Sólo es una realidad en el sector industrial y en menor medida en el de bienes de consumo, pero que se está contagiando al sector servicios , pero se ha extendido al sector servicios precisamente a través de la extendida “externalización”.
La deflación presenta algunos grandes riesgos. Por un lado, incentiva el atesoramiento al retrasarse las decisiones de compra de los consumidores y empresarios interesados en los precios más bajos de mañana. Por otro lado agudiza el problema del endeudamiento porque aumenta el valor real de las deudas al incrementarse los tipos de interés reales (por eso el generalizado proceso de amortización de deuda empresarial). Las empresas no tendrían capacidad para fijar precios presionando a la baja los márgenes de beneficios y dificultando la recuperación de la inversión, ya que los precios son un determinante del gasto en capital. Por eso la deflación tiene mucho que ver con las expectativas de futuro y poco con la liquidez de la economía.
Poco más puede hacer la política económica global definida por Obama. Primero porque existe la “trampa de la liquidez”, luego porque la política fiscal Keynesiana está atada de manos por las empresas de calificación de deuda y porque la única posibilidad de importar inflación desde China tiene la restricción del dólar-Yuan-Yen-Euro.
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