacerme creer que tienen cierto valor.
El problema es que dejamos pasar las cosas sin reflexionar sobre ellas y tampoco se trata de confesarnos o de hacer limpieza interior pero ha venido la lluvia otra vez y parece que quiere coincidir con mi estado de ánimo, lo que se trata es de eso, de saber comunicar el plano emocional aunque sea crítico y de no avergonzarnos y de mostrarnos como somos.
No he vuelto a verle desde que crucé con él aquellas palabras de enfado y de disculpas, a veces él me recuerda a mi padre, porque a él también le costaba mucho comunicarse conmigo y decirme las palabras, no obstante él siempre quiso lo mejor para mí y me convenció de su nobleza no sólo ante mí sino ante la vida en general.
A él también le gustaba mucho el cambio continuo, el movimiento, no era dogmático en sus planteamientos, tenía un sentido ágil, versátil de la vida, no obstante conservaba sus principios morales, tal vez yo le di a él muchos problemas porque yo no podía alcanzar un destino para mí fiable y me rodeé de un halo de inseguridad hacia él, entre otras cosas porque su ambiente era cerrado en los diferentes intereses que defendía.
Por ello a veces no podíamos hablar ni ser totalmente sinceros y esto es lo que yo te quería decir a ti.
La guerra es el padre de todas las cosas como decía Heráclito pero también Platón decía que lo que movía al mundo era un único motor, el del amor.
sylphides
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