Un G-20 sombrío
Editorial (Publicado en ABC, aquí)
Es muy probable que de esta serie de reuniones no vaya a salir ninguna receta mágica para sacar la economía internacional del que ya es uno de los peores baches de la historia
EL presidente estadounidense ha logrado sacar adelante la legislación sobre las nuevas regulaciones del mercado bancario, lo que, a juzgar por la reacción de Wall Street, ha sido considerado como una victoria política de dimensiones parecidas a las de su reforma sanitaria. En la Unión Europea la señal que alimenta el optimismo en este campo ha sido la decisión de hacer públicas en las próximas semanas las «pruebas de esfuerzo» de los grandes bancos, con las que se espera contener las ofensivas especulativas en los mercanos de deuda soberana. Sin embargo, los líderes del G-8 acaban de terminar sus reuniones en Canadá con una declaración en la que añaden más señales de cautela y reiteran sus advertencias de que la recuperación es todavía demasiado frágil como para lanzar las campanas al vuelo. La reunión del G-20 empezó ayer con una clara división entre los que creen que deben mantenerse los estímulos públicos para apuntalar la recuperación, como es el caso de Barack Obama, y los partidarios de poner el acento en el refuerzo de la estabilidad presupuestaria, como la canciller alemana Angela Merkel y la mayoría de países europeos.
Es muy probable que de esta serie de reuniones no vaya a salir ninguna receta mágica para sacar la economía internacional del que ya es uno de los peores baches de la historia. Los dirigentes europeos se habían comprometido a mantener una posición común, porque es la única forma de hacerla creible, por lo que están obligados a defender, al menos, los acuerdos adoptados en el último Consejo Europeo, aun sabiendo que algunos, como la tasa sobre las transacciones financieras internacionales, son prácticamente imposibles de aplicar.
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