La luz de las velas estrella en el espejo visiones míticas, medusas, cíclopes, saturnos saciados. Hola, estoy en Roma pero tú la conocerás y espero que tú lo hayas pasado bien en el festival del monster del rock.
En el misterio interior de la máquina y del hombre imagino una ciudad donde soy oráculo y diosa, que esta visión de mito y epopeya alimente los ríos interiores con los que me sostendré.
Extraño las lunas en que no supe alojarte, el sosiego que no llegué a transmitirte, con palabras intento asegurarte, no pudimos aprender lo que se acumula en las esperas.
Extraño las lunas en que no supe alojarte, el sosiego que no llegué a transmitirte, con palabras intento asegurarte, no pudimos aprender lo que se acumula en las esperas.
Pronto me marcharé a selvas, andaré calles de ciudades hostiles, mi nombre sonará a otro nombre, mi rostro parecerá otro rostro.
“Ya no estás a mi lado corazón, en el alma sólo tengo soledad, y si ya no puedo verte por qué Dios me hizo quererte para hacerme sufrir más”: suena este bolero español por la noche en el café teatro en que me encuentro leyendo unos versos desde Roma, parece como si lo hubieran puesto para mí. El mundo pulsa como una bomba pero en los precipicios del arco de tu brazo ni la muerte ni el caos me amenaza.
Dame hoy y todos los días los peligros de la carne, tu mortífero cuerno de la abundancia, la muerte momentánea que espera en la esquina, con sus alardes y su sutilante ceguera.
Es verdad que estuve hablando con Atienza, un joven y brillante catedrático, entonces él tenía mucha relación con las universidades italianas, me estuvo escuchando pero me aconsejó de que volviese a mi Universidad y que allí terminase la tesis y que él se comprometía a estar en mi tribunal. Después yo misma convencí a mi familia para que me matriculase en otra universidad, por si allí tenía esperanzas de encontrar un sitio.
En roma los cafés todos tienen mesas con manteles de seda decorativos muy elegantes, cosa que aquí en mi ciudad no se hace para que estén más bonitos, aquí somos más austeros. Allí todo es esplendor del arte. Sin embargo, hacía tanto calor o más en roma que en mi propia ciudad del sur de andalucía, pasé mares de sudor y agotamiento, sobre todo el primer día, hasta acostumbrarme, en el coliseo estuve a punto de desmayarme de la calor, pero me repuse pronto, la gente es muy amable. Pero hay que tener un poco de cuidado con los italianos sobre todo si ven a una chica sola, se ofrecen a llevarte, a mí me pasó, pero son respetuosos y aceptan tu negativa amablemente.
Me ha impresionado también en particular de Roma cómo esta ciudad está impregnada de todo lo religioso de una forma en la que sin darte cuenta tú te sientes inmiscuida también, nunca he visto monjas más independientes y más libres que las de aquí andando por las calles de Roma.
Me acercé a campo di fiori, una plaza con mercado de flores, bellísima, para almorzar y tomar unos vinos, mientras leía los "caminos de hierro" de nativel preciado.
la libertad del romano.-
Así como el romano y el italiano yo decía que eran prácticos y que dominaban el espacio y la medida y que a través de esta practicidad era cómo el tenía y conseguía su sentido de la libertad, el alemán sin embargo construye este sentido de la libertad a través de su elevado sentido de lo comunitario. Pero si comprendemos ambos procederes ambos se comunican y están interlazados por su buen propósito.
El italiano con su dejar hacer el va haciendo, el aleman deja libertad al otro para conseguir la suya, así es como he descubierto un sentido del respeto por el otro, en una ciudad tan grande como roma, con ese sentido tan práctico del romano.
El italiano con su dejar hacer el va haciendo, el aleman deja libertad al otro para conseguir la suya, así es como he descubierto un sentido del respeto por el otro, en una ciudad tan grande como roma, con ese sentido tan práctico del romano.
En el mercado de libros viejos me paré y había un chico con la sonrisa melancólica y me detuve con él a preguntarle por la música en italia y le compré dos discos, uno de antonello venditti y otro de claudio baglioni, tenía el pelo algo largo, recogido en una pequeña coleta y la mirada triste, pero me gustó porque era distinto de los demás italianos, más sensible.
Feliz viaje!, este post estaba esperando desde junio pasado para salir, ahora me decido a poner estas fotos de un viaje inolvidable y que me transformó. Esta semana he conocido a dos italianas, dos chicas muy buenas, Valentina y Maria Teresa.
Feliz viaje!, este post estaba esperando desde junio pasado para salir, ahora me decido a poner estas fotos de un viaje inolvidable y que me transformó. Esta semana he conocido a dos italianas, dos chicas muy buenas, Valentina y Maria Teresa.
sylphides
~También viajé a Berlín:
http://estherllull.wordpress.com/2010/05/25/berlin-en-el-recuerdo/
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