Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o abatirme!
¡No pudo ser!
Tú eras el Océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡Tenías que romperte o que arrancarme!
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
una a arrollar, el otro a no ceder,
la senda estrecha, inevitable el choque.
¡No pudo ser!
~
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro amor,
yo digo aún: “¿Por qué callé aquel día?”
y ella dirá: “¿Por qué no lloré yo?”
~
Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o abatirme!
¡No pudo ser!
Tú eras el Océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡Tenías que romperte o que arrancarme!
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
una a arrollar, el otro a no ceder,
la senda estrecha, inevitable el choque.
¡No pudo ser!
~
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro amor,
yo digo aún: “¿Por qué callé aquel día?”
y ella dirá: “¿Por qué no lloré yo?”
~
Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas
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