lunes, 10 de noviembre de 2008

Liberalismo clásico y neoliberalismo

Liberalismo clásico

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El Liberalismo clásico o primer liberalismo es un concepto usado para englobar las ideas políticas formuladas durante los siglos XVII y XVIII, contrarias al poder absoluto del Estado y su intervención en asuntos civiles, la autoridad excluyente de las iglesias, y cualquier privilegio político y social, con el objetivo de que el individuo pueda desarrollar sus capacidades individuales y su libertad en el ámbito político y religioso. Su base fundamental se encuentra en la doctrina de la ley natural, cuyo más representativo exponente es John Locke.

También recibe este nombre, aunque su ámbito es distinto, el liberalismo económico, teoría económica iniciada por Adam Smith (La riqueza de las naciones, 1776), especialmente por oposición a la escuela neoclásica de economía o marginalismo, de finales del siglo XIX.


















Características del pensamiento [editar]

Dotado de una alto grado de laicidad, ya que tanto los pensadores cristianos como aquellos que a partir del siglo XVIII adoptaron el ateísmo como postura frente a la religión, estaban vinculados a la Reforma Protestante de inicios del siglo XVI y a la reforma de la Iglesia Católica, con el consecuente alejamiento de la idea de Dios de los asuntos públicos. La religión pasa a ser un asunto privado, alejada de la moral y de la política, con la finalidad de favorecer la convivencia.

Sus bases racionales son el realismo y el empirismo, con mucha mayor atención, por lo tanto, a los cambios observados en los hechos, por lo que se distingue del idealismo y del deductivismo propios del racionalismo continental europeo, más tendente a formular verdades absolutas. Se trata de un racionalismo analítico, más que justificativo.

Su visión del hombre es realista, suponiéndole una motivación fundamentalmente egoísta en aras de la satisfacción del propio interés.

Dicho laicismo, empirismo y utilitarismo, propios del liberalismo clásico favorecen la convención más que la convicción, mediante un programa político basado en el consenso, por lo que considera la ley y la institución creaciones artificiales, evaluándolas por sus resultados y omitiendo su concordancia con cualquier principio trascendente.

Inicios [editar]

Nace en Inglaterra a mediados del siglo XVII, entre la guerra civil y la revolución de 1688, con la elaboración de argumentos contrarios a la monarquía absoluta y el poder eclesial y su pretensión de monopolio sobre la verdad religiosa.

Los primeros en manifestar estas posturas son los niveladores, pequeños propietarios disidentes del ejército de Oliver Cromwell, constituido en partido político en 1646. Sus ideas centrales hacían referencia a la comunidad política como un conjunto de personas libres que comparten los mismos derechos fundamentales, por lo que el gobierno tenía que basarse en el consentimiento de los gobernados. Como los gobernados son personas racionales, dicho ejercicio de gobierno no podía ser ni paternalista ni intervencionista, sus poderes, por lo tanto tenían que ser limitados, con una clara vocación de protección de los derechos individuales como la libertad de expresión, de religión, de asociación y de propiedad.

El factor religioso también jugó un importante papel en la formulación del liberalismo. En línea con lo anterior, se reclamaba tolerancia y libertad religiosa por parte de los sectores inconformistas fuera de la Iglesia de Inglaterra. Hasta ese momento, reinaba un compromiso doctrinal entre el calvinismo y el anglicanismo que permitió la nacionalización política, compromiso que proporcionó en la práctica una dinámica de tolerancia religiosa. Pero en el siglo XVII surgieron importantes discrepancias en el seno de la Iglesia de Inglaterra referentes a su tradicionalismo y autoritarismo, desembocando en el puritanismo, cuyas reclamaciones radicaban en la independencia eclesiástica y en una organización presbiteriana o asamblearia.

Autores cercanos al liberalismo [editar]

Precedentes [editar]

Siglo XVII. Inglaterra [editar]

Siglo XVIII. Francia [editar]

Siglo XVIII. Inglaterra [editar]

Siglo XVIII. Estados Unidos [editar]

Siglo XIX [editar]

Economistas [editar]







Neoliberalismo

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(Redirigido desde Neoliberal)

El término neoliberalismo, proviene de la abreviación de neoclassical liberalism (liberalismo neoclásico), es un neologismo que hace referencia a una política económica con énfasis tecnocrático y macroeconómico que considera contraproducente el excesivo intervencionismo estatal en materia social o en la economía y defiende el libre mercado capitalista como mejor garante del equilibrio institucional y el crecimiento económico de un país, salvo ante la presencia de las denominadas fallas del mercado.[1] Se suele considerar, erradamente, como una reaparición del liberalismo decimonónico, sin embargo al contrario de este no rechaza totalmente el intervencionismo estatal y además guarda una ambigüedad ideológica,[2] respondiendo más a su base teórica-técnica neoclásica.[3] Siendo una propuesta macroeconómica tiende a ser neutral con respecto a las libertades civiles.

Es usado con el fin de agrupar a un conjunto de ideologías y teorías económicas que promueven el fortalecimiento de la economía nacional (macroeconomía) y su entrada en el proceso globalizador a través de incentivos empresariales, que según sus críticos es susceptible de ser conducido en beneficio de intereses políticos más que a la economía de mercado propiamente dicha.[4] [5]

El término neoliberalismo es cuestionado por muchos economistas por no corresponder a ninguna escuela bien definida, ni siquiera a un modo especial de describir o interpretar las actividades económicas (aunque probablemente sí de explicarlas). Se trata de un término más bien político o ideológico, frecuentemente usado por los medios de comunicación y algunos intelectuales (véase: pensamiento único).













Historia [editar]

En teoría el neoliberalismo suele defender algunos conceptos filosóficos del viejo liberalismo clásico del siglo XIX como la iniciativa privada o la limitación del crecimiento del Estado, añadiendole generalmente elementos posteriores como el rol subsidiario del Estado desarrollado por los ordoliberales alemanes (que había puesto en marcha algunas de sus propuestas en el denominado Milagro alemán de posguerra), y en especial el monetarismo de la Escuela de Chicago, que desde mediados de los años 50 se convirtió en crítico opositor de las políticas de intervención económica que se adoptaban en todo el mundo, junto con aportaciones del enfoque macroeconómico keynesiano.

A finales de los años 70 estas teorías, ganaron amplia popularidad en el mundo académico y político por dar respuesta al fracaso del keynesianismo en la gestión de la crisis de 1973. En efecto, la aplicación de los preceptos keynesianos, no sólo no creaba empleo sino que además desató una epidemia inflacionaria mundial (estanflación, desafiando la Curva de Phillips) y creó unos déficit presupuestarios insostenibles: El nuevo escenario estanflacionario desafiaba los postulados keynesianos, para enfrentarlo se deberían efectivizar al mismo tiempo acciones antirecesivas y antiinflacionarias, algo nunca previsto en tal teoría.

La crítica de los autores, especialmente monetaristas, tenía tres vertientes:

  1. discutían el uso del aumento de la masa monetaria como instrumento para crear demanda agregada recomendando mantener fija dicha magnitud;

  2. desaconsejaban el uso de la política fiscal, especialmente el uso del constante déficit presupuestario, poniendo en duda el multiplicador keynesiano;

  3. y recomendaban una reducción en los gastos del Estado como única forma práctica de incrementar la demanda agregada.

La mayor parte de los aportes teóricos fueron rápidamente aceptados poniendo fin a la predominancia que el keynesianismo había la mayoría de escuelas de pensamiento económico desde los años 30. Tanto Margaret Thatcher como la administración de Reagan pusieron en práctica estas teorías con resultados desiguales. En el Reino Unido, se realizó una fuerte reducción en el tamaño del sector público que, si bien tuvo consecuencias negativas en el corto plazo en el terreno social, reactivó la economía y dio una gran dinamismo al sector productivo. En los Estados Unidos, similares medidas chocaron con el aparato político y la vocación militarista del entorno de Reagan por lo que solo se logró crear un gran déficit fiscal (las iniciativas de reducción de impuestos prosperaron pero no las de control del gasto social o del gasto militar -gasto público-que eran las principales partidas).

Se aprecia en la dictadura militar de Augusto Pinochet en Chile, posterior al fracaso de su gestión desarrollista-militarista de la primera parte de su gobierno, un modelo económico monetarista con algunos rasgos keynesianos, siendo estos manejados por su equipo de economistas, los Chicago Boys. Estos serían vitales para la reestructuración económica de Chile marcadas por las crisis mundiales y la nacionalización del cobre, es el llamado Milagro de Chile, mientras en los países de la región latinoamericana colapsaban las aplicaciones del modelo cepalino desarrollista y se experimentaba la crisis de la deuda externa produciendo la denominada Década perdida.

De estas experiencias y de las dificultades para aplicar esas políticas a países en desarrollo, surge una versión keynesiana con inclinación monetarista que incorporaba la aversión al déficit y a la fabricación de dinero pero no al concepto de intervención pública en la economía (ej. Consenso de Washington, término acuñado en 1989 por el economista John Williamson para referirse al tipo de políticas fiscales y monetarias recomendadas para los países en desarrollo por los organismos con sede en Washington Banco Mundial, FMI y Tesoro estadounidense, entre otros).

Por ello se lo relaciona con la tecnocracia de los organismos públicos internacionales, debido a que sus políticas son principalmente impulsadas desde el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional (FMI), organismos que no dependen de las Naciones Unidas y están por ello exentos del control directo de la comunidad internacional de países y a los que en ocasiones se acusa de ejercer presión política y extorsión. En la práctica, estas políticas toman como modelo de economía (salvo en lo referente al proteccionismo) a la estadounidense (véase: sistema americano, capitalismo democrático).[6]

El neoliberalismo, como política tecnocrática y macroeconómica (y no propiamente filosófica), tiene una dimensión geopolítica mercantilista ajena en la práctica al liberalismo económico propiamente dicho, es decir el neoliberalismo no es necesariamente sinónimo de mercado libre -sin trabas burocráticas ni privilegios sectoriales-, razón que explicaría que sea asociado al corporativismo internacional.


















Características [editar]

Las políticas macroeconómicas recomendadas por teóricos o ideólogos neoliberales (en principio recomendaciones a países tanto industrializados como en desarrollo) incluyen:

  • Políticas monetarias restrictivas: (aumentar tasas de interés o reducir la oferta de dinero). Con ello disminuye la inflación y se reduce el riesgo de una devaluación. No obstante con ello se inhibe el crecimiento económico ya que se disminuye el flujo de exportaciones y se perpetúa el nivel de deuda interna y externa denominada en monedas extranjeras. Así mismo, se evitan los llamados ciclos del mercado.

  • Políticas fiscales restrictivas: (aumentar los impuestos sobre el consumo y reducir los impuestos sobre la producción y la renta; eliminar regímenes especiales; disminuir el gasto público). Con ello se supone que se incentiva la inversión, se sanean las finanzas públicas y se fortalece la efectividad del Estado. No obstante no se distingue entre los niveles de ingreso de los contribuyentes, donde unos puede pagar más impuestos que otros, y se grava a las mayorías mientras que se exime a las minorías, deprimiéndose así la demanda, si bien se busque apoyar la oferta, buscando el bienestar de toda la sociedad. Tampoco se reconoce que el gasto público es necesario, tanto para el crecimiento como para el desarrollo (comparar históricamente ejemplos de países industrializados); para la protección de sectores vulnerables de la economía y la población; y para la estabilidad social y económica en general.

  • Liberalización: Tanto la liberalización para el comercio como para las inversiones se supone que incentivan tanto el crecimiento como la distribución de la riqueza, al permitir 1.- una participación más amplia de agentes en el mercado (sin monopolios u oligopolios), 2.- la generación de economías de escala (mayor productividad), 3.- el aprovechamiento de ventajas competitivas relativas (mano de obra barata, por ejemplo), 4.- el abaratamiento de bienes y servicios (al reducirse costos de transportación y del proteccionismo), y 5.- el aumento en los niveles de consumo y el bienestar derivado de ello (en general aumento de la oferta y la demanda en un contexto de “libre” mercado, con situaciones de equilibrio e utilidades marginales).

  • Privatización: Se considera que los agentes privados tienden a ser más productivos y eficientes que los públicos y que el Estado debe adelgazarse para ser más eficiente y permitir que el sector privado sea el encargado de la generación de riqueza.

  • Desregulación: Se considera que demasiadas reglas y leyes inhiben la actividad económica y que su reducción a un mínimo necesario (sobre todo la garantización del régimen de propiedad y de la seguridad) propician un mayor dinamismo de los agentes económicos.

En todos los casos, los teóricos denominados neoliberales afirman que la mejor manera de alcanzar la distribución de la riqueza y el bienestar de los individuos es mediante un crecimiento total del producto, que por su propia dinámica permea al total de los integrantes de la sociedad (la llamada trickle down policy ); como liberales promueven "mediante el beneficio individual, alcanzar el beneficio de toda la sociedad".

Usos del término














Uso izquierdista [editar]

Los detractores del capitalismo (socialistas, comunistas, etc.) así como algunos críticos del mercado libre (proteccionistas, postkeynesianos, Nueva economía internacional) suelen usar el concepto de forma peyorativa como una generalización sobre cualquier posición que ponga límites a la intervención de los Estados en la economía. Sectores sindicales lo usan así mismo como epíteto frente a las intenciones de recortar sus prebendas gremiales.

El término neoliberalismo ha sido usado frecuentemente como chivo expiatorio en la propaganda anticapitalista o antiliberal (véase: ideoléxico), al igual que el término globalización en algunos países del primer mundo (antiglobalización), o como lo fue el término "capitalismo" o "burguesía" en la terminología marxista de antaño.[7]

Los proteccionistas sostienen que lo que ellos denominan "neoliberalismo", que más bien es la apertura a los mercados internacionales de la globalización, multiplica dramáticamente el impacto de las crisis de confianza, culpabilizándolo del alcance a escala más o menos global de la crisis ocurridas entre 1990 y 2008 (ponen de ejemplo el Efecto Tequila de 1994). Así también partidarios del asistencialismo gubernamental bajo el nombre de "neoliberalismo" señalan las políticas de control del gasto público, a las que les adjudican los problemas crecientes de tensión, exclusión y violencia social en determinados países.[8]

En América Latina por ejemplo es común identificar el término neoliberal con las recomendaciones del Consenso de Washington, aunque a nivel académico sea bastante erróneo relacionarlas con las medidas de mercado abierto (oferta y demanda).

Uso liberal [editar]

Originalmente la teoría que limitaba el poder del Estado y entregaba la economía a los agentes privados era el liberalismo, y hasta bien entrado el siglo XX los partidarios de estas ideas siguieron siendo llamados liberales. Sin embargo, la crisis de 1929, el New Deal, el auge del keynesianismo, el incremento del gasto público y el rol del Estado en occidente, condujeron a que el "liberalismo" modificado y adoptado por diversos gobiernos de la década de los 80' recibiese otro nombre, siendo este el de neoliberalismo.

Con neoliberalismo no se está haciendo alusión a una teoría política o económica en particular, sino más bien se está refiriendo a una generalización de escuelas y teorías económicas (muchas veces opuestas entre si), por lo que resulta algo complejo compararlo con el liberalismo ortodoxo. Mientras el antiguo concepto de liberalismo resulta más claro de limitar.

Para resumir el liberalismo sostiene filosóficamente, generalizando, derechos individuales, libertad económica y Estado de Derecho, que se traducen en política públicas en,

  • En política económica internacional: el énfasis en la libre circulación de los capitales (ya que el libre comercio es común a todas las teorías liberales) y en la libertad de circulación de personas. Quienes apoyan la posición liberal argumentan que el libre flujo de las inversiones resultante y la movilidad de personas favorece a los países pobres, que reciben aportes de capital de los países ricos, y los países ricos se benefician de la oferta material y laboral de los países pobres.

  • En política económica interna: la mínima intromisión de los gobiernos en los mercados (como el laboral), la privatización de las empresas públicas y el desmantelamiento del Estado Benefactor para que el costo de su ineficiencia no sea traspasado a los ciudadanos.

Los defensores del liberalismo político y económico, especialmente el asociado al liberalismo clásico y el liberalismo libertario (ej. minarquismo) sostienen al menos dos opiniones en general al respecto del neoliberalismo:

  • Rechazan el uso izquierdista del término neoliberalismo como una etiqueta falaz usada por algunos sectores de izquierda y de centro (e incluso de derecha) para descalificar sumariamente a sus adversarios políticos.

  • Opinan que la reducción del Estado debe ser real hasta limitarlo a lo completamente imprescindible, siguiendo los principios liberales clásicos y no los "neoliberales". Esto para evitar el mercantilismo empresarial y político o la entrega de preferencias a grupos de presión, multinacionales, o al poder político.[9]

Para algunos liberales clásicos, como por ejemplo los liberales libertarios, el neoliberalismo puede caer fácilmente en mercantilismo empresarial o "socialismo para ricos" o "capitalismo corporativista" debido a que preserva el intervencionismo en materia monetaria y de comercio exterior, además de reservarse la facultad de intervenir el sector privado con dinero público en tiempos de crisis (privatizar ganancias y socializar pérdidas), en contradicción con los postulados liberales.[10] Así también señalan que no se puede considerar liberalización o privatización a la práctica del Estado de despojarse de cierta participación estatal de una empresa semi–privada o introducir a dedo otras empresas en un sector considerado monopolístico, pero manteniendo siempre su control gubernamental e incluso una política de subvenciones.[11] [12]

El austrolibertarismo por su parte es especialmente crítico de la economía neoclásica: los trabajos de la Escuela Austríaca de Economía, basados en los de Friedrich Hayek, Ludwig von Mises, Carl Menger, entre otros, discrepan tanto con el keynesianismo como del monetarismo asociado comúnmente al denominado neoliberalismo. La TACE por ejemplo considera a ambos los responsables de no preveer y de profundizar con sus medidas a las crisis económicas desde 1927 hasta la actualidad (2008).[13]

De igual forma los liberales rechazan a los organismo internacionales o públicos supraestatales (FMI, OMC, BM, etc.) debido a que los consideran "monstruos burocráticos, intervencionistas e inútiles".

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