lo dijo francisco arias: Byron debió contagiarse en Sevilla, en Utrera, en Jerez, en El Puerto de Santa María, en Cádiz y en Algeciras del duende andaluz, que también coincidía, por el canto, con el hondo gemido, lamento, de su voz más viva. ¡Qué bien bailado, y casi toreado, está el primer canto a la española de Don Juan! Creemos que su inventor español, nuestro Tirso, se habría sentido encantado de ver bailar así a su Don Juan. Ningún don Juan tan hoja en el viento como el byroniano, tan fuerza del sino, tan a la ventura de verdad, tan juguete del viento de verdad, tan de verdad Don Juan.
La voz que se apagó en Grecia, el 19 de abril de 1824, consumida por su propia fiebre: la de su hermosa rebeldía -rebeldía contra todas las tiranías: la de la injusticia como la de la mentira, la del mal o de la maldad, la del odio, la de la indiferencia, la del miedo...-, esa voz había dicho cantando nuestra España en el peregrino cantar del joven Harold, que el día que España fuese libre, serían libres en el mundo muchos más millones de seres humanos.
En una carta a Hodgson había escrito: “Volveré a España antes de regresar a Inglaterra, porque estoy enamorado de este país”...
En una carta a Hodgson había escrito: “Volveré a España antes de regresar a Inglaterra, porque estoy enamorado de este país”...
Terminaremos este recuerdo a Byron con la voz del propio Goethe: “No estarás solo -donde quieras que estés- porque creemos conocerte... En los días que viviste, en la felicidad como en el dolor, tus cantos fueron como tu corazón, hermosos y grandes”.
Estimado señor:
No me figuraba tanto honor, en estas efímeras páginas. ¿Ha leído mi Childe- Harold? ¿El Pirata?
En esta tierra que tanto amo, donde la vida transpira, se convierte en olivo, en cepa de vino, en mujeres de ojos oscuros que nos persiguen en sueños, con labios de ángel, en bárbaros espectáculos ancestrales de muerte y en femeninos puñales por la libertad.
"¡Oh, vosotros, que oiréis con asombro la historia de sus hazañas! Si la habéis conocido en tiempos para ella más apacibles; si habéis admirado sus tan negros ojos, que al calor de su negro velo aventajan; si habéis oído su dulce, su tierna voz dentro de su gabinete; si habéis visto los largos bucles de su cabello, que el pincel no puede copiar, su talle aéreo y su casi divina gracia ¿hubierais podido creer que los muros de Zaragoza la verían un día sonreír a la vista del peligro con que amenaza la cabeza de Gorgona, dar órdenes a los soldados y conducirlos por los terribles senderos de la gloria?
Cae su amante... y ella ni siquiera derrama una inoportuna lágrima; ha sido muerto su jefe... y ella ocupa su puesto fatal, los soldados pierden terreno... y ella impide su fuga; el enemigo se ve rechazado... y ella guía a los vencedores. ¿Quién mejor que ella para aplacar los manes de su amante? ¿Quién como ella podrá vengar la muerte de su jefe y hacer que recobren la esperanza los abatidos guerreros? ¿Quien como ella se encarnizará contra los franceses, puestos en fuga por una mujer ante unos muros próximos a desplomarse?
No pertenecen, sin embargo, las mujeres españolas a una raza de amazonas; formólas ante todo el amor para sus encantadores artificios. Si rivalizan en valor con sus hermanos, si se atreven a mezclarse con sus armados ejercitos, su bélico ardor no es sino la ira de la tierna paloma, que pica la mano del que amenaza a su esposo. Superiores a las mujeres de los demás países en dulzura y valor, tienen ala par que un almas más grande más poderosos atractivos."
Peregrinaciones de Childe-Harold LV-LVI
Aquel poeta maldito, bien se ganó la inmortalidad. Desagradecidos como somos, apenas unos fragmentos de su obra han sido traducidos al español. Sin embargo, aquel que logra leerle en su inglés original, no lee ya a Shakespeare, ni a un Shelley, menos aún a un Poe, una fuerza telúrica se desenvuelve en ritmos marinos, apaga el estruendo del océano luchando en los acantilados con batuta torera. El rebelde, el cínico, el apasionado de la libertad tiene la voz sublime de singular poeta.
Ciertamente somos afortunados quienes de sus mieles gozamos. Desafortunado en su destino, resuelto a liberar Grecia, a liberar el Parnaso para allá subir y contemplar la vista reservada para los Gigantes.
Lord Gordon Byron, 1 de Enero del 2008
En esta tierra que tanto amo, donde la vida transpira, se convierte en olivo, en cepa de vino, en mujeres de ojos oscuros que nos persiguen en sueños, con labios de ángel, en bárbaros espectáculos ancestrales de muerte y en femeninos puñales por la libertad.
"¡Oh, vosotros, que oiréis con asombro la historia de sus hazañas! Si la habéis conocido en tiempos para ella más apacibles; si habéis admirado sus tan negros ojos, que al calor de su negro velo aventajan; si habéis oído su dulce, su tierna voz dentro de su gabinete; si habéis visto los largos bucles de su cabello, que el pincel no puede copiar, su talle aéreo y su casi divina gracia ¿hubierais podido creer que los muros de Zaragoza la verían un día sonreír a la vista del peligro con que amenaza la cabeza de Gorgona, dar órdenes a los soldados y conducirlos por los terribles senderos de la gloria?
Cae su amante... y ella ni siquiera derrama una inoportuna lágrima; ha sido muerto su jefe... y ella ocupa su puesto fatal, los soldados pierden terreno... y ella impide su fuga; el enemigo se ve rechazado... y ella guía a los vencedores. ¿Quién mejor que ella para aplacar los manes de su amante? ¿Quién como ella podrá vengar la muerte de su jefe y hacer que recobren la esperanza los abatidos guerreros? ¿Quien como ella se encarnizará contra los franceses, puestos en fuga por una mujer ante unos muros próximos a desplomarse?
No pertenecen, sin embargo, las mujeres españolas a una raza de amazonas; formólas ante todo el amor para sus encantadores artificios. Si rivalizan en valor con sus hermanos, si se atreven a mezclarse con sus armados ejercitos, su bélico ardor no es sino la ira de la tierna paloma, que pica la mano del que amenaza a su esposo. Superiores a las mujeres de los demás países en dulzura y valor, tienen ala par que un almas más grande más poderosos atractivos."
Peregrinaciones de Childe-Harold LV-LVI
Aquel poeta maldito, bien se ganó la inmortalidad. Desagradecidos como somos, apenas unos fragmentos de su obra han sido traducidos al español. Sin embargo, aquel que logra leerle en su inglés original, no lee ya a Shakespeare, ni a un Shelley, menos aún a un Poe, una fuerza telúrica se desenvuelve en ritmos marinos, apaga el estruendo del océano luchando en los acantilados con batuta torera. El rebelde, el cínico, el apasionado de la libertad tiene la voz sublime de singular poeta.
Ciertamente somos afortunados quienes de sus mieles gozamos. Desafortunado en su destino, resuelto a liberar Grecia, a liberar el Parnaso para allá subir y contemplar la vista reservada para los Gigantes.
Lord Gordon Byron, 1 de Enero del 2008
Os agradezco vuestros comentarios al tiempo que os deseo lo mejor de lo mejor para este nuevo año que acabamos de estrenar.
Se ha dicho que Byron es el gran poeta inglés al que nunca o casi nunca leen los aficionados a la poesía: sobre todo los aficionados a la poesía inglesa. En Inglaterra se apagaron pronto sus destellos. “Mi música tiene notas misteriosas –escribía Byron-, y hay, además en ella, muchas frases que sólo pueden comprender los iniciados”. Y añadía: “En medios de todos he sido siempre un extranjero; he parecido entre los hombres una criatura de otra especie; envolviéndome en el sombrío velo de mis pensamientos...”. Pero como nos dejó dicho Barrés -su discípulo rebelde-: “Si yo hablase a hombres libres, les diría que Byron fue, además de un malvado (?), un maravilloso poeta y el más alto filósofo”. Y, finalmente, como cantaba Goethe : “Y, sin embargo, entonad nuevos cantos. No sigáis por más tiempo pesarosamente encorvados hacia la tierra; porque del suelo han de brotar nuevamente, porque para la eternidad fueron por él engendrados”.
Se ha dicho que Byron es el gran poeta inglés al que nunca o casi nunca leen los aficionados a la poesía: sobre todo los aficionados a la poesía inglesa. En Inglaterra se apagaron pronto sus destellos. “Mi música tiene notas misteriosas –escribía Byron-, y hay, además en ella, muchas frases que sólo pueden comprender los iniciados”. Y añadía: “En medios de todos he sido siempre un extranjero; he parecido entre los hombres una criatura de otra especie; envolviéndome en el sombrío velo de mis pensamientos...”. Pero como nos dejó dicho Barrés -su discípulo rebelde-: “Si yo hablase a hombres libres, les diría que Byron fue, además de un malvado (?), un maravilloso poeta y el más alto filósofo”. Y, finalmente, como cantaba Goethe : “Y, sin embargo, entonad nuevos cantos. No sigáis por más tiempo pesarosamente encorvados hacia la tierra; porque del suelo han de brotar nuevamente, porque para la eternidad fueron por él engendrados”.
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