Los comportamientos anticíclicos del gasto público son ciertamente útiles para nivelar los ciclos económicos. Pero en el caso de España no estamos en una transición ordinaria de los acostumbrados ciclos económicos.
En el caso de España estamos ante la desaparición de un sector sobredimensionado que llegó a representar según algunos estudios alrededor del 20% del PIB. Me refiero naturalmente al sector inmobiliario, en el lustro en que durante varios años España construyó casi tantas viviendas como Francia, Alemania y Gran Bretaña juntas (200 millones de habitantes frente a 45) y la década en que el 65% del crédito se enterró en ladrillos improductivos, generando la enorme e inútil deuda privada actual.
El reciente gasto público mal realizado (plan-E) ha sido mero despilfarro, y en vez de apagar el incendio sólo ha retardado la inexorable combustión que llegará los próximos años. Y curiosamente donde se ha aplicado austeridad (nueva reducción en I+D para el año que viene, fin del cheque bebé) es donde el país necesitaba apoyo público para garantizar su futuro.
A España le resta algo de recesión y muchos años de crecimiento cero o cuasi cero. Sólo se saldrá de esa situación años después de empezar a aplicar las políticas correctas, cuando éstas hayan tenido tiempo suficiente para cosechar resultados. Primero hay que empezar a dejar de aplicar las incorrectas (como el citado recorte en Ciencia).
España sigue pensando en el corto plazo. Ese siempre fue y sigue siendo nuestro gran problema.