Un dato positivo puede convertirse en negativo si se mira de forma global. Así ha sucedido con las últimas cifras de ventas al exterior de España, que muestran una clara mejoría frente a la debacle sufrida en el pasado ejercicio, en el que las exportaciones cayeron un 23% en tasa interanual. En los seis primeros meses del año, la recuperación de algunos mercados a los que venden las empresas españolas ha propiciado un crecimiento del 17,7% hasta junio, lo que, sin embargo, no le ha servido para ganar cuota en el conjunto de las exportaciones mundiales, si no más bien para todo lo contrario.
Según los últimos datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), las exportaciones de España hasta junio se elevaron a 119.107 millones de euros, lo que le otorga una cuota del 1,67% sobre el total de las ventas mundiales. Se trata del nivel más bajo de los últimos seis años y un recorte del 7% respecto a la participación obtenida en el anterior ejercicio (1,79%). De este modo, España se sitúa en el puesto decimoséptimo en el ranking de países exportadores, lo que supone un puesto menos que el año pasado en favor de Taiwán.
Pese a que es el tercer año consecutivo en el que la cuota exportadora cae, lo ocurrido este ejercicio difiere a lo acontecido en los dos ejercicios anteriores, puesto que se produce en una coyuntura de clara recuperación de la economía mundial y de los intercambios comerciales. Los últimos datos de la OMC así lo avalan: las exportaciones mundiales se han incrementado un 26,7% en el primer trimestre de 2010, aunque el crecimiento se ha producido a dos velocidades y ha generado una brecha entre países emergentes y países desarrollados.
Las ventas de los emergentes se han disparado entre enero y junio, creciendo muy por encima de la media, mientras que la de los desarrollados han subido, pero en mucha menor medida, lo que ha propiciado que éstas últimas naciones hayan perdido cuota a favor de las menos desarrolladas.
De los veinte mayores exportadores, seis han ganado posiciones respecto a 2009 y cuatro de ellos (Corea del Sur, Rusia, Taiwán e India) son considerados emergentes. En todos ellos, las ventas al exterior han crecido por encima del 26,7%, con casos especialmente excepcionales, como Rusia, donde las exportaciones han subido cerca de un 60% en los primeros seis meses de 2010. Los otros dos que han ganado posiciones (EE UU y Canadá) se han visto beneficiados por sus estrechos lazos comerciales con los países emergentes y con China, que se ha consolidado como el primer exportador mundial, con una cuota del 9,9% sobre el total y una diferencia de 1,5 puntos respecto a su inmediato seguidor.
Cartera diversificada
Pero si hay algún cambio en la clasificación que llame la atención es la constante pérdida de posiciones por parte de Alemania. La otrora mayor exportadora del mundo y primera economía de la Unión Europea perdió el primer puesto de la clasificación en 2009 en favor de China, claramente beneficiada por unos menores costes y por una moneda devaluada, que le han servido para ir ganando posiciones en el escalafón hasta consolidarse en el primer puesto. Y en los seis primeros meses de 2010, EE UU le ha arrebatado la segunda posición, pero no por motivos de política monetaria, si no por contar con una cartera más diversificada en las exportaciones. Los tres mayores socios comerciales son, por este orden, Canadá, México y China, países que no se han visto tan afectados por la crisis mundial como los europeos.
Un panorama radicalmente diferente al de Alemania, cuya cuota ha pasado del 9,26% al 8,49%, ya que, al igual que España depende en gran medida de la salud económica de sus socios europeos. Los dos principales compradores alemanes son Francia y Holanda, con una cuota del 10,1% y del 6,7%, respectivamente. Entre los diez primeros tan sólo figuran dos países (EE UU y China) que no pertenecen a la Unión Europea y de esa concentración procede una gran parte de la pérdida progresiva de puestos en la clasificación.
Todos los países europeos entraron en recesión a lo largo del año pasado y la mayoría ha logrado salir, pero con un crecimiento muy débil, lo que sin duda ha recortado su capacidad de compra. Si a ello se le unen los planes de ajuste que han tenido que acometer para recortar los abultados déficit fiscales y cumplir estrictamente con el Pacto de Estabilidad, la capacidad para ganar cuota de mercado en el contexto de las exportaciones mundiales es muy escasa. Así se puede comprobar en el ranking de los 25 países más exportadores, en el que cinco naciones europeas (Alemania, Italia, Bélgica, España y Suiza) han perdido posiciones.
España también ha visto rebajada su participación en las exportaciones mundiales por la excesiva concentración de sus ventas en la UE. Uno de cada dos euros que exportan las empresas españolas se dirige a cinco países europeos (Francia, Alemania, Italia, Portugal y Reino Unido). Ese porcentaje se eleva al 56,5% si se amplia el radio a la zona euro y al 68,5% si se trata de la UE.
Consciente de esa debilidad, el Ejecutivo puso en marcha a principios de la actual legislatura los denominados Planes Integrales de Desarrollo de Mercado (PIDM), orientados hacia economías emergentes como China, India, Japón, Emiratos Árabes o Brasil, con el fin de incrementar las ventas a esas naciones. Los primeros resultados de esos planes muestran que los objetivos fijados se están cumpliendo, aunque a un ritmo más lento del previsto inicialmente. De este modo, las ventas a la zona euro han perdido un punto, pasando del 57,6% al 56,5% del total, mientras que las destinadas a países fuera de la eurozona han ganado un punto hasta el 43,5%, lo que supone el nivel más alto de los últimos cinco años.
De hecho, España ya destina más del 10% de sus exportaciones a los países emergentes, con un especial protagonismo para Turquía o los países del Golfo Pérsico. Turquía se ha convertido en el segundo socio comercial de España fuera de la UE, sólo superado por EE UU, mientras los países del Golfo Pérsico, ya absorben el 3% de las ventas al exterior.
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