jueves, 15 de julio de 2010

Zapatero y Azaña y el abismo

"Me cueste lo que me cueste". Exhalada desde lo más hondo de su hermética personalidad, esa afirmación explica por qué defiende con la pasión del converso el draconiano ajuste del déficit impuesto por el Directorio Europeo. Entre el 8 y el 12 de mayo, Zapatero tuvo una visión; una epifanía, por decirlo de una manera un poco cursi. Se vio a sí mismo como el eslabón débil de un engranaje de dimensiones colosales en riesgo de colapso. Un profesor de Derecho de León, con pocos viajes al extranjero en su biografía juvenil, recibiendo la llamada del presidente de Estados Unidos y del primer ministro de China para que cambie inmediatamente de política. ¡Glups! Una personalidad débil o atormentada habría entrado en depresión. Manuel Azaña entró en depresión cuando vio que España se lanzaba al abismo ignorando sus buenas intenciones ateneísticas. (Setenta años después, la depresión de Azaña es la clave narrativa de la sentencia del Estatut). El hermético Zapatero, sin embargo, no es un hombre débil. El presidente entró ayer en el Congreso con el ímpetu de la roja, para defender con el ardor de Villa, Iniesta y Puyol la cura de caballo que hace poco más de dos meses rechazaba.

"Me cueste lo que me cueste". Con ese innegable instinto político, Zapatero ha propiciado –o no ha frenado, simplemente– una sentencia del Estatut que podía haber quedado congelada hasta después de las elecciones catalanas. Bastaba con centrar la batalla en la renovación del Tribunal Constitucional. No ha sido así. La prioridad ha sido otra: despejar el peligroso desfiladero de otoño, satisfaciendo el precio que exigía el magistrado Manuel Aragón; esto es, una sentencia en diálogo nocturno con el espíritu atormentado de Manuel Azaña: un manifiesto político sobre la unidad de España. Retórica del siglo XIX para una sociedad del siglo XXI. Una máscara de hierro que no cercena ni asfixia, pero embrida. Circulan dos versiones por Madrid. Una apunta a que la sentencia se aceleró por decisión personal de Zapatero; la otra señala que no, que todo fue más complicado: una acumulación de factores.

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