lunes, 8 de noviembre de 2010

Sarkozy y Trichet

Reggio’s
Periodismo de opinión en Reggio’s
Trichet y Sarkozy tienen ambos razón, de Juan Pedro Marín Arrese en Expansión
ANÁLISIS DE ACTUALIDAD

Puede parecer paradójico que en la encendida polémica entre Trichet y Sarkozy ambos protagonistas tengan razón. Si se piensa bien, cada uno expresa una preocupación legítima, pero cuyo calendario se desarrolla en tiempos bien distintos. El BCE muestra pavor ante el riesgo a corto de resucitar el fantasma de una quiebra de la deuda soberana.

El Consejo Europeo se afana en instaurar un mecanismo estable para prevenir crisis como la griega. Trichet acierta al señalar que anticipar un debate de tales características cuando todavía se cierne la desconfianza sobre los países periféricos sólo puede alimentar un incremento sustancial de sus diferenciales de tipos. Pero dejar las cosas como están es arriesgarse a que el próximo episodio de turbulencias acabe pasando una elevada factura al contribuyente de quienes actúan de último recurso de la eurozona. Esta preocupación, que motiva la iniciativa conjunta franco-alemana de trasladar a los tenedores de deuda insolvente el coste de su apetito desmedido por la aventura, parece plenamente justificada.

No resulta de recibo que los especuladores se beneficien de la asimetría de ganar cuando todo va bien, forzando al Estado, de producirse un percance, a sufragar los platos rotos. Tan peregrina teoría se basa en el convencimiento de que el derrumbe de un socio del euro ejercería un tsunami de tales proporciones que induciría a los demás a rescatarle para evitar males irreparables. Sin duda, esto es así, pero evitar el riesgo sistémico no implica en modo alguno que el salvamento se extienda a quienes fiaron en exceso.

Los malos ejemplos crean siempre un estado de ánimo propicio a la desenvoltura y, sin duda, el manejo de la crisis financiera ha dejado una secuela de pésimos hábitos difíciles de rectificar. El sentimiento de riesgo se adormeció el día que los bonistas comprobaron que sus títulos serían religiosamente abonados por bancos en quiebra, reflotados con el dinero de todos. Con tales antecedentes, nada extraño tiene que se embarcaran a suscribir deuda de países en serio desequilibrio, ante la certeza de que alguien les sacará de apuros en el peor escenario. Despiertan ahora de su placentero letargo para enfrentarse a la posibilidad de que el riesgo por el que son remunerados se materialice en pérdidas de capital. Se asemejan a los jugadores ventajistas sólo dispuestos a entablar partidas con las cartas marcadas.

Ruleta rusa

Por irresponsable que parezca quien se endeuda por encima de sus posibilidades, más lo es quien le presta a sabiendas de su incapacidad para devolverlo. Hay que poner término a esta ruleta rusa que socava los fundamentos mismos del mercado, por mucho que el adjetivo de financiero sirva con frecuencia de patente de corso para endosar a otro el riesgo asumido. Lo único que cabe poner en duda es el momento elegido para dar el golpe de timón, cuando los periféricos salen a duras penas de un proceso de ajuste que se verá dificultado por los mayores costes financieros asociados a esta vuelta a la realidad de los inversores. Pero algún día debía iniciarse el proceso de retorno a la normalidad, camino que debían haber emprendido tiempo ha los supervisores, impidiendo una excesiva exposición de la banca a deudas de hipotético cobro. Ahí le duele a Trichet, sabedor sin duda del escaso grado de saneamiento del sistema bajo su custodia. Cuanto antes lo imponga, mejor.

Juan Pedro Marín Arrese. Economista.

Publicado por Reggio's
4 Noviembre, 2010, a las 7:08 am
Colgado en: Economía

No hay comentarios: