lunes, 21 de enero de 2008

amor ingenuo


lo dijo gourmandise



¡Ay, amor!, dulce veneno,

ay, tema de mi delirio,

solicitado martirio

y de todos males lleno.

¡Ay, amor! lleno de insultos,

centro de angustias mortales,

donde los bienes son males

y los placeres tumultos.

¡Ay, amor! ladrón casero

de la quietud más estable.

¡Ay, amor, falso y mudable!

¡Ay, que por causa muero!

Asi dice en un poema Mariano Melgar.

Saludos y buenas noches.

Genial como siempre!!!

lo dijo Atenea



creo que las musas que me impulsaron a deslizar mis dedos sobre el teclado para hablar del amor como un veneno en mi blog han sido atraidas a tu morada cibernética jiji... estoy de acuerdo con lo que dices, ojalá el amor sea SIEMPRE un néctar, como el elixir de la larga vida, y jamás sea una toxicidad en nuestra alma. besitos!

lo dijo otredad



La naturaleza del ser humano suscita la batalla entre nuestra razón y la mencionada oxitocina, aunque de todo, lo importante es tener claro aquello de "Si comprendiéramos que es un camino de búsqueda y de entrega esperaríamos o nos entregaríamos en su búsqueda."

¿Sabes?Has vuelto a recordarme "Demian": "Había amado, y amando se había encontrado a sí mismo. Pero la mayoría de los hombres aman para perderse en su amor."

Un fuerte abrazo.

lo dijo sylphides a amigas



Estimadas amigas:

qué hermosos comentarios habéis hecho! Puede ser miedo a amar muchas veces lo que hace que no nos entreguemos o que lo volquemos en la mediocridad. Desde luego hay que luchar para que no nos abandonemos y sigamos buscando algo que no se aparte de nosotros mismos, como quería decirnos Hesse en Demian.

Por mucho que no tengamos delante las cosas, aunque seamos incrédulos o desecreídos, en el amor hay que creer, incluso hay que ser ingenuos. Pues los sentimientos casi siempre se manifiestan de un modo inconsciente. Pues los miedos, las dudas, las inhibiciones forman parte de él. Y porque la vida es la que nos posee a nosotros.

Gracias, Otredad, Gourmandise y Atenea, un beso!

lo dijo sylphides

Está bonito volver a la edad de la inocencia, uno siempre es inocente de aquello de lo que se enamora, pero una cosa es la inocencia y otra es la simpleza (que es lo que ocurre en el Cándido de Voltaire), y normalmente la persona inocente nunca sabe que lo es.
Son de esas cosas que no se enseñan sino que se aprenden.
felices noches!

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