viernes, 20 de agosto de 2010

Yago y Otelo, de Shakespeare

Resumen de la obra

Otelo y Desdémona por Muñoz Degrain, pintura de 1881.

[editar]Primer acto

Están Yago y Rodrigo; éste, enamorado de Desdémona, se ha dejado explotar por Yago, que le promete maneras de acercarse a su amada, sin conseguirle nada, lo que Rodrigo le reprocha en ese momento. Yago, a su vez, está furioso con Otelo, porque no le ha nombrado su lugarteniente a él, sino a Casio. Rodrigo avisa a Brabancio, padre de Desdémona, de que ésta se ha escapado con Otelo. En otro lugar, poco después, Yago cuenta a Otelo que ha estado varias veces a punto de matar a Rodrigo porque éste hablaba mal de Otelo. Llega Casio para llamar a Otelo ante el Senado veneciano para que reciba el mando de una expedición a Chipre contra los turcos. Estando allí, Brabancio le acusa de seducir engañosamente a su hija, pero Otelo cuenta toda su historia y hace llamar a Desdémona para que declare si no le sigue por su voluntad. Yago, después, incita a Rodrigo a reunir dinero y a seguir a Otelo para conseguir a Desdémona, cuando ésta se canse de su "moro", según afirma él que es inevitable.

[editar]Segundo acto

En Chipre, una tormenta ha destruido la flota turca antes de que los venecianos combatieran contra ella. Casio ha desembarcado ya; aparece la nave de Otelo, también esperada por Desdémona, Yago, Rodrigo y la mujer de Yago (Emilia), llegados antes en otra nave. Entre todos ellos se forma una conversación un tanto desvergonzada en sus alusiones nupciales. Aparece Otelo y se va con Desdémona. Yago convence a Rodrigo de que Desdémona, en realidad, está enamorada de Casio, y le incita a provocar a éste para que le quiten su puesto de lugarteniente de Otelo. Chipre está en fiestas: Yago quiere hacer beber a Casio, quien se marcha, pero vuelve con otros (entre ellos, Montano) que ya han conseguido que beba, y se va otra vez. Yago manda a Rodrigo provocar a Casio, que vuelve persiguiendo a Rodrigo. Casio, en lucha, hiere a Montano, que le quería retener. Aparece Otelo, para saber qué riñas son ésas. Las hipócritas declaraciones de Yago contribuyen a que despida a Casio de su puesto de lugarteniente suyo. Quedan solos Yago y Casio; Yago le convence para que apele a Desdémona, y luego (ya solo) decide que Emilia también ayude a Casio en esa .

[editar]Tercer acto

Yago va a buscar a Emilia para que Casio hable con ella sobre cómo ver a Desdémona. Casio se entrevista con Desdémona, encargándole que interceda ante Otelo para recuperar su puesto de lugarteniente. Se está despidiendo cuando llega Otelo y le ve irse. Desdémona intercede por Casio ante Otelo, pero éste aplaza el asunto. Yago suscita celos en Otelo, a propósito de esa visita de Casio. Vuelve Desdémona, y encuentra perplejo a Otelo. Se le cae el pañuelo que le había regalado Otelo, con quien se va. Emilia recoge el pañuelo. Yago lo ve al llegar y se lo pide, para dejarlo caer luego en el cuarto de Casio. Vuelve Otelo, ya del todo celoso. Yago le dice que, aunque no pueda ahora probar sus celos, están bien fundados, y le promete pruebas. Desdémona, con Emilia, va a buscar a Casio. Aparece Otelo: Desdémona le dice que ha mandado llamar a Casio para que hable con él. Otelo le pide el pañuelo que, según Yago, habría regalado ella a Casio. Como Desdémona no lo tiene, se va, furioso. Entran Yago y Casio; éste habla con Desdémona sobre la inutilidad de sus intentos de mediación. Casio, que tiene el pañuelo de Desdémona (sin saber que es de ella, por haberlo encontrado en su cuarto, dejado allí por Yago), se lo da a una mujer con quien tiene amores, Blanca.

[editar]Cuarto acto

Yago, con insinuaciones, aumenta los celos de Otelo, quien sufre un ataque. Yago hace que Otelo se esconda para observar su conversación con Casio, llevada por él malignamente. En realidad, habla con Blanca, pero de modo que Otelo piense que se refiere a Desdémona. Blanca entra entonces y devuelve el pañuelo de Desdémona a Casio, quien se va con ella. Otelo queda convencido al ver el pañuelo: Yago impide que se incline a la compasión y al perdón, y le incita a estrangular a Desdémona. Entra Ludovico, de Venecia, primo de Desdémona, con una carta en que ordenan a Otelo volver a Venecia, dejando a Casio al mando de la flota. Otelo abofetea a Desdémona, ya entregado a sus celos, y le dice que se retire. Ludovico piensa que se ha vuelto loco. Otelo habla de sus celos con Emilia, quien niega toda culpa por parte de Desdémona. Entra ésta, y también rechaza toda sospecha de Otelo. Él se va, y Yago le dice a Emilia que la excitación de Otelo está causada por sus responsabilidades de mando. Se queda solo Yago, y entra Rodrigo, quien le reclama que cumpla su promesa de conseguirle ver a Desdémona, a cambio de lo cual le había dado joyas. Yago le persuade para que mate a Casio, ya que así no se podrá marchar Otelo, llevándose a Desdémona. Luego, en una escena entre Emilia y Desdémona, ésta canta la famosa canción del sauce, de tristes presagios.y acepta su desvelo

[editar]Quinto acto

Yago acompaña a Rodrigo, situándole al acecho para que mate a Casio, pero éste hiere a Rodrigo, aunque es herido por la espalda por Yago. Entra Otelo y alaba a Yago, creyendo que ha herido a Casio en atención a él mismo y a sus celos. Quedan gimiendo Casio y Rodrigo, éste moribundo, aquél herido. Aparece Ludovico, con Graciano, pero no se atreve a acercarse. Entra Yago, en camisa, como si se hubiera acostado ya. Casio le dice que Rodrigo le ha herido, sin saber que es el mismo Yago quien lo ha hecho. Yago remata a Rodrigo para que no descubra su intriga. Llega Blanca, y se llevan herido a Casio, quien declara no conocer al hombre ya muerto (Rodrigo) que le atacó. Yago hace que le retiren. Llega Emilia, ante la cual Yago echa la culpa de la pelea a Blanca. En la alcoba de Desdémona, entra Otelo con una luz y la despierta. Otelo la acusa de infidelidad y, a pesar de sus negativas, la estrangula. Antes de que muera, entra Emilia para contar la riña en que fue herido Casio, pero la interrumpen los gritos finales de Desdémona ("¡injustamente asesinada!... Muero con muerte inocente"), la cual, sin embargo, muere sin acusar a Otelo. Éste declara a Emilia haberla matado y explica su motivo, la imaginada infidelidad. Emilia defiende la inocencia de Desdémona y, al saber que todo se basa en el testimonio de su marido, Yago, afirma que éste miente, y cuando le ve aparecer, junto con Montano y Graciano, le emplaza a que diga la verdad. Emilia aclara la historia del pañuelo perdido; Yago la mata entonces, furioso de que le descubra en sus intrigas. Entonces hacen prisionero a Yago, y traen también a Casio, herido, para que se aclare todo. Otelo, desesperado, hiere a Yago y se da muerte a sí mismo.

En una primera instancia, tenemos al enfurecido padre de Desdémona, incapaz de aceptar que su delicada hija se haya liado con un guerrero como Othello. La intriga de amor entre Othello y Desdémona ha sido descubierta por sugerencia de Yago a través de Roderigo (un pobre tonto enamorado de Desdémona). Yago pareciera no perseguir otro fin más que molestar o perjudicar a Othello, de quien se siente resentido por deberle un respeto por jerarquía que siente injusto. Posiblemente Roderigo crea ingenuamente que tiene alguna chance con Desdémona si el amor que siente por Othello se malogra. Tal vez por eso se deja guiar por los malos consejos de Yago.



Brabancio acusa a Othello de apoderarse de Desdémona de manera ilícita. Othello incita a Desdémona a declarar frente al Duque. Othello, admirado por su desempeño como guerrero al servicio de Venecia, triunfa sobre esa acusación, legitimando su amor con Desdémona, quien declara haberse enamorado de Othello en buena ley. Brabancio, entonces, rechaza a su hija y ya no volverá a intervenir en la obra.



Las verdaderas razones por las que Yago odia a Othello no se hacen explícitas. Lo cierto es que Yago odia a Othello. Probablemente porque Othello eligió como teniente suyo a Casio en su lugar. Es decir que tal vez el asunto del odio de Yago por Othello se reduzca a un acto de venganza (producida por los celos), aunque opino que el asunto es bastante más complejo y que las verdaderas razones por las que Yago odia a Othello no pueden saberse. Tal vez Yago no puede soportar que, en su fuero interno, el encumbrado guerrero Othello deje de serlo y por eso necesita aniquilarlo por completo. Tal vez Yago odia a Othello porque sí y las razones son improvisadas sobre la marcha.



La voluntad destructora de Yago se infla de una pasión degenerada. La destrucción moral de Othello parece ser lo único que le interesa. Así que el esplendor de un Othello grandioso y doblemente triunfal (Othello ha triunfado como guerrero y ha triunfado en el amor) comienza a empañarse rápidamente cuando Yago convence a Othello de que Desdémona le es infiel con Casio. La acusación es hecha con una astucia diabólicamente admirable. Tanto es así que progresivamente vamos asistiendo a la paulatina desmoralización de Othello, reducido a una sombra de lo que era.



Harold Bloom apunta que el choque dramático de Othello consiste en que nos deleitamos con el triunfalismo exuberante de Yago a la vez que tememos las consecuencias de su villanía.

En verdad Yago es el verdadero protagonista de esta historia. Nos repugnan sus designios, pero no podemos evitar su hechizo.



El argumento se completa con el desenlace trágico: Othello asesina a Desdémona. Emila, la esposa de Yago, denuncia a su marido, quien ha estado acusando falsamente a Desdémona. Yago asesina a su propia esposa, por haberle delatado. Una vez descubierto el engaño, Othello se suicida. Ridiculizado ante sí mismo, implora que, después de muerto, nadie le exima de su culpa.



Pienso que la tragedia de Othello es un despliegue de sadismo por parte de Yago, un personaje nefasto que se deleita con la decadencia de un héroe. Pienso que lo terrible de esta obra no es solamente la exposición de los estragos que los celos ocasionan en el alma, sino lo psicológicamente cerca que estamos de Yago. La verdadera tragedia es la de la inteligencia y la astucia puesta al servicio del mal. Los buenos en esta historia no alcanzan la heroicidad. A fin de cuentas, se trata de una historia que incluye un villano terrible y que carece de héroes. Othello podría haber ocupado ese puesto, pero le vemos corromperse cada vez más, hasta un límite repugnante. La obra también podría haber sido la historia del triunfo del mal si las cosas le hubieran salido bien a Yago, pero incluso Yago es puesto en ridículo sobre el final. ¿Entonces que nos queda? Pues, nada. Puro nihilismo. Los frutos amargos que engendra toda pasión degenerada.



Bueno sería que, luego de Othello, cayéramos en la cuenta de la necesidad de una manera más sabia de administrar las emociones.


El pérfido Yago

El espíritu amoroso de Otelo se ve sacudido y manipulado por su estimado Yago (interpretado por el actor Carlos Corona), personaje que se hace pasar por un hombre justo, respetable y honrado, pero que en el fondo su único objetivo es maquinar una serie de intrigas para satisfacer así su propia venganza.

Para Corona, las motivaciones de Yago, “además de las que se insinúan o detectan en el texto de Shakespeare, como la sospecha del propio Yago de que su esposa Emilia lo haya engañado con Otelo o porque no le reconocen sus méritos y no le ofrecieron el puesto de teniente, el cual Otelo se lo da a Casio; a Yago creemos que lo que lo motiva es una profunda decepción que tiene que ver con el desprecio que él siente por toda la falsedad que se vive en Venecia.

“Yago por el único que siente respeto es por Otelo, pero cree (Yago), que haberle dado el puesto a Casio es como los panistas cuando ven que su presidente Calderón pacta con Elba Esther (Gordillo) o cuando los perredistas ven cómo López Obrador pacta con priístas en Chiapas”, comentó Corona.

Todo lo que está haciendo Yago es probar una idea, dice Corona: “que el mundo se divide en imbéciles y villanos, en otras palabras, culeros. ‘Y lo voy a demostrar’, se propone. Y a éste que es el único que supuestamente tiene honor (Otelo), y de quien se siente profundamente decepcionado, lo voy a volver un imbécil. El caso es que lo consigue”.

Vitalidad de un texto clásico

Lo que se presenta “es un texto clásico, pero vital, en el sentido de que las distintas pasiones de los personajes, sus defectos y virtudes, y temas como la infidelidad, el racismo, el machismo y el maltrato a la mujer están vigentes y son reflejo del ser humano contemporáneo”. Eso, concluye Corona, “es lo que vuelve contemporáneo al montaje”.

Otello, el moro de Venecia, es un mercenario al servicio del gobierno de esa república destinado a Chipre, donde europeos y turcos luchan sin tregua por la dominación de la isla (conflicto que se extendió hasta el Siglo XX). En la cima de su gloria, el guerrero llega de detener a la poderosa armada turca y se presenta como vencedor y salvador del pueblo chipriota, que lo aclama con vítores y elogios de todo tipo.

Otello es, en general, un hombre sencillo. Es un guerrero, un hombre de honor, tosco, impetuoso y arrebatado, pero en esencia de buenos sentimientos.

Pero Iago tiene algo que el moro no; la inteligencia suprema de la maldad. La intriga de Iago es de tal magnitud y tan finamente planificada que hiere de muerte a Otello. Iago se encargará de mantener la herida abierta para poder torturarlo. Cambios diametrales en la personalidad de Otello se suceden durante el desarrollo de la obra, sobre el escenario. Antes era fuerte, ahora es básicamente débil; antes era recto, ahora es un criminal; antes era sano, ahora sufre desmayos y se muestra enfermo.

Cada una de las líneas de Iago es veneno en la sangre de Otello, que es sometido paso a paso a los tormentos más devastadores del alma humana; duda, ira, desesperanza, derrocamiento espiritual. Otello es la víctima suprema de la tragedia y de Iago.


A Iago se opone Desdémona, personaje angelical de suprema bondad y ternura, que, por no sospechar siquiera en la maldad ajena genera, sin saberlo, el fatal desenlace del argumento. Despojada Desdémona del Acto I y, por tanto, de su carácter guerrero y claramente sexual, la obra de Boito aviva estas características. Esto permite al libretista centrarse en lo fundamental, en Otello y sus fantasmas y en el celo enceguecedor que lo nubla en la decisión más sencilla posible, atraído por el mal encarnado, a un paso del bien encarnado.

Desdémona es una especie de espectro, un ser que eleva por sobre los demás, quintaesencia del amor, la pureza, la nobleza, la docilidad, la candidez y la castidad. Todos estos encantos se mezclan con su juventud y belleza para convertirla en la personificación más elevada de la perfección femenina. Pero el mundo de los hombres no es un lugar adecuado para un alma tan pura y perfecta y todo el peso del drama cae sobre ella; Desdémona estaba predestinada a morir, ése es su karma.


Pero Iago no es una especie de demonio con aspecto humano, no es el Mefistófeles de Boito, como comúnmente se lo ha entendido. Iago es esencialmente humano, su infamia lo es, a la vez que sus instintos. Iago es esbelto, atractivo, cordial y de apariencia tranquila y honesta. El único personaje que conoce su verdadera naturaleza es su mujer, Emilia, receptora de la ira de Iago en su forma más brutal.

Como buen actor, Iago tiene la capacidad de cambiar su apariencia y vestirse con la piel que requiera para cada ocasión. Cordial con Cassio, irónico con Rodrigo, respetuoso y humilde con Otello, servil con Desdémona, son todas facetas de un personaje macabro, brillante.

jueves, 19 de agosto de 2010

algunas opiniones autorizadas

A continuación pueden leer amplio listado de opiniones recientemente publicadas en la prensa escrita, general o especializada:

Robert Skidelsky: Consolidadotes y estimuladores

Xavier Sala i Martín: Vacaciones

Pedro Reques Velasco: Japón padece un declive demoeconómico

Jesús Herranz: “Ocupación” en facebook

Antonio Costas: ¿Quién tirará de la economía y el empleo?

Angel Laborda: Análisis comparativo de la deuda española

Carlos Sebastián: Debate macreoeconomíco

Paul Krugman: La ineficaz Reserva Federal

Rafael Pampillón Olmedo: El paso se ceba en los jóvenes y en los inmigrantes

Javier Martín Fernández: Los toros y los tributos

Ramón J. Moles: Una imagen que no gusta

Manuel Mandianes: Procesión de reliquias balompédicas

Javier Pérez Royo: La tarea más difícil

Juan Luis Manfredi: A vueltas con la transparencia

Yevgenia Albats: Rusia está ardiendo

Jason Taylor: El “Gran desestímulo” de 1946

Alfredo Pastor: Recuperación más lenta

J. Bradford Delong: John Stuart Mill contra el BCE

Xavier Vidal-Folch: Gacelas o tortugas

J. Lluis Micó Sanz: El recreo tecnológico

Nouriel Roubini: Evitemos el caos con una quita en Grecia

Gonzalo López Alba:El diván electoral

Javier Rey del Castillo: Sanidad y crisis económica. Reflexiones para dirigentes

Adela Cortina: ¿Tienen derechos los animales?

Javier Montilla: Almodóvar, fuera de cuota: Decía Claude Chabrol que la tontería es más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tiene sus límites, la tontería no. Estas palabras no pueden ser más apropiadas para definir la penúltima chuscada que viene del feminismo de cuota y que, sin duda, es una sandez que produce en el respetable bochorno interplanetario, que diría Leire Pajín.

Jaume Giné Daví: ¿Para cuando la Burbuja?

Paul Krugman: EEUU se sume en la oscuridad

Marc Vidal: La burbuja “Kurzabeit”

Javier Valenzuela: El agosto griego

Ignasi Carreras: Los que vienen por detrás

José María Rojí: Una fórmula de equilibrio

Ignacio Zubiri: Bien está, si bien se hace

Valentín Pich Rosell: El juego de las adivinanzas

José Luis Martçinez Campuzano: Extremadamente incierto

Javier L. Noriega: La factura del gas argelino la pagaremos entre todos

Fernando González Urbaneja: Los impuestos, a debate

Ramón Pérez-Maura: Para el pillo no hay fiscal general

Juan Ramón Fernández Arribas: ¿Y si China fuera autosuficiente...?

La economía china pone en vilo el patróleo: La desaceleración económica del país asiático producirá una caída de la demanda

Manuel Portela Peñas

Agenda de prensa

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· SIN PERMISO

José Manuel Naredo: Una claridad opaca

Wallace C. Tourville: El pan nuestro de cada día y los mercados de derivados financieros de materias primas

Ellen Brown: Tasa Tobin o IVA: ¿pagará Wall Street o pagarán los trabajadores?

Dean Baker: ¿Es el asesoramiento del FMI mejor que el consejo del primer borracho que te encuentras en la calle?

Antonio Ruiz de Elvira: La investigación sobre cambio climático sigue su ritmo

Ruth Sunderland: Los 10 mejores libros sobre el desplome financiero

Michael Hudson: Ni devaluación interior ni austeridad fiscal: en Europa hay una alternativa político-económica de izquierda

Randall Wray: La carrera de la Unión Europea hacia el abismo

Alejandro Nadal: ¿Hacia la Gran Depresión?

Manuel Portela Peñas

Agenda de Prensa

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· GURUSBLOG

China sigue vendiendo bonos del Tesoro de EEUU

Resultado Test Estrés bancos españoles, Caixa Cataluña, Caja España, CajaSur, Caixa Terrassa y Caja Navarra suspenden

Reckitt Benckiser lanza una OPA sobre Durex

China, principales amenazas para su economía

LBO suspirado, ACS vende parte de su participación en Abertis

La FED sigue disparando el arsenal nuclear. Camino a ninguna parte

El envejecimiento de la población y el precio de los activos

El comercio electrónico en España vuelva a crecer con fuerza en el 1T10

Crisis económicas y destrucción de empleo

Disney se posiciona en el mundo del juego online comprando Tapulous y PlayDom

¿Por qué Telefónica compra Tuenti pagando 70 millones euros?

10 frases ¡falsas! de los anuncios de venta de pisos e hipotecas

Un gestor chino posible sucesor de Warren Buffett

Twitter alcanza los 20.000 millones de tweets, acelerando su crecimiento gracias al Mundial de fútbol

Evolución de la Burbuja Inmobiliaria en el Mundo. Deplazándose al Este

¿Cuánto gana Apple con su App Store?

Denegación de hipoteca: ¿hay algo que aún podamos hacer?

El ICO deniega la mayoría de peticiones de crédito directo por temor a la morosidad

Brasil adelanta a España

Brasil adelanta a España como octava economía del mundo: Con los últimos datos disponibles, la economía nacional abandona sus sueños de entrar e nel G-7 para quedar relegada al noveno lugar del top ten de las grandes potencias

Antonio Mª Fernández: La planta de Figueruelas reactiva su producción

EEUU aspira a producir el 40% de las baterías a nivel mundial

La tasa de paro juvenil de España triplica a la mundial

La UE devolverá 300 millones por aranceles a la electrónica

China abre la puerta a revaluar el yuan como pide EE UU

Caamaño creará 400 plazas de “juez de refuerzo” para agilizar la justicia

La crisis atasca la renovación de 3.117 convenios colectivos

ERE temporal para los mil empleados

Anabel Díez: El PNV sólo aprobará el presupuesto si hay contrapartidas de autogobierno. El PSOE reconoce que la negociación queda en manos de Zapatero y Urkullu

El Inversor alemán cree que el alto crecimiento no se mantendrá

Sólo un 5% de los españoles considera buena la situación económica. El paro es lo que más inquieta, según el estudio de Ipsos Public Affairs.: Los españoles son los que tienen una peor opinión sobre la situación económica actual de entre los países más industrializados del mundo. A pesar de haber salido de la recesión, las elevadas cifras de paro provocan que sólo uno de cada veinte ciudadanos describa la situación económica como buena.

Los expertos cren que los tipos no subirán hasta finales de 2011

Facebook se sitúa como la tercera plataforma de vídeos en internet en EEUU

Un alcande gastó 5.700 euros en llamadas eróticas

El déficit de tarifa se dispara un 20% y pone a Sebastián en apuros

Sarkozy impulsará por ley el “patriotismo industrial francés”

Moody´s avisa de una posible rebaja de nota a las grandes economías

viernes, 13 de agosto de 2010

Diótima de mantinea

Diotima
Diotima de Mantinea (en griego: Διοτίμα) es una filósofa que juega un rol importante en El Banquete de Platón. Sus ideas son el origen del concepto de amor platónico. En El Banquete, una serie de hombres discuten sobre el significado del amor, entre los que Sócrates es el orador más importante. Él dice que en su juventud aprendió la “Filosofía del Amor” de Diotima, quien fue una sacerdotisa o vidente. Sócrates dice además que Diotima pospuso exitosamente la plaga de Atenas.
Diotima le da a Sócrates una genealogía del amor, diciendo que es el hijo de la Circunstancia y la Necesidad. En su visión el amor no es delicado, sino áspero y mezquino. Duerme en los pórticos y es el maestro del engaño. El chico amado es delicado, pero el viejo amante que busca al joven es pobre, ingenioso y manipulador.
Sobre el amor la más importante tesis de Diotima es que, en realidad, éste es un anhelo por la inmortalidad. Ella dice que todos tenemos un deseo de fama eterna; sólo el sabio reconoce la diferencia entre la procreación física y la espiritual. Existen dos tipos de amor: el físico y el espiritual. Mientras el amor físico trata de preservar a la persona y alcanzar la inmortalidad a través de la descendencia, el amor espiritual da luz a ideas y pensamientos, que de por sí son inmortales. El fin ulterior del amor es ayudarnos a ascender al conocimiento de lo divino.

las pensiones públicas

· Robert Musil y “el hombre sin atributos”

Ya saben que Díaz Ferrán, Presidente de la CEOE es un hombre sin complejos. Tan sin complejos es que después de haber sido embargado por el caso Air Comet ahora propone a sus ex empleados traspasarles el alquiler de las oficinas y venderles el mobiliario.

Este hombre, presidente de la Patronal Española, ha pesar de su condición de moroso sigue proponiendo medidas reformistas de la política económica. Por ejemplo, tal como se dice hoy en Cinco Días que se cotice al menos cuarenta años para recibir toda la pensión y que se contabilice toda la vida laboral para calcular la prestación. Es muy antiguo el debate social sobre la prolongación de la vida activa, pero ha sido a ponerse de actualidad gracias a las exigencias del mercado de acreedores. El Gobierno ya lo anunció, que en el marco del Pacto de Toledo forzaría una reforma legal para conseguir la ampliación de la vida laboral hasta los 67 años, la prohibiciónde las prejubilaciones y el calculo de la prestación medido en para toda la vida laboral. Herze,que pasa por ser el superexperto en este ramo lleva advirtiendo mucho tiempo que, debido a la pirámide de edad el cambio el cambio de modelo es inevitable. Urgente o inevitable. Incluso el Imserso ha publicado el resultado de una encuesta en la que se deduce que el 40% de las personas que se jubilan reconocen que no hacen nada y un 65% de los encuestados estarían a favor de retrasar la jubilación para seguir trabajando.

Es decir que los pensionistas y sus familias están más cabreadas con la congelación de pensiones que con el intento gobernativo de aumentar la vida laboral legal. Es un comportamiento racional en una época de una extraña recesión sin limites visibles. Hoy por hoy no existe un partido de los jubilados pero si puede haber un grupo de presión político constituido por los familiares de jubilados que tienen las pensiones congeladas. Todos ellos, los pensionistas y sus familiares saben o leen que el Estado no tendrá dinero por lo menos hasta 2015. En una época de inflación reducida y teniendo como tienen ahora la sanidad gratuita lo que importa a toda esta gente la garantía de la renta mensual aunque tengan que trabajar más tiempo.

El Gobierno está prisionero entre el mercado de acreedores, el déficit por c/c, la ruptura del pacto social con los sindicatos, la presión de Díaz Ferrán y la falta de expectativas de cerca de doce millones de ciudadanos que sospechan que van a seguir siendo perjudicados por el ajuste: los funcionarios, los jubilados, los jóvenes sin empleo.

La pirámide de edad es una restricción incondicional. El Estado del Bienestar se basaba, a un respecto en la viabilidad del sistema de Seguridad Social de reparto. Ignacio Conde-Ruiz y otros analistas de FEDEA han publicado un espléndido trabajo sobre este destino obligado del sistema publico de reparto en un trabajo que acaba de ser editado por la Fundación FUNCAS titulado:Envejecimiento: pesimistas, optimistas, realistas. Hay quien que ofrece una reforma de“izquierdas” ante este destino. Es el caso de los profesores Zubiri, Torres, Navarro, Gomes y Etxeberreta. También el famoso analista Fidel Ferraras propone una salida menos liberal que la ya ofertada por el Gobierno en un trabajo que ha publicado la Fundación Alternativa con el titulo:Cambio demográfico y pensiones de la Seguridad Social.

El mas listo de todos es el amigo Tomas Muniesa (Segurcaixa) que, astuto él ha ofrecido la idea de que “la jubilación podría alargarse tres meses cada año y la gente se haría a la idea”.

El Ministro del hermano Corbacho si que sabe de su familia, en una entrevista de Amela para La Contra en la Vanguardia dejaba que se titulase “Los Corbacho somos así: unos inconscientes”.

Imagínense el horror que sería para el sistema si siguiera sin haber liquidez ni presupuesto en la sanidad publica como acaba de suceder en Deparment de Salut de Cataluña. Imagínense si el euro expulsa a uno de sus socios. Por ejemplo si además de Eslovaquia hubiera otro gobierno que rechazase ayudar a Grecia.

Manuel Portela Peñas

Agenda Prensa

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jueves, 12 de agosto de 2010

el mito de Edipo

El mito

Edipo era el hijo del rey de Tebas y al nacer, el Oráculo de Delfos auguró a su padre, Layo, que el niño, una vez adulto, le daría muerte y desposaría a su mujer. Layo, queriendo evitar tal destino, ordenó a un súbdito que matara a Edipo al nacer. Apiadado de él, en vez de matarlo, el súbdito lo abandonó en el monte Citerón, colgado de un árbol por los pies, los cuales perforó. Un pastor halló el bebé y lo entregó al rey Pólibo de Corinto. Peribea o Mérope, la esposa de Pólibo y reina de Corinto, se encargó de la crianza del bebé, llamándolo Edipo, que significa ‘de pies hinchados’ por haber estado colgado.
Al llegar a la adolescencia, Edipo, por habladurías de sus compañeros de juegos, sospechó que no era hijo de sus pretendidos padres. Para salir de dudas visitó el Oráculo de Delfos, que le auguró que mataría a su padre y luego desposaría a su madre. Edipo, creyendo que sus padres eran quienes lo habían criado, decidió no regresar nunca a Corinto para huir de su destino. Emprende un viaje y, en el camino hacia Tebas, Edipo encuentra a Layo en una encrucijada, discuten por la preferencia de paso y lo mata sin saber que era el rey de Tebas, y su propio padre. Más tarde Edipo encuentra a la esfinge, un monstruo que daba muerte a todo aquel que no pudiera adivinar sus acertijos, atormentando al reino de Tebas. A la pregunta de «¿cuál es el ser vivo que camina a cuatro patas al alba, con dos al mediodía y con tres al atardecer?», Edipo respondió correctamente que es el hombre, La explicación consiste en esto: La mañana, la tarde y la noche traducen las etapas de la vida. El día o comienzo de la vida muestra al bebe gateando en cuatro pies o patas, la tarde o mitad de la vida es la adultez del ser humano caminando en dos pies y la noche o final de la vida muestra al anciano con un bastón o sea en tres pies. Había también otro acertijo: «Son dos hermanas, una de las cuales engendra a la otra y, a su vez, es engendrada por la primera». Edipo contestó: el día y la noche. Furiosa, la Esfinge se suicida lanzándose al vacío y Edipo es nombrado el salvador de Tebas. Como premio, Edipo es nombrado rey y se casa con la viuda de Layo, Yocasta, su verdadera madre. Tendrá con ella cuatro hijos: Polinices, Eteocles, Ismena y Antígona y los dos hermanos se enfrentarían más tarde entre ellos a muerte por el trono tebano.
Al poco, una terrible plaga cae sobre la ciudad (la peste), ya que el asesino de Layo no ha pagado por su crimen y contamina con su presencia a toda la ciudad.
Edipo emprende las averiguaciones para descubrir el culpable, y gracias a Tiresias descubre que en realidad es hijo de Yocasta y Layo y que es él mismo el asesino que anda buscando. Al saber Yocasta que Edipo era en realidad su hijo, se da muerte, colgándose en el palacio. Horrorizado, Edipo se quita los ojos con los broches del vestido de Yocasta en señal de la ceguera que siente por no haber visto la realidad antes y ordena a Creonte, que lo expulse de la ciudad. Sólo su hija y hermana Antígona le guía por donde tiene que caminar. La obra concluye con el coro, que advierte a los espectadores: "Que a nadie se le tenga por dichoso hasta que muera...".