Medea pide compasión a su yo pasional (thymós) como a un amo implacable, pero en vano: «Conozco la maldad que voy a cometer, pero el thymós es mas fuerte que mis propósitos, el thymós, la raíz de las peores acciones del hombre.» Siglos después San Pablo va a decir algo semejante: «Hago el mal que no quiero y no hago el bien que quiero.» No habla de thymós sino de sark, de la carne. Da igual: se trata del mismo principio poderosísimo y devastador.
sylphides
lo dijo aomar:
a veces hacemos el mal que no queremos y no el bien que queremos porque todo está enredado.
Nuestros sueños de grandeza, nuestras pretensiones de libertad, se miran con desánimo sus tristes pies de barro.
un saludo
Nuestros sueños de grandeza, nuestras pretensiones de libertad, se miran con desánimo sus tristes pies de barro.
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