Te dejo aqui esto que me has hecho buscar y sacar de tu texto, a la vez que aprender.
Y tambien porque puede ser una oportuna solución para la terquedad de ambos.
Desde luego los tauros es que tardais en decidiros, pero despues por eso sois firmes.
Pero este año ademas estáis como si disfrutáseis de enseñar vuestra sabiduría a los demás. Y es por eso que parecéis más tercos, pero es sólo un juego, ¿verdad?
Y tambien porque puede ser una oportuna solución para la terquedad de ambos.
Desde luego los tauros es que tardais en decidiros, pero despues por eso sois firmes.
Pero este año ademas estáis como si disfrutáseis de enseñar vuestra sabiduría a los demás. Y es por eso que parecéis más tercos, pero es sólo un juego, ¿verdad?
Oxímoron
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En retórica, el oxímoron (del griego ὀξύμωρον, oxymoron), dentro de las figuras literarias, es una de las figuras lógicas. Consiste en armonizar dos conceptos opuestos en una sola expresión, formando así un tercer concepto, cuyo significado se desprende de su interpretación lógica. Para su denominación se utiliza también el latinismo contradictio in terminis.
Dado que el sentido literal de un oxímoron es absurdo (por ejemplo, «un instante eterno»), se fuerza al lector a buscar un sentido metafórico (en este caso: un instante que, por la intensidad de lo vivido durante el mismo, hace perder el sentido del tiempo).
El recurso a esta figura retórica es muy frecuente en la poesía mística y en la poesía amorosa, por considerarse que la experiencia de Dios o del amor trasciende todas las antinomias mundanas.
Ejemplos:
«Vista ciega, luz oscura, / gloria triste, vida muerta» (Rodrigo Cota de Maguaque, m. 1498).
«Lo fugitivo permanece y dura» (Francisco de Quevedo, 1580-1645).
«Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente...» (Quevedo).
«En la figura que se llama oximoron, se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de una luz oscura; los alquimistas, de un sol negro», El zahir de Jorge Luis Borges).
«Beatriz era alta, frágil, muy ligeramente inclinada; había en su andar (si el oxímoron es tolerable) una como graciosa torpeza, un principio de éxtasis» (El aleph, de Borges).
«Placeres espantosos y dulzuras horrendas» (Baudelaire).
«Mis libros están llenos de vacíos» (Augusto Monterroso, 1921-2003).
«El fusilado que vive» (Operación Masacre de Rodolfo Walsh).
«¡Qué confusión, qué dicha, qué dolor!» (El primer amor, de Pablo Milanés).
«Hill Valley» (en castellano: ‘Valle Colina’, topónimo inventado en la trilogía Regreso al Futuro).
«Realidad virtual».
«La Paz es la Guerra» (1984, de George Orwell).
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En retórica, el oxímoron (del griego ὀξύμωρον, oxymoron), dentro de las figuras literarias, es una de las figuras lógicas. Consiste en armonizar dos conceptos opuestos en una sola expresión, formando así un tercer concepto, cuyo significado se desprende de su interpretación lógica. Para su denominación se utiliza también el latinismo contradictio in terminis.
Dado que el sentido literal de un oxímoron es absurdo (por ejemplo, «un instante eterno»), se fuerza al lector a buscar un sentido metafórico (en este caso: un instante que, por la intensidad de lo vivido durante el mismo, hace perder el sentido del tiempo).
El recurso a esta figura retórica es muy frecuente en la poesía mística y en la poesía amorosa, por considerarse que la experiencia de Dios o del amor trasciende todas las antinomias mundanas.
Ejemplos:
«Vista ciega, luz oscura, / gloria triste, vida muerta» (Rodrigo Cota de Maguaque, m. 1498).
«Lo fugitivo permanece y dura» (Francisco de Quevedo, 1580-1645).
«Es hielo abrasador, es fuego helado, es herida que duele y no se siente...» (Quevedo).
«En la figura que se llama oximoron, se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de una luz oscura; los alquimistas, de un sol negro», El zahir de Jorge Luis Borges).
«Beatriz era alta, frágil, muy ligeramente inclinada; había en su andar (si el oxímoron es tolerable) una como graciosa torpeza, un principio de éxtasis» (El aleph, de Borges).
«Placeres espantosos y dulzuras horrendas» (Baudelaire).
«Mis libros están llenos de vacíos» (Augusto Monterroso, 1921-2003).
«El fusilado que vive» (Operación Masacre de Rodolfo Walsh).
«¡Qué confusión, qué dicha, qué dolor!» (El primer amor, de Pablo Milanés).
«Hill Valley» (en castellano: ‘Valle Colina’, topónimo inventado en la trilogía Regreso al Futuro).
«Realidad virtual».
«La Paz es la Guerra» (1984, de George Orwell).
1 comentario:
Noches hubo en que me creí tan seguro de poder olvidarla que voluntariamente la recordaba. Lo cierto es que abusé de esos ratos; darles principio resultaba más fácil que darles fin
Jo, me encantó el Zahir. La verdad es que todos los relatos del Aleph son muy buenos pero el Zahir y el Aleph me llamaron más la atención
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