instintos de criatura
Nadie llevó más lejos que tú el deseo de aniquilar sus instintos de criatura. Tu total inadhesión a la creación te condujo a esa Abgeschiedenheit, ese desapego que es la condición primordial del apego a la inmortalidad.
En el amor, lo absoluto se interpreta a sí mismo.
Ese temor repentino, surgido de ningún lugar, que creció en mí y que confirmó mi desarraigo, mi consternación de ti, no es «psicológico», no pertenece más que en último lugar a lo que llamé "alma".
En mí resonaban aún los tormentos de la individuación, el viejo combate entre el caos y la forma. No logro olvidar los instantes en los que la materia resistía al amor.
Tu desapego a la vida engendra un gusto por la rigidez. Comencé a ver un mundo de formas rígidas, líneas precisas. Tu gusto por las formas revela una inclinación secreta por la muerte, a la espera de que mi amor se hiele.
En ti hay cada vez más consciencia de lo intemporal y creo que percatarme de ello fue lo que me salvó de todo ese devenir, ya no experimenté alegrías ni sinuosidades, sino un geometrismo, esa predisposición a la inmovilidad que acompaña a toda depresión, y que me llevó a horrorizarme del gusto por las formas. Aún así comprendí y me negué a dejarte solo con tu idea de eternidad en un mundo tan jadeante, pero tú estabas seguro de ti.
Por eso busqué hacer un modo de resistencia entre el caos y la forma, que dependiera ya sólo de mí, para poder entenderte.
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