El ex ministro Jordi Sevilla ha recomendado la lectura del informe del economista Ángel Melquizo llamado La incidencia económica de las cotizaciones sociales en España. También , el profesor Francisco Cabrillo habla de la Carta de Carnaro, el Estado Libre de Fiume y el Estauto de los Trabajadores de Franco. En EL MUNDO del sábado pasado se informaba sobre un discurso de Felipe González en Mérida en el que se afirmaba que ve inexplicable la reforma laboral, que el discurso de hace 20 o 25 años está caduco y que las antiguas recetas socialistas deberían enviarse al limbo.
http://e-pesimo.blogspot.com/2010/06/y-zapatero-hizo-quebrar-al-estado_26.html
González ve 'inexplicable' la reforma laboral
Ante un auditorio socialista atónito pide que el salario se vincule a la productividad y afirma que «el empleo continuado, fijo y para toda la vida» es indefendible
Corresponsal
Lástima que no estuviera presente en la conferencia de Felipe González el otrora buque insignia del añejo guerrismo, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, para comprobar qué cara ponía al escuchar las palabras del ex presidente del Gobierno en la Asamblea de Extremadura.
Y es que las tesis para salir de la crisis expuestas por González en Mérida estuvieron mucho más cercanas a las de cualquier neoliberal que a las del ya «caduco» progresismo. Adiós las chaquetas de pana y a los descamisados. De hecho, el mismo González lanzó un aviso en este sentido a su partido: «El discurso de hace 20 o 25 años, aunque entonces nos sirvió para ganar, ya no nos sirve porque la sociedad no es la de antes», proclamó. De ahí que, en su opinión, esas antiguas recetas socialistas deban enviarse al limbo.
Muchos de los presentes, la plana mayor del socialismo extremeño, están todavía atónitos al escucharle razonamientos como el de que «al menos las dos terceras partes del salario deben vincularse a la productividad porque no se pueden permitir sueldos iguales para todos». Para González, este factor equitativo «premia a los que menos trabajan y castiga al más emprendedor, que termina siendo el tonto de la pandilla».
Sus palabras sonaron para los presentes como una inesperada ducha de agua fría. Pero él insistió: «El problema que tenemos en España es de productividad». Llegó a defender con uñas y dientes al empresario («son mucho más importantes que el empleo, porque ellos lo generan»), también a la construcción («esa industria en España es muy buena») y hasta criticó a los sindicatos («el ajuste es inevitable en España porque ya no se puede defender que el empleo sea continuado, fijo y para toda la vida en el mismo sitio»).
Tras subrayar que ya no es tan importante «la ideología de los gobiernos sino su falta de previsión», centró sus críticas en la reforma laboral: «Es que es un farro (sic) legislativo que obliga a los pequeños empresarios, para entenderla, a hacer un máster en economía, una fonda inexplicable, un enredo para provocar un nivel de judicialización imposible que además necesita a unos jueces superespecialistas, que no los hay, en economía de la empresa».
Especialmente se refirió a las pensiones, pidiendo una «urgente» y «profunda» reforma. «Si no lo hacemos, nos quedaremos pronto, en 15 años, sin el sistema público de pensiones, porque ahora cada vez somos más los viejos». De esta manera, insistió en prolongar la vida laboral más allá de los 65 años, «porque nadie puede decidir por uno si quiere seguir trabajando». «Eso debe de ser un derecho -el de trabajar- y no una obligación», agregó ante un aforo aún atónito.
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