La sequía mata a 550 personas y se ensaña con los más pobres, muy castigados por el desplome de las remesas desde EE. UU.
Hambre y muerte en Guatemala
JOAQUIM IBARZ - Guatemala Enviado especial
Tenemos hambre señor, los niños no tienen qué comer. Sólo avena podemos darles, no es suficiente. Enferman y mueren", comenta desesperanzado Efraín González, dirigente comunal de la aldea de San José, en la provincia guatemalteca de Zacapa.
Trescientas familias de las comunidades Los Limones y San José viven en máxima penuria por una sequía persistente que ha arrasado los campos de maíz y frijoles. La pérdida de cosechas y el desempleo agudizan las carencias de las familias de un municipio en el que el 68,17% de la gente es pobre y el 29,44% vive en extrema pobreza.
"Las semillas germinaron, pero después se secaron de sed. Las plantas crecieron el 30% de su tamaño normal, pero el grano no se desarrolló. Las mazorcas parecían podridas porque necesitan 90 días de lluvia. Este año recibieron escasamente 10 días", comenta Efraín en el portal de su casa de adobe, donde ha vivido durante 29 años. El campesino explica: "De seis campitos que sembramos, sólo sacamos cuatro sacos de frijoles y maíz, no es suficiente para mantener a la familia. Hemos perdido cerca del 80% de la cosecha".
La falta de precipitaciones y el desplome de las remesas que enviaban los familiares desde Estados Unidos ha derrumbado la economía de subsistencia de muchas zonas rurales de Guatemala. Según un estudio del Ministerio de Salud realizado entre enero y agosto, la escasez de alimentos causó la muerte de 550 personas, de ellas, 54 niños. En los últimos meses la cifra ha aumentado, pero no se dispone de estadísticas confiables.
Luisa López arrulla a su nieta Jennifer, de dos años; su cuerpecito sin desarrollar hace que parezca un bebé de menos de un año. "Se sienta y se queda inmóvil, sin ganas de jugar", dice Luisa, de 39 años, mientras mece a la niña. "Tiene dos años y aún no camina", añade.
El estado enfermizo de Jennifer se observa en otros niños de las 673 comunidades que padecen la sequía; según Unicef, el 49% de los niños guatemaltecos menores de cinco años sufre de desnutrición crónica, la cifra más alta de toda América Latina y la cuarta en el mundo. A pesar de no ser tan pobre como Haití, Guatemala duplica los casos de desnutrición del país caribeño. En zonas de mayoría indígena, puede afectar al 85% de los niños.
Según el Observatorio para el Derecho a la Alimentación, la peor sequía en 30 años ha afectado a diez provincias con la pérdida de un 80% de los cultivos de maíz y frijoles. La situación más crítica es la de los niños del corredor seco, integrado por 10 de las 22 provincias del país, donde el 1,3% de la población corre el riesgo de morir de hambre.
Más de la mitad de los 13,3 millones de guatemaltecos vive en condiciones de pobreza. Su principal sustento es la agricultura, afectada cada año por las sequías o las inundaciones que provocan la pérdida de cosechas. La población, en su mayoría indígena, cultiva sus propias tierras, que no cubren sus necesidades básicas.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU ha distribuido 20 toneladas de galletas nutritivas en 164 comunidades de las áreas más castigadas.
La falta de lluvias amenaza con sumir a más de un millón de personas en la hambruna. Según el Gobierno, 54.000 familias sufren una situación dramática por falta de alimentos. Se teme que otras 400.000 se vean afectadas.
El presidente ÁlvaroColom ha decretado el estado de calamidad pública. "Alimentos hay, pero la gente no cuenta con recursos para comprarlos", dijo. Además de los efectos de la sequía y de la crisis, Colom admite que una larga historia de desigualdad provoca vergonzosos índices de extrema pobreza y desnutrición.
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