Como sugiere José Carlos Díez cuando se reúne con alguna gran figura de la economía o de las finanzas, yo también recomiendo ser muy escéptico con las afirmaciones de economistas famosos cuando hablan sobre la economía española y la zona euro, aunque hayan recibido el premio Nobel, dirigido el Fondo Monetario Internacional o trabajado en el Banco de Inglaterra.
Ellos escriben, dan conferencias o asesoran sobre muchos asuntos y no pueden tener un conocimiento detallado de la estructura económica, historia, política, geografía, instituciones, legislación, sociología, mercados de bienes y servicios, de trabajo, financieros, capital humano, de la evolución de la estadísticas y otros muchos asuntos que afectan a la economía de un país (sobre todo si es secundario en el panorama mundial) o a una zona de varios países. Fuera de la nación en la que trabajan o en la que están especializados, su conocimiento es superficial.
Por eso muchas veces hacen afirmaciones generales, según su ideología o su línea de investigación, pero no basadas en datos concretos de un sitio, porque o no disponen de ellos o probablemente no tienen el tiempo necesario para procesarlos y sacar conclusiones.
Es interesante leerles para contrastar información, obtener nuevas referencias y conocer los puntos de vista de gente de alto nivel y con buenos contactos, pero no les creamos demasiado. Eso cuando opinan de buena fe. No digamos ya cuando lo hacen favoreciendo los intereses de entidades financieras, corporaciones, lobbies u organismos que les pagan suculentos honorarios para que den cobertura y respetabilidad intelectual a ciertas posiciones.