EL MUNDO ,PAG 31
Noticias maquetadas04.11.2010
PABLO PARDO / Nueva York
Los miedos del mundo del dinero
Los empresarios temen una parálisis institucional y la venganza de los ganadores
El presidente y consejero delegado de American Express, Kenneth Chenault, llegó ayer a las 07.45 de la mañana al restaurante Bryant Park Grill, en el centro de Manhattan, en un mal día para lo que él simboliza. Afroamericano, financiador de los demócratas y defensor de Barack Obama -incluyendo su reforma financiera-, Chenault no sólo ha visto cómo la nueva Administración ha abierto una investigación contra su empresa por presuntas prácticas anticompetitivas, sino que allí estaba, en un desayuno organizado por la escuela de negocios española IESE y la consultora estadounidense Boston Consulting Group, pero en el que la voz cantante la llevaba la plana mayor de The Wall Street Journal, el gran diario de los republicanos.
Pero el día no era malo sólo para Chenault. Lo era para las grandes empresas de EEUU. A pesar de las acusaciones de socialista contra Obama, el gran capital estadounidense prefiere a los demócratas antes que al Tea Party, entre cuyas propuestas está la abolición de la Reserva Federal y del IRPF, así como una serie de medidas que merecen más bien formar parte del debate político de 1910 en lugar del de 2010.
Por si eso no bastara, las empresas e inversores pueden no ser cercanos a los demócratas y detestar al Tea Party, pero prefieren cualquier cosa a la incertidumbre. Y todos los analistas dan por hecho una parálisis del Gobierno de EEUU, dado que los republicanos no pueden imponer sus ideas, pero sí bloquear las de Obama y los demócratas. Y eso llega en el peor momento ya que, como dijo Chenault, «estamos en una situación de grandes cambios regulatorios, de incertidumbre acerca de la política fiscal y de crisis de empleo».
Eso explica que las organizaciones empresariales, incluyendo a la más que republicana Cámara de Comercio -el equivalente de la CEOE en EEUU, que niega la existencia del cambio climático- hayan apoyado a muchos demócratas, en especial cuando éstos, como Harry Reid, se enfrentaban a candidatos del Tea Party. Incluso Wall Mart, la mayor cadena de supermercados del mundo, enemiga declarada de los sindicatos y de la reforma sanitaria del presidente, ha dado más a candidatos demócratas que a los republicanos, por primera vez en su historia. Según el Centro para una Política Responsable, una organización que fiscaliza las contribuciones del sector privado a los políticos, de los 187 millones de euros que las empresas de EEUU han donado de forma pública a los candidatos en los comicios del martes, el 53% fueron para los demócratas.
Las empresas, además, tienen miedo porque los republicanos llegan dispuestos a pedir poco menos que un tributo de sangre entre aquéllos que han apoyado a Obama. Eso ya quedó claro, por ejemplo, en la carta que John Boehner, el futuro presidente de la Cámara de Representantes, envió a su ex colega de partido y de cuerpo legislativo Billy Tauzin cuando éste, en su calidad de presidente de la patronal farmacéutica PhRMA, respaldó la reforma sanitaria de Obama. «Cuando un matón te pide dinero, no tienes más remedio que dárselo. Pero llegar a un acuerdo con un matón es otra historia», escribió Boehner. El «matón», no lo olvidemos, es Barack Obama.
En ese contexto, ¿qué desean las empresas? Chenault, actuando como un improvisado portavoz de sus colegas, lo explicó de forma sucinta: «Yo creo firmemente en la confrontación positiva». Confrontación, desde luego, va a haberla. Lo de que sea positiva es otro cantar.
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