Las reformas laborales de 1984, de 1994 y de 1997 no consiguieron nada semejante. La primera incentivó y flexibi-lizó la contratación, pero al coste tremendo de aumentar la temporalidad: la tasa de temporalidad que era en 1983 del 4%, pasó a ser en 1993 del 33%. La reforma de 1994 intentó reducir la temporalidad, con nuevos contratos de aprendizaje y a tiempo parcial, sin conseguir el objetivo. Y la reforma de 1997, hecha por el PP, intentó de nuevo con un contrato indefinido, para personas entre 18 y 29 años, o de más de 45 años -¿y qué con los de 30 a 45?-, con indemnización de 33 días por año. Esta reforma tampoco varió la alta tasa de temporalidad. Como concluye Julio Segura en una excelente síntesis sobre estos fracasos, ha quedado demostrado que sin una reducción de la indemnización y una generalización a todos los que buscan trabajo será imposible un contrato indefinido que funcione.
¿Por qué es fundamental y necesario ahora ese contrato? A mi juicio, porque sería un pilar básico del cambio de modelo productivo que precisamos. La contracción de la construcción en 5 o 6 puntos del PIB, exige una formación de los trabajadores mucho mejor que la anterior, para nutrir el aparato productivo. Sin esto, la tasa de paro estructural, se mantendrá por encima del 10%. El Gobierno y los sindicatos que, con razón, desean una economía más productiva y con caídas soportables del empleo en tiempos difíciles, tienen una responsabilidad enorme.
¿En qué dañaría, si se respetan los derechos que tienen los trabajadores actuales, que se establezca un nuevo contrato, para asentar una economía de mayor estabilidad y productividad? ¿Cómo va a ser peor una contratación indefinida, aun con menor indemnización por despido, que la situación actual de un 50% de los jóvenes, sin arraigo en las empresas y despedidos cada 6 o 12 meses, o, incluso cada semana?
La función fundamental de ese nuevo contrato es incentivar que el empleo que se cree sea estable y permita que los trabajadores adquieran una formación profesional, que las empresas se interesen en ellos y que les convenga no despedirlos en tiempos difíciles.
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