miércoles, 2 de abril de 2008

órdenes de legitimación y función simbólica



Tipos de niveles de legitimación
Los universos simbólicos que funcionan para legitimar la biografía individual y el orden institucional tienen carácter nómico y ordenador.
La realidad se integra por incorporación al mismo universo de significado de la experiencias biográficas.
Por ejemplo determina la significación de los sueños dentro de la realidad de la vida cotidiana, que reestablece a cada momento la situación prominente y mitiga el impacto que acompaña el paso de una realidad a otra.
Esta integración de las realidades de las situaciones marginales dentro de la realidad prominente de la vida cotidiana tiene gran importancia, porque dichas situaciones constituyen la amenaza más señalada para la existencias establecida y rutinizada en sociedad.
Si se concibe a esta última como el “lado luminoso” de la vida humana en ese caso las situaciones marginales constituyen el “lado sombrío” que se cierra siniestro en la periferia de la conciencia cotidiana. Por el solo hecho de que el lado sombrío tiene su realidad propia que suele ser siniestra, constituye una amenaza constante para la realidad “lúcida”, establecida y positiva de la vida en sociedad. Constantemente se sugiere la idea (la idea “insana” por excelencia) de que tal vez la realidad luminosa de la vida cotidiana no sea más que una ilusión que en cualquier instante puede ser devorada por las ululantes pesadillas de la otra realidad, la sombría.
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Hay un nivel pre-teórico de legitimación, a este nivel incipiente pertenecen todas las afirmaciones sencillas referentes al “así se hacen las cosas” que son las respuestas primeras y generalmente mas eficaces a los “¿por qué?” del niño, constituye un fundamento del conocimiento auto-evidente sobre el que descansan todas las teorías subsiguientes.
En un segundo nivel de legitimación se contienen proposiciones teóricas en forma rudimentaria, estos esquemas son sumamente pragmáticos, son grupos de significados objetivos, y se relacionan directamente con acciones concretas, son comunes a este nivel los proverbios, las máximas morales, sentencias y a él corresponden también las leyendas y cuentos populares, que suelen transmitirse en forma poética.
En un tercer nivel de legitimación se contienen teorías explícitas por las que un sector institucional se legitima y proprocionan marcos de referencia bastante amplios, en razón de su complejidad suele encomendarse a personal especializado que la transmite mediante procedimientos formalizados de iniciación.
Los universos simbólicos constituyen un cuarto nivel de legitimación y abarcan el orden institucional en una totalidad simbólica.
La legitimación consiste en lograr que las objetivaciones de “primer orden” ya institucionalizadas lleguen a ser objetivamente disponibles y subjetivamente plausibles, y la función de “integración” está entre su propósito típico y que motiva a los legitimadores.
El problema de la legitimación surge inevitablemente cuando las objetivaciones de orden institucional, ahora histórico, deben transmitirse a una nueva generación, al llegar a ese punto, como hemos visto, el carácter auto-evidente de las instituciones ya no puede mantenerse por medio de los propios recuerdos o habituaciones del individuo, la unidad de historia y biografía se quiebra, para restaurarla y volver inteligibles así ambos aspectos de ella deben ofrecerse “explicaciones” y justificaciones de los elementos salientes de la tradición institucional, este proceso de “explicar” y justificar constituye la legitimación.
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Distintas funciones de legitimación
El universo simbólico es teórico, se origina en procesos de reflexión subjetiva los que con la objetivación social llevan al establecimiento de vínculos explícitos con las diversas instituciones. El carácter teórico resulta indidable por más ilógicos o no sistemáticos que puedan parecerle a un observador “indiferente”.
La legitimación del orden institucional también se ve ante la necesidad de poner una valla al caos. Toda la realidad social es precaria, todas las sociedades son construcciones que enfrentan el caos. La constante posibilidad de terror anómico se actualiza cada vez que las legitimaciones que oscurecen la precariedad están amenazadas o se desploman. El temor que acompaña a la muerte de un rey especialmente si acaece con violnecia repentina expresa este terror y lo trae desde el caos hasta una cercanía consciente. Tiene que comprenderse por ejemplo ante la muerte de Kennedy como a los acontecimeintos de esta indole tienen que sucederles inmediatamente las más solemnes reafirmaciones sobre la realidad continuada de los símbolos protectores.
Los orígenes de un universo simbólico arraigan en la constitución del hombre. Si el hombre en sociedad es el constructor de un mundo, esto resulta posible debido a esa abertura al mundo que le ha sido dada constitucionalmente, lo que ya implica un conflicto entre el orden y el caos. Los universos simbólicos que proclaman que toda la realidad es humanamente significativa y que recurren al cosmos entero para que signifique la validez de la existencia humana constituyen las estribaciones más remotas de esta proyección.
El universo simbólico ordena la historia y ubica los acontecimientos colectivos dentro de una unidad coherente que incluye el pasado, el presente y el futuro.
También proveen la delimitación de la realidad social, asigna rangos a los diversos fenómenos en una jerarquía del ser, definiendo los rangos de lo social dentro de dicha jerarquía, esos rangos se asignan a los tipos diferentes de hombres y suele suceder que hay categorías de esos tipos que son definidos como distintos de lo humano o menos que humano. Por ejemplo el universo de la India tradicional asignaba a los parias un status más cercano al de los animales que al status humano de las castas superiores, operación legitimada definitivamente en la teoría del karma-samsara, que abarcaba a todos los seres, humanos o no, y aun mas tarde durante las conquistas españolas en america, los españoles llegaron a concebir que los indios pertenecían a una especie diferente, esta operación se legitimaba en una manera menos amplia por una teoría que “probaba” que los indios no podían descender de Adán y Eva.
Una función legitimadora de los universos simbólicos es la de la “ubicación” de la muerte, que tiene importancia para la biografía de sus individuos y es donde se revela con importancia trascendental el carácter apaciguador fundamental de las legitimaciones definitivas de la realidad cotidiana. La experiencia de la muerte de otros y posteriormente la anticipación de la muerte propia plantea la situación marginal por excelencia para el individuo, plantea la amenaza más terrible para él. Todas las legitimaciones de la muerte deben cumplir la misma tarea esencial: capacitar al individuo para seguir viviendo en sociedad después de la muerte de otros significantes y anticipar su propia muerte con un terror que al menos se halla suficientemente mitigado como para no paralizar la realización continua de las rutinas de la vida cotidiana.
El universo simbólico también posibilita el ordenamiento de las diferentes fases de la biografía. En las sociedades primitivas los ritos de pasaje representan la función nómica en forma prístina, la periodización de la biografía se simboliza en cada etapa, la niñez, la adolescencia, la adultez, con referencia a la totalidad de los significados humanos. Sería un error pensar aquí en las sociedades primitivas solamente, una teoría psicológica moderna sobre el desarrollo de la personalidad puede cumplir igual función. El individuo que pasa de una fase biográfica a otra puede percibirse él mismo como repitiendo una secuencia ya establecida en la “naturaleza de las cosas” o en su propia “naturaleza”, vale decir que puede él infundirse la seguridad de que vive correctamente.
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Andrómeda


Véase también: mito y concepto

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