Y nuestro deseo se dirige a estas nuevas imágenes cinéticas,
numéricas, fractales, artificiales, de síntesis, porque todas son de
mínima definición. Casi se podría decir que son asexuadas como las
imágenes pomo, por exceso de verdad y de precisión. Pero de cualquier
forma ya no buscamos en estas imágenes una'riqueza imaginaria,
buscamos el vértigo de su superficialidad, el artificio de su detalle,
la intimidad de su técnica. Nuestro verdadero deseo es el de su
artificialidad técnica y de nada más.
Lo mismo para el sexo. Exaltamos el detalle de la actividad sexual
como, sobre una pantalla o bajo un microscopio, el de una operación
química o biológica. Buscamos la desmultiplicación en objetos parciales,
y la satisfacción del deseo en la sofisticación técnica del
cuerpo. Así como ha cambiado en sí mismo por la liberación sexual,
éste ya no es más que una diversibilidad de las superficies, un pulular
de objetos múltiples, donde su finitud, su representación deseable, su
seducción, se pierden. Cuerpo metastásico, cuerpo fractal sin esperanza
de ninguna resurrección.
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