McLuhan ve todo esto, de una forma muy optimista, como universalización
del hombre a través de sus extensiones mediatizadoras...
En realidad en lugar de gravitar alrededor de él en un orden concéntrico,
todas las partes del cuerpo del hombre, comprendido su cerebro,
se han satelizado alrededor de él en un orden excéntrico, se han
puesto en órbita por sí mismas y, de golpe, con relación a esta extraversión
de sus mismas tecnologías, a esta multiplicación orbital de
sus mismas funciones, es el hombre el que se hace exorbitado, es el
hombre el que se hace excéntrico.
Todo lo del ser humano, de su cuerpo biológico, muscular, animal,
ha pasado a las prótesis mecánicas. Nuestro mismo cerebro ya
no está en nosotros, fluctúa alrededor de nosotros en las innumerables
ondas hertzianas y ramificaciones que nos circundan. No es ciencia
ficción, es simplemente la generalización de la teoría de McLuhan
sobre las «extensiones del hombre». Simplemente, a fuerza de hablar
de la electrónica y de la cibernética como extensiones del cerebro, de
alguna manera es el cerebro mismo el que se ha transformado en una
extensión artificial del cuerpo, y que por tanto ya no forma parte de
él. Se ha exorcizado el cerebro como modelo, para accionar mejor
sus funciones. Se ha formado una prótesis en el interior mismo del
cuerpo. Así es la espiral del ADN: una verdadera prótesis en el interior
del individuo, de cada una de sus células. Y esto vale para todo
el cuerpo, es el cuerpo mismo el que se ha transformado en una
extensión artificial de sus mismas prótesis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario