miércoles, 28 de octubre de 2009

la corrupción es una enfermedad incurable

LA CORRUPCIÓN ES UNA ENFERMEDAD INCURABLE

La vuelta a la palestra judicial por corrupción de los senyores Macià Alavedra y Lluís Prenafeta, ya imputados hace treinta años por corrupción, me confirma en una impresión que yo ya tenía: que la corrupción es una enfermedad incurable. Qué casualidad que hoy sale también a la luz (ABC, pág 46) la confirmación por el TS de la sentencia por uno de los casos más flagrantes y desvergonzados de corrupción: la venta del 49% de la Empresa de Servicios Funerarios de Madrid, negocio no sólo boyante sino en pleno auge en aquel momento (1992), por ¡CIEN PESETAS! a una firma privada, operación gestada por Luis María Huete, uno de los mayores sinvergüenzas que han pasado por ese ayuntamiento de Madrid, condenado a sufrir a gestores insufribles. Por cierto, estos prevaricadores habían sido absueltos por sentencia anterior de un sedicente tribunal de Justicia. Para que vean ustedes lo que es capaz de abarcar la corrupción.

El que pone el cazo por cada paso que da lo hace probablemente porque cree que ése es el único camino. Fíjense que además en todos los ayuntamientos a los que llega la policía con su alarde de furgonetas y cajas vacías para hacer un registro, siempre hay ciudadanos a la puerta que dicen: "Esto ya se sabía", "Esto se veía venir". Sin embargo, en muchos casos esos "sospechosos" tenían mayorías importantes en sus ayuntamientos. Esperen a ver los votos que saca Camps en las próximas autonómicas.

Además hay casos en Francia (LA VANGUARDIA, pág 6: "Pasqua [ex ministro de Interior] y un hijo de Mitterrand, condenados por el 'Anglogate'". "La justicia francesa castiga una venta de armas a Angola en los 90") e Italia (EL PAÍS, pág 6: "Un tribunal italiano confirma la prisión para el abogado Mills". "Los jueces acreditan que Berlusconi le pagó para prestar falso testimonio". Ya saben ustedes, como dice Portela, que los jueces italianos son todos una pandilla de izquierdosos a los que sólo les preocupa acabar con Berlusconi. Esto último no lo dice Portela, sino el propio Berlusconi). .

Una palabra que sale hoy en varios medios, a propósito de la corrupción, es "transversal". En LA VANGUARDIA, pág 10, "Golpe transversal". "El alcalde de Santa Coloma, Bartomeu Muñoz (PSC), detenido por corrupción. Lluís Prenafeta y Macià Alavedra, acusados de ilícitos beneficios urbanísticos". En la contraportada de PÚBLICO, "La alarma social", Ignacio Escolar dice: "No hay nada más transversal que el dinero negro: y así, en la santa comunión de la pastuqui, los mismos políticos que en público son incapaces de pactar ni la hora, en privado comen de la mano de un mismo constructor".

Si tiene interés por saber más cosas del "alcalde socialista" de santa Coloma de Gramenet, lean BARTOMEU MUÑOZ: El alcalde colomense que vive en Barcelona [El Periódico de Catalunya | Política].

La alarma social

Ignacio Escolar

Puede que la política haga extraños compañeros de cama, pero sólo la corrupción puede conseguir que además de sexo haya boda, aunque sea por interés y sin amor. La última prueba ha aparecido hoy en Barcelona, donde Garzón ha pescado en una misma red a varios ediles socialistas junto con algunos ex altos cargos del gobierno convergente de Jordi Pujol. No hay nada más transversal que el dinero negro; y así, en la santa comunión de la pastuqui, los mismos políticos que en público son incapaces de pactar ni la hora, en privado comen de la mano de un mismo constructor. Lo que el ladrillazo unió no hay votante que lo separe.

¿Todos los políticos son iguales? ¿Son todos unos corruptos? Quiero pensar que no, y también que no todos los partidos tratan igual a sus manzanas podridas. Pero es obvio que el ladrillo feroz no sólo dejó 3,8 millones de pisos vacíos, un horroroso paseo marítimo casi ininterrumpido desde Francia a Portugal y una crisis económica que es hoy la envidia de Europa. La nefasta herencia de la burbuja inmobiliaria española también incluye una numerosa colección de ladrones con sueldo público que se forraron a costa de nuestro dinero, de las hipotecas que pagaremos durante décadas. Cada semana asistimos, ya sin sorpresa, a otra nueva operación contra la corrupción, a la evidencia de una nueva chorizada. Y es aquí donde echo en falta a los políticos honestos y comprometidos, esos que al segundo suceso macabro proponen cambiar la ley del menor. Ante la innegable alarma social que provocan estos casos, ¿para cuándo un endurecimiento de las leyes contra los corruptos? Sé la respuesta. Es sólo una pregunta retórica.

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