domingo, 9 de enero de 2011

la utopía de la disutopía

Es muy posible pues que nos estemos efectivamente acercando -aun si en un sentido muy distinto del de la frase marcusiana- “al final de la utopía”. Lo que explicaría el arrollador auge de ese otro género que la filosofía social conoce hoy bajo el nombre de “crítica de la utopía”.

La crítica de la utopía es lo que se refleja en esas novelas citadas por Plaentxi, de Orwell y de Huxley.

Por tanto ¿utopía, divagación o barbarie?, esto es lo que yo me pregunto.

Tanto el “Estado Unido” de Zamiatin cuanto el del “Mundo Nuevo” de Huxley persiguen fines no innobles, como la felicidad de sus súbditos, aun si ésta linda allí con la despersonalización y la imbecilidad de los mismos, desvirtuados por el uso de medios deplorables, como un poder capaz de cercenar todo asomo de libertad.

Y Plaentxi hace una clara exposición de ello, comparándolas también con el mundo de Orwell.

Para el partido en cuyo nombre habla O'Brien, “el poder no es un medio sino un fin”. Su ideología no es, pues, la del Gran Inquisidor -para quien “el mal es un medio destinado a hacer posible el bien”- sino la del poder por el poder sin detenerse en reflexiones sobre el bien ni el mal, poder cuyo ejercicio conduce en el extremo no ya a la destrucción mental o física del individuo -como en el caso de D-503 o de John el Salvaje en las novelas respectivas de Zamiatin y Huxley-, sino a su destrucción moral, como en el caso de Winston Smith de Orwell.

Cito palabras del filósofo Javier Muguerza:

"La novela de Orwell pudiera interpretarse más bien como un vaticinio a treinta y tanto años vista, como una meditación en torno a los estragos de la ideología del poder por el poder; una ideología que, tras haber trocado en un rostro anodino la torva faz con que Orwell la retrata, vendría en definitiva a coincidir con la de las organizaciones políticas burocratizadas y sujetas a la famosa ley de hierro de Michels, la ideología asumida y encarnada por el "burocratic personality type" de Merton o el "organization man" de Whyte y cuya promoción desde el Estado conducirá a hacerla plasmar en la sociedad totalmente administrada de Horkheimer hacia la que, en efecto, nos encaminamos, si no estamos ya en ella."

El filósofo Cioran también le da otra dimensión intelectual al tema de la utopía, él lo plantea como la necesidad de apostar por la desaparición de los instintos guerreros.

No sé si así es también como lo plantea Plaentxi. Porque dice que los soldados de antes, son ahora los currelas, y que estos necesitan de a su vez las élites financieras porque han vivido de acuerdo a las drogas que éstas le suministran desde el sistema, y yo he sido testigo de estas personas trabajadoras, al verlas despreciar el dinero, es decir, tirarlo delante de quien se lo había dado, porque sólo confíaban en el poder de los plutócratas, y estaban consentidos y seguían jugando a esos instintos guerreros.

Y esto es lo que dice Cioran, él lo plantea aquí como una lucha entre los pueblos viejos y los pueblos nuevos:

"Los pueblos jóvenes no buscan la escapatoria de una ilusión, ven las cosas bajo el prisma de la acción.

¿Qué otra cosa quieren las estructuras societarias viejas sino disminuir nuestras inquietudes por medio del terror y revigorizarnos triturándonos?

Mientras en los jóvenes aviva su furor, hace valer su trasfondo bárbaro y les mantiene despiertos.

Cuando los pueblos viejos adoptan una ideología se les embota, mientras les dispensa esa pizca de fiebre que les permite ese ligero empujón de lo ilusorio..."

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¿Qué otra cosa podemos decir del tabaco? Es otra forma de apostar por la desaparición de los instintos guerreros. El problema es si esto significa más burocratización o está todo el mundo concienciado de que se trata de un problema de salud pública. Sin duda, la ley que regula la convivencia se ha concienciado de este modo.

Desde esta funcionalidad tanto el estructuralismo de Levi, y la estructura familiar, como el constructivismo de Merton y las sociedades burocratizadas, para mí constituyen herramientas de análisis y comprensión de la sociedad. Pero que como filosofías no son suficientes en ellas mismas.

Como dice Javier Muguerza:

"Pero si la noche y la niebla de la disutopía han hecho desaparecer de nuestro campo de visión todo horizonte, más de una razón, tal vez las únicas razones, para no estarnos quietos provengan de la utopía ética, de la crítica de la utopía o disutopía."

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