LA ENTREVISTA DE ESTHER ESTEBAN / CELESTINO CORBACHO
"Afrontaremos una reforma laboral en el futuro, para adaptar el mercado a nuevas demandas"
Su trabajo se llama Trabajo, pero la pesadilla del Ministerio que dirige se llama paro. Aunque intenta no perder la esperanza, se le nota que las dificultades son muchas y que seguirá tragándose a diario el sapo de una mala cifra. Pero no tira la toalla. "En primavera veremos el final del túnel", asegura.
ESTHER ESTEBAN
La entrevista con el ministro de Trabajo e Inmigración se celebra en el Senado a las pocas horas de conocerse que en el mes de octubre otras 100.000 personas pasarán sus lunes al sol. No se muestra sorprendido cuando le preguntan, a bocajarro, si alguien tiene la solución a tal sangría e intenta, por todos los medios, demostrar que la tendencia no es mala. Aunque hace ya año y medio que ocupa la cartera, en su presencia se sigue teniendo la sensación de que nunca será un político de moqueta y despacho, sino un hombre curtido en la cosa pública a pie de calle.
Tal vez, por eso habla de dramas familiares detrás de cada cifra y se atreve a augurar que para las próximas elecciones hablaremos de la crisis como un mal recuerdo del pasado. Se muestra en contra de los subsidios per se y dice que patronal y sindicatos se entenderán sí o sí.
Pregunta.- El paro en octubre ha vuelto a subir en casi 100.000 personas. ¿Hay motivo para la esperanza?
Respuesta.- A mí, evidentemente, me gustaría que esa tendencia cambiara y recibir datos positivos. Aun reconociendo que el dato de octubre es negativo, creo que podemos afirmar que se está produciendo una atenuación en cuanto a la destrucción de empleo si lo comparamos con los datos del año pasado, que en el mismo mes fue de 190.000, es decir, el 50% más. Eso me hace tener un punto de esperanza y pensar que probablemente estamos saliendo del túnel.
P.- Vamos, que en unos meses cambiará la tendencia…
R.- Creo que para la primavera que viene los datos del paro van a cambiar de una manera importante. Sé que no se va a crear empleo al mismo ritmo que se destruyó, pero sí mejorará respecto a lo que estamos viendo.
P.- Pues, si eso es así, de cara a las elecciones generales el PSOE, que baja sustancialmente en las encuestas, puede haberse recuperado, ¿no?
R.- Creo que la crisis para el año 2012 va a estar ya en una fase superada, y confío y deseo que en las próximas generales hablemos de la crisis como algo que ya pasó. Lo deseo fervientemente, no por las elecciones, sino por lo que representa el paro en sí, porque detrás de un parado hay una persona, una familia y un drama. Desde el inicio de la legislatura, en abril del año pasado, se han perdido un millón y medio de puestos de trabajo, y eso son un millón y medio de dramas personales.
P.- Pero mientras tanto, muchos creen que estrategias como el Plan E son sólo pan para hoy y hambre para mañana…
R.- El plan E ha cumplido el objetivo que pretendía, que era actuar de choque, a corto plazo, y ayudar a que 14.000 empresas, que habrían desaparecido, se mantengan. Gracias al Plan E han podido aguantar y más de 400.000 personas están empleadas. Dicho esto, el Gobierno es el primero que entiende que el siguiente Plan E no puede ser una repetición mimética del primero, sino que debe tener como objetivo generar empleo pero no de corto plazo, sino de más recorrido.
P.- Ese nuevo plan que arrancará en enero, ¿en qué consiste exactamente? ¿Cuál será la diferencia?
R.- Le pondré un ejemplo. Si el primero tenía como objetivo arreglar o asfaltar una calle, porque de lo que se trataba era de dar empleo inmediato a empresas y personas, el segundo tendrá que orientarse a construir un equipamiento para que, cuando se inaugure, siga funcionando, creando empleos distintos a los de la construcción. Una guardería la construye el sector de la construcción, pero cuando abre sus puertas es el personal especializado quien trabaja allí. Ése es el punto de diferencia del segundo Plan E.
P.- ¿Qué les responde usted a quienes afirman que están convirtiendo España en un país de subsidiados y no de empleados?
R.- Primero, que si no se hubiera ampliado el subsidio, tal como ha hecho el Gobierno, probablemente hoy podríamos tener muchas personas que estarían condenadas a la exclusión social. Yo no estoy a favor de los subsidios per se, pero sí estoy a favor de la red de protección social. Lo que hacemos en un momento de crisis como la actual es extender la red de protección social para acoger a gente que caería al suelo y quedaría desamparada, sin ninguna protección. Dicho esto, es evidente que, en la medida que la economía vaya mejorando y genere empleo, hay que retroceder en los conceptos del subsidio para dedicar más recursos a las políticas activas. Ahora, hay que concebir las políticas activas como la política de la protección social. Pero en el momento que la situación económica mejore y empiece a generar empleo, lo que hay que hacer es invertir en formación, en innovación y en políticas activas.
P.- Vamos, que el subsidio no es caridad, sino solidaridad…
R.- Por supuesto. El subsidio es solidaridad y cohesión social. La caridad es otra cosa. Hay quien la practica un día a la semana y se olvida los otros seis de la suerte de esas personas.
P.- Menuda tiene usted liada con los empresarios. Es difícil encontrar en Europa un Gobierno enfrentado tan brutalmente con la patronal…
R.-Es evidente que una situación como la actual nos presiona a todos: al Gobierno, a los sindicatos y a los empresarios; a todos. Pero yo quiero mirar al futuro más que al pasado. Gobierno, sindicatos y empresarios estamos obligados a entendernos, por el interés general de España. Ahora, lo prioritario es que en una mesa de negociación bipartita, de empresarios y sindicatos, desbloquee los convenios colectivos, lo cual es muy importante para el presente y el futuro de este país.
P.- Dice Díaz Ferrán que el mundo empresarial desconfía del presidente Zapatero. ¿Eso no le preocupa?
R.- Ésa es una apreciación muy subjetiva por parte del señor Díaz Ferrán, que en cualquier caso no se corresponde con la realidad. Atribuirse que lo que él piensa es lo que piensa el 100% de la organización que representa sería una exageración. No es cierto que toda la clase empresarial española desconfíe de este Gobierno, aunque a algunos les pueda gustar más que gobierne la derecha.
P.- Tal vez sea casualidad, pero hay quien cree que la posición que critica el presidente de la CEOE está siendo respondida por el Gobierno con una durísima campaña contra él y sus empresas.
P.- No. En absoluto, desde el Gobierno no se ha orquestado ninguna campaña para desprestigiar al presidente de la CEOE. Yo deseo que el señor Díaz Ferrán, si tiene algún problema con sus empresas, lo supere, que le vayan lo mejor posible y que tenga mucho éxito. El Gobierno ni ha perseguido ni persigue ni a la CEOE ni a su presidente.
P.- ¿Qué posibilidades hay de que se recomponga el diálogo social?
R.- Estoy convencido de que, a pesar de las dificultades, los sindicatos y la CEOE llegarán a un acuerdo, sí o sí. Y que más pronto que tarde se recompondrá el diálogo social. Es evidente que, si se desbloquean los convenios colectivos inmediatamente, tenemos que poner en marcha el diálogo social tripartito. Y creo que sería altamente positivo, no porque el diálogo social en sí mismo vaya a ser el que resuelva todos los problemas de la Humanidad, sino porque es un espacio donde podemos discutir cosas.
P.- Perdone la obviedad: ¿quién crea trabajo en este país?
R.- El trabajo lo crean las empresas y las medidas económicas del Gobierno.
P.- ¿Y cómo es posible que los creadores de empleo estén a tortas con la que está cayendo?
R.- No estamos a tortas. Sólo hay algunas diferencias de criterio. La crisis económica se ha cebado con las economías de los países desarrollados, y en España inmediatamente se han hecho ajustes de plantilla. Cuando una empresa va mal, lo primero que hace es despedir a los trabajadores. Y en otros países de Europa lo que hacen es ajustar horarios y sueldos, a ver si pasa el temporal. No se ajustan plantillas. Ése es el camino que hay que andar. La discusión no se puede centrar en las indemnizaciones por despido, sino en ver qué políticas ponemos en marcha para animar la contratación. Por ahí deben ir las cosas.
P.- Oiga, ¿y por qué le da tanta alergia hablar de reforma laboral?
R.- A mí no me da alergia, en absoluto, hablar de reforma laboral. Es más, creo que un país que renuncia a reformas serías es un país que renuncia a avanzar. Reformas sí, las que hagan falta, pero todas a su tiempo.
P.- ¿Me está diciendo que el Gobierno socialista no descarta hacer una reforma del mercado laboral a medio plazo?
R.- Bueno, en el futuro, en un contexto de reformas del sistema productivo, habrá que apostar por una economía más internacionalizada, más competitiva, y adaptar nuestro mercado laboral a las nuevas demandas. Será entonces cuando deberemos afrontar una reforma del mercado laboral.
P.- ¿Qué siente cuando oye decir que Cándido Méndez tiene más influencia que usted en el Gobierno?
R.- Eso no me preocupa lo más mínimo por algo obvio: que Cándido Méndez representa a un sindicato, a la UGT, y tiene la influencia que tiene en su sindicato. En el Gobierno no tomamos las decisiones en función de lo que piensa Cándido Méndez, sino en función de lo que consideramos que hay que hacer en cada momento. No es cierto que estemos al 100% de acuerdo en todo lo que dice UGT o CCOO.
P.- Pues da la sensación de que Cándido Méndez es un ministro más. ¿En qué no está usted de acuerdo con él?
P.- Los sindicatos a veces plantean cosas que no nos gustan. Yo no estoy a favor de la política del subsidio permanentemente. En cambio, los sindicatos han pedido no los subsidios, sino una renta universal mantenida en el tiempo. Lo que sí reconozco en los sindicatos es que han dado muestras más que sobradas de responsabilidad y en esta crisis, si en lugar de tener unos sindicatos como los que tenemos y hubieran salido a la calle en el minuto 1, se habría destruido mucho tejido productivo.
P.- Ministro, ¿nuestras pensiones están en peligro? La Comisión Europa ya ha dicho que, si no se reequilibra el gasto social, hay riesgo.
R.- No, nuestras pensiones están plenamente garantizadas. Yo, con un exceso de prudencia, dije a principio de año que la Seguridad Social acabaría este año con un superávit de entre un 4% y un 5%, entre 3.000 y 4.000 millones. Y es probable que acabemos el año con un superávit por encima de los 6.000 millones. Hay que hacer reformas en la Seguridad Social, sin duda, pero no porque tengamos una crisis y estén en riesgo las pensiones, sino porque esta sociedad dentro de 25 años será diferente de la actual y, si no hacemos reformas ahora, sí que dentro de 20 años las pensiones pueden tener problemas.
P.- ¿Y usted por qué cree que las bonificaciones a las contrataciones han perdido su eficacia?
R.- Cuando se hace una bonificación para un solo concepto, un colectivo específico puede motivar el interés por parte del empresario de aprovecharse o utilizar esa bonificación. Pero cuando se universaliza la bonificación, se ha comprobado que no es eficaz. Hay que revisar el sistema, aunque se respeten los compromisos adquiridos hasta ahora.
P.- ¿Y qué pasa si una empresa ha contratado a alguien por tres años y tenía derecho a una bonificación?
R.- Eso se respetará, pero para el año próximo hay que dar esas bonificaciones a colectivos concretos; por ejemplo, a los jóvenes.
P.- Por último, dígame. ¿Qué le parecen las noticias inquietantes que llegan del Alakrana? ¿Garzón ha puesto al Gobierno en apuros?
R.- Primero, quiero trasladar mi comprensión y solidaridad a las familias. El Gobierno está trabajando y realizando gestiones diplomáticas y operativas. Trabajamos también en el ámbito de la operación Atalanta con las autoridades somalíes, con el objetivo de que la tripulación vuelva sana y salva cuanto antes. Paralelamente, se llevan a cabo actuaciones judiciales, y lo que está en ese ámbito el Gobierno no lo cuestiona.
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