sábado, 20 de noviembre de 2010

el análisis de Irlanda

El tigre celta, el país que fue icono en la comparación internacional para dar el gran salto, se encuentra al borde del precipicio. ¿Cómo es posible? Aunque estar cerca del precipicio no quiere decir que se hayan equivocado en todo.

Más informaciónLa hora de la verdad para IrlandaEl FMI critica la lentitud de Europa en reparar su bancaLo que queda de la gloriaIrlanda asume el desastreTags: Economía Edición Impresa Versión en .PDF Información publicada en la página 4 de la sección de Tema del día de la edición impresa del día 20 de noviembre de 2010 VER ARCHIVO (.PDF)
Irlanda estaba a la cola de los países europeos a principios de los 90. Entonces acometió un plan de estabilización y reformas que le ha permitido pasar a liderar el ranking de renta por habitante, junto con Luxemburgo.

Pero, como suele suceder, se pasaron de frenada en el proceso de liberalización. Se creyeron esa milonga neoconservadora de los mercados libres y el Estado mínimo, y dieron rienda suelta a su sistema bancario para crecer con vehículos financieros fuera del balance, al margen de la regulación y con muy poco capital de verdad y mucho endeudamiento, lo cual los hacía especialmente vulnerables.

Más gasolina

Adicionalmente, algo que también hemos padecido nosotros, el Banco Central Europeo (BCE) situó los tipos de interés al 2% en el 2003 para sacar a Alemania de la depresión, lo que provocó una burbuja inmobiliaria en los países más dinámicos. No obstante, conviene dar algunas cifras para no perder el sentido de la magnitud y no incurrir en la comparación poco rigurosa entre la economía española y la irlandesa.

En primer lugar, Irlanda tiene 4,5 millones de habitantes, lo que quiere decir que es una economía de un tamaño menor que la de Catalunya. En segundo lugar, el Banco de España prohibió a nuestra banca crear vehículos financieros fuera del balance. Eso explica que el balance del sistema bancario irlandés sea la mitad que el español, cuando su población es 10 veces menor.

Irlanda dice que no necesita dinero, que solo precisa un aval, pero no tiene ningún sentido que seamos todos los contribuyentes europeos los que socialicemos sus pérdidas. El sistema bancario irlandés tiene que ser reestructurado, tiene que ajustar su tamaño a la realidad y, como ha propuesto Alemania, los que han invertido en bonos deben asumir su responsabilidad. Los principales acreedores de la banca irlandesa son bancos ingleses, estadounidenses, alemanes y franceses, y deberán dejar de ser bonistas para convertirse en accionistas. Para que ese proceso sea ordenado y evitar otro caso Lehman Brothers es para lo que los europeos debemos prestar ayuda a Irlanda, pero el límite de la ayuda es muy claro. Los problemas de solvencia son de Irlanda y de sus acreedores.

Tanto en España como en Irlanda padecimos una sobrevaloración de los activos inmobiliarios, especialmente del suelo, pero su burbuja es la segunda mayor conocida tras la japonesa. En el 2007, la inversión en vivienda en Irlanda suponía el 15% de su producto interior bruto (PIB), el doble que en España, y su sistema bancario explicaba otro 10% del PIB, lo mismo que para nosotros supone el turismo. Por lo tanto, en cierta medida, los irlandeses han vivido una especie de Show de Truman, y ahora se les ha caído el decorado.

El precio de la vivienda se ha desplomado un 50% y se mantiene en caída libre, la morosidad hipotecaria sigue en aumento, la economía se enfrenta a una doble caída en el 2011 y el país tiene que reconstruir un 25% de su PIB, que está en depresión. Difícil panorama.


Jose Carlos Díez

No hay comentarios: