Dejaré que te conteste Simon Johnson que como Economista Jefe del FMI ha tratado con innumerables plutócratas corruptos. Nadie mejor que él para que te explique como la plutocracia ha capturado al poder político y cómo el problema es de PLUTOCRACIA FINANCIERA y por lo tanto también su solución. El habla de USA pero lo cierto es que nosotros no hemos sido más que lacayos.
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“Las élites financieras estadounidenses jugaron un papel esencial en la creación de la crisis, realizando apuestas cada vez mayores con el respaldo implícito del gobierno hasta que llegó el inevitable colapso. Más alarmante aún, están utilizando su influencia precisamente para evitar las reformas necesarias. El gobierno parece incapaz o sin voluntad para actuar contra ellos.
A los banqueros de inversión y altos funcionarios del Estado les gusta echar la culpa de la crisis a los bajos tipos de interés o mejor aún al exceso de ahorros de la China. Otros se quejan de Fannie y Freddie o a la política del Gobierno para promocionar la propiedad de la vivienda entre sus ciudadanos. Y, por supuesto es axiomático para todos ellos el hecho de que los reguladores responsables de la seguridad y solidez del sistema estaban dormidos.
Pero todas estas políticas – regulación laxa dinero barato, la alianza chinoamericana, la promoción de políticas de vivienda – tenían algo en común.
Todas esas políticas beneficiaron al sector financiero. Cambios políticos que pudieran haber prevenido la crisis hubieran limitado los beneficios del sector financiero— cambios como los ahora famosos intentos de Brooksley Born para intentar regular el Mercado de CDS en 1998 fueron ignorados o barridos.
Jamás la industria financiera ha disfrutado de un trato de favor tan exagerado. En los últimos 25 años, el sector financiero ha estado en estado de boom y se ha convertido en más y más poderoso. El boom comenzó en los años de Reagan y fue ganando fuerza con las políticas desreguladoras de Clinton y Bush hijo. […]
Desde 1973 a 1985, el sector financiera nunca ganó más que el 16% de los beneficios corporativos. En 1986 la cifra alcanzó el 19%. En los 90 osciló entre el 21% y el 30%, más alto que en cualquier otro momento de la postguerra. Esta década, ha alcanzado el 41%. Los salarios también han aumentado dramáticamente. Desde 1948 a 1982, la compensación media en el sector financiero osciló entre el 99% y el 108% de la media de todos los sectores industriales domésticos. Empezando en 1983, se empezó a disparar hasta alcanzar el 181% en 2007.
La gran riqueza que el sector financiero creó y concentró dio a los banqueros un enorme peso político—un peso no visto desde la era de J.P. Morgan (el hombre). […] La resurrección de la oligarquía financiera americana es bastante reciente. Por supuesto, Estados Unidos es único. Y de la misma manera que tenemos la economía más avanzada del mundo, defensa y tecnología, tenemos también la oligarquía más avanzada.
En un sistema político primitivo el poder es transmitido mediante la violencia o la amenaza de la violencia:
Golpes de Estado, milicias privadas y etcétera. En sociedades menos primitivas como países emergentes el poder es transmitido mediante el dinero: corrupciones, mordidas y cuentas en paraísos fiscales.
Aunque el lobbying y las contribuciones a las campañas electorales juegan ciertamente un rol central en el sistema político americano, la corrupción a la vieja usanza—con sobres llenos de billetes de 100 Dólares—es probablemente algo marginal hoy, con excepciones como Jack Abramoff.
En cambio, el sector financiero Americano ha ganado su poder político AMASANDO UNA ESPECIE DE CAPITAL CULTURAL—UN SISTEMA DE FE. Lo que antes era bueno para General Motors era bueno para el país. Seha convertido en lo que es bueno para Wall Street es bueno para el país. Los bancos y el sector financiero se han convertido en los máximos contribuyentes de las campañas políticas. […] Un canal de influencia para este nuevo credo financiero, por supuesto ha sido el continuo flujo de individuos entre Wall Street y Washington. Robert Rubin, que fue co-presidente de Goldman Sachs, sirvió en Washington como Secretario del Tesoro bajo Clinton, y se convirtió después en el Presidente de Citibank. Henry Paulson, Consejero Delegado de Goldman Sachs durante el largo boom, se convirtió en Secretario del Tesoro bajo George W.Bush. John Snow, el predecesor de Paulson, dejó el cargo para convertirse en presidente de Cerberus Capital Management, una gran firma de private-equity que cuenta también con Dan Quayle entre sus ejecutivos. Alan Greenspan, después de dejar la FED se convirtió en consultor de Pimco, la mayor empresa del mercado de bonos.
Ese tipo de conexiones personales fueron multiplicados en los niveles inferiores en las tres últimas administraciones, fortaleciendo cada vez más y más los lazos entre Washington y Wall Street. Se ha convertido en casi una tradición que los empleados de Goldman Sachs ocupen cargos públicos al dejar la firma. […] Durante mi periodo en el FMI me quedé anonadado sobre el fácil acceso que los financieros líderes tenían a las altas esferas gubernamentales y lo entrelazados que estaban ambas carreras profesionales. Recuerdo de forma muy nítida una reunión de principios de 2008—a ella atendían políticos punteros de unos cuantos países ricos—en la cual la persona que presidía el acto proclamó con la aprobación general, que la mejor preparación para convertirse en gobernador de un banco central era trabajar primero en la banca de inversión.
Una generación entera de políticos ha sido hipnotizada por Wall Street, totalmente convencidos siempre que lo que decía el banco era siempre cierto.
De esta confluencia de financiación de campañas políticas, conexiones personales y la ideología que siguió emergió una política desreguladora que ahora visto en perspectiva resulta pasmosa:
• Insistencia de movimiento libre de capitales internacional;
• Derogación de leyes creadas en la Gran Depresión para separar la banca comercial de la banca de inversión;
• Prohibición del Congreso para regular los CDS;
• Incremento de apalancamiento permitido a la banca de inversión;
• Un ligero (quizá mejor decir invisible?) apoyo a la SEC en su labor de supervisión regulatoria;
• Acuerdo internacional para que los propios bancos midieran su propio riesgo;
• Un fracaso intencionado para actualizar las regulaciones y mantenerlos al día con el tremendo ritmo de las innovaciones financieras.
La oligarquía y las políticas del gobierno no fueron los únicos responsables de la crisis financiera. Hubo muchos otros factores, incluyendo el endeudamiento excesivo de los hogares y los laxos criterios de préstamo en los extremos del mundo financiero. Pero los grandes bancos comerciales y de inversión—y los hedge funds de alrededor—fueron los grandes beneficiarios de la doble burbuja inmobiliaria y mercados de valores de esta década. Cada vez que un préstamo era vendido, paquetizado, titulizado y revendido el banco se quedaba con un mordisco de la transacción.
Debido a que todo el mundo se estaba haciendo más rico y la salud de la economía dependía tanto del sector inmobiliario y financiero, nadie en Washington tenía el más mínimo incentivo para cuestionar nada.
[…]Para estas alturas, los príncipes del mundo financiero han sido desnudados como líderes y estrategas—al menos a los ojos de la mayoría de los americanos. Pero a medida que han transcurrido los meses, las élites financieras han continuado asumiendo que su posición como niños mimados del sistema está garantizada a pesar de la calamidad que han creado.
[…] Parece que los grandes bancos solamente han ganado en influencia política desde que empezó la crisis. Y esto no es sorprendente. Con un sistema financiero tan fragil, el daño que puede causar la quiebra de un gran banco es mucho mayor que lo que sería en tiempos ordinarios. Los bancos han estado explotando este miedo para seguir consiguiendo tratos ventajosos por parte de Washington.
“Las élites financieras estadounidenses jugaron un papel esencial en la creación de la crisis, realizando apuestas cada vez mayores con el respaldo implícito del gobierno hasta que llegó el inevitable colapso. Más alarmante aún, están utilizando su influencia precisamente para evitar las reformas necesarias. El gobierno parece incapaz o sin voluntad para actuar contra ellos.
A los banqueros de inversión y altos funcionarios del Estado les gusta echar la culpa de la crisis a los bajos tipos de interés o mejor aún al exceso de ahorros de la China. Otros se quejan de Fannie y Freddie o a la política del Gobierno para promocionar la propiedad de la vivienda entre sus ciudadanos. Y, por supuesto es axiomático para todos ellos el hecho de que los reguladores responsables de la seguridad y solidez del sistema estaban dormidos.
Pero todas estas políticas – regulación laxa dinero barato, la alianza chinoamericana, la promoción de políticas de vivienda – tenían algo en común.
Todas esas políticas beneficiaron al sector financiero. Cambios políticos que pudieran haber prevenido la crisis hubieran limitado los beneficios del sector financiero— cambios como los ahora famosos intentos de Brooksley Born para intentar regular el Mercado de CDS en 1998 fueron ignorados o barridos.
Jamás la industria financiera ha disfrutado de un trato de favor tan exagerado. En los últimos 25 años, el sector financiero ha estado en estado de boom y se ha convertido en más y más poderoso. El boom comenzó en los años de Reagan y fue ganando fuerza con las políticas desreguladoras de Clinton y Bush hijo. […]
Golpes de Estado, milicias privadas y etcétera. En sociedades menos primitivas como países emergentes el poder es transmitido mediante el dinero: corrupciones, mordidas y cuentas en paraísos fiscales.
Aunque el lobbying y las contribuciones a las campañas electorales juegan ciertamente un rol central en el sistema político americano, la corrupción a la vieja usanza—con sobres llenos de billetes de 100 Dólares—es probablemente algo marginal hoy, con excepciones como Jack Abramoff.
• Derogación de leyes creadas en la Gran Depresión para separar la banca comercial de la banca de inversión;
• Prohibición del Congreso para regular los CDS;
• Incremento de apalancamiento permitido a la banca de inversión;
• Un ligero (quizá mejor decir invisible?) apoyo a la SEC en su labor de supervisión regulatoria;
• Acuerdo internacional para que los propios bancos midieran su propio riesgo;
• Un fracaso intencionado para actualizar las regulaciones y mantenerlos al día con el tremendo ritmo de las innovaciones financieras.
[…]Para estas alturas, los príncipes del mundo financiero han sido desnudados como líderes y estrategas—al menos a los ojos de la mayoría de los americanos. Pero a medida que han transcurrido los meses, las élites financieras han continuado asumiendo que su posición como niños mimados del sistema está garantizada a pesar de la calamidad que han creado.