jueves, 5 de agosto de 2010

opinion de manuel portela peñas

El último es tonto.

Dada la debilidad de la política económica de un Gobierno, empalado entre la CE y las encuestas de intención de voto, parece llegado el momento adecuado para que los colectivos afectados por la recesión comiencen a pedir ayudas públicas frescas , rápidas, contantes y sonantes. e

Por mucho que llore Zapatero, el comportamiento racional de la oposición en defensa , como es lógico, sus intereses del largo plazo, facilita la sensación de que ha llegado el momento de aplicar cuanto antes el viejo axioma que decía” los beneficios, privados, las pérdidas, socializadas”. Esta perecería como si ese axioma fuese la experimentada receta de salida de la crisis: si no hay ayudas, no hay inversión.

Los agentes directamente afectados por la recesión no esperan a que al Gobierno saque el conocido manual de soluciones. Proponen las propias, da igual que sean ayudas directas o camufladas. El tabú se ha roto en cuanto se ha comprobado como Zapatero se presentaba de golpe y en público como un gobernante pragmático al modo liberal postmoderno. Parecería como si nos invitases a ver una película que ya habíamos visto La continuidad de esta profunda recesión ha permitido ver cómo todo tipo de gobierno socialdemócrata perdía cualquier clase de elecciones porque no tenía superávit suficiente como para superar el miedo de los mercados de acreedores a no cobrar la deuda acumula durante 15 años seguidos de dinero fácil y barato .

También se ha visto cómo Gobiernos "liberales" que presumían de actuar siempre con principios, obraban, en realidad, como unos odiosos "intervencionistas". Actúan sin dudarlo o sin complejos A las claras o buscando la complicidad del “pero son de los nuestros” . Los que han visto antes el "cambio" han sido las empresas eléctricas y las automovilísticas porque dominan el control del tejido industrial de cualquier país de la OCDE. Pero ya se ha extendido a otros muchos sectores (compañías aéreas, aseguradoras turísticas, productos agrícolas, el textil, incluso los productos TIC).

Los argumentos del disfraz de as ayudas están adoptando muchas formas se habla de ayudas a los intereses nacionales; la conveniencia de que el Estado se haga cargo de una parte de los compromisos por pensiones de las empresas privadas;. que se avale la titulización de la morosidad bancaria o del déficit tarifario o se acepto, como lógico el educir las cargas sociales al empleo inclusive cuando, como en España hay un déficit público del 10% del PIB y un déficit exterior del 11%. junto a una amenaza de reducción del rating del bono del Reino de España y de las emisiones de deuda de las empresas privadas españolas.

Dentro de poco los ciudadanos también querrán su parte. Y los industriales y agricultores, una vuelta al proteccionismo .

Pero, ante la amenaza de una parece que inevitable “devaluación interna” que reduce salarios y el valor delos activos, se va extender, como eficaz, el consejo que dice “el último es tonto, que cada cual se cueza su guiso.

Es admirable volver a ver el travestismo económico de los políticos. Si ayer lo mejor era el Estado reducido pero fuerte y sin deudas, hoy se quieren aprobar ayudas directas a compañías privadas, se difumina el significado del equilibrio presupuestario, los superávit se transforman en déficits y se inunda el sistema de liquidez. Todo esto se produce como consecuencia del miedo de los mercados de acreedores a la ineficiencia de los análisis de las compañías de rating que, a su vez , deriva de la falta de éxito de las medidas de política monetaria y fiscal expansivas que se vienen aplicando desde hace casi dos años.

Hasta hace poco se esperaba que el incremento del gasto público y la reducción de impuestos directos lograrían mantener el crecimiento de la actividad y del consumo de las familias como preludio de una previsible salida de la recesión. Pero ahora ya no se confía en ese tipo de medicinas porque se ha comprobado como los bancos, llenos de trampas en los balances ocultos seguían sin abrir la espita del crédito a pesar del chorro del dinero público dispuesto para garantizar su solvencia. Sin crédito disponible la confianza de los empresarios, en vez de reducirse, ha crecido. Por eso es que abunden más los empresarios, economistas”expertos”, políticos y ciudadanos que esperan que sus Gobiernos aprueben apoyos directos con dinero público como el sistema adecuado para poder recuperar la inversión empresarial.

La conseja incluye una conocida, por vieja, amenaza; si el Gobierno no accediese a incluir este modelo en los presupuestos del año próximo, “que se atenga a un rápido aumento del desempleo que influiría más todavía en el crecimiento del déficit pública y las expectativas de voto .

Ahí tienen a las multinacionales del automóvil pidiendo do más dinero para los concesionarios porque las ventas de automóviles de lujo “ya” han caído un 28% . O a los transportistas avisando del colapso del desabastecimiento en el súper del barrio si El Gobierno quiere cobrar la euroviñeta en las autovías gratuitas.

También tienen a las farmacéuticas exigiendo que se implante un copago compense la reducción del gasto público en medicamentos no genéricos .

Los lobbies empresariales están que arden con dinerete fresco a la busca de periodistas “complacientes” . ya lo están viendo ustedes con los comentarios ambiguos con los que trata la prensa escrita el conflicto ilegal de los controladores de los aeropuertos .

Manuel Portela Peñas

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