miércoles, 18 de noviembre de 2009

la inmigración

Parece que, según contaba LA VANGUARDIA del 29 de octubre, pág 4, esta inmigración sobre la UE se ha reducido un 20% en 2009, así que el muro quizá pueda desmantelarse. Un gambiano llamado Kalilu Jammeh concede una entrevista a LA VANGUARDIA (La contra) con el título: "Si llego a saber lo que iba a pasar, no hubiera emigrado".

Los inmigrantes solucionan ahora un problema a la economía española. Por ejemplo, han evitado el crecimiento excesivo de los salarios y facilitado mayores comodidades para la vida cotidiana de las clases medias, pero ha obligado a un mayor gasto público local en servicios sociales de integración. Pero ahora pueden constituir una fuente de problemas sociales del tipo de "los extranjeros quitan el trabajo a los españoles". Al fin y al cabo son las clases bajas quienes sufren directamente los perjuicios derivados del excesivo crecimiento de la inmigración.

La inmigración actúa siempre por reclamo. Existe una cadena de "voces" que informan en Polonia, Rumanía, Nigeria, Marruecos, Colombia o Ecuador que no es fácil entrar en España, pero que, una vez dentro, es todavía muy fácil quedarse y encontrar vivienda y empleo. Los inmigrantes son personas emprendedoras que, para llegar, se endeudan y arriesgan atravesando casi toda Europa, el Estrecho, el Sahara o el Atlántico. Si en España no hubiera habido empleo disponible no habría crecido tan deprisa la inmigración "hay empresarios que dicen que no en encuentran un trabajador español". Este desajuste, que no es nada nuevo, se produce por varias razones: hay gente que en realidad no quiere trabajar; quienes no quieren un trabajo fijo y que se conforma ganándose la vida de varias formas chapuceras o ilegales; hay gente que no quiere trabajar por debajo de sus conocimientos o expectativas, o por salarios bajos, y que se refugia en la solidaridad familiar; hay gente que recibe diversas subvenciones públicas sin verse incentivada / empujada / forzada a cumplir la exigencia de "buscar trabajo de forma activa"; hay gente que no recibe información sobre las ofertas de trabajo disponibles o que, recibiéndola, no tiene la formación adecuada; y hay gente que no puede trasladarse a trabajar a otras provincias donde hay una oferta de empleo adecuada dada la carestía de la vivienda (es la famosa traba a la movilidad laboral). Los inmigrantes son gentes que no parecen tener problema alguna para vivir aquí de forma ilegal y para trabajar sin permiso para ello. Son visibles, nada ocultos, forman parte de la vida cotidiana en pueblos, medianas y grandes ciudades. Cualquiera que quiera puede contratarlos, pueden encontrarlos sin problema alguno. Nadie los denuncia, porque les son son o les pueden ser útiles.

Debe ser que los empresarios no tienen incentivos a utilizar el sistema de cupos porque tienen a su disposición sin problemas a una multitud de "sin papeles" (es lo que sucede en la construcción o en el servicio casero). En realidad el fracaso de los cupos se debe a que se persigue poco y mal a quienes contratan "sin papeles". Aquí nadie denuncia nunca a nadie. Las cifras disponibles indican que los empresarios descubiertos son sólo los que "han tenido mala suerte". Y los sancionados, unos gafes.

El ministro del Interior sabe perfectamente que los empresarios se verían obligados a utilizar el contingente anual si funcionase una especie de INEM "exterior" y mejorasen los incentivos de la Inspección de Trabajo. Existe ya la suficiente experiencia como para saber que sólo satisfaciendo la oferta de trabajo con una inmigración controlada podría reducirse el atractivo de la inmigración ilegal. Sería un proceso lento, pero irreversible. Los flujos de nuevos inmigrantes tenderían a desplazarse a otros países "más permisivos".

La nueva ley de Extranjería decía que el empresario que contrate "sin papeles" podría "ser denunciado ante la Inspección de Trabajo por competencia desleal, teniendo que afrontar, también, todas las obligaciones que ha incumplido durante el tiempo que ha durado el contrato irregular". El asunto es, como en tantas otras cosas, que las leyes cuenten con medios suficientes para hacer cumplirlas. Quizás esta "dejadez" tenga mucho que ver con el acuerdo en el Congreso de reciprocidad de inmigrantes en las elecciones municipales de 2011, de [según EL MUNDO del pasado 29 de octubre, página 14], "una decena de convenios de reciprocidad sobre la participación en las elecciones municipales de los nacionales de cada país residentes en el territorio del otro, que supondrá en torno a 650.000 nuevos votantes en las elecciones municipales de 2011. De cerrarse los convenios en tramitación, habrá un millón de electores inmigrantes".



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Kalilu Jammeh, emigrante gambiano dedicado a combatir la emigración"Si llego a saber lo que iba a pasar, no hubiese emigrado"VÍCTOR-M. AMELA - 18/11/2009

Tengo 36 años. Nací en una aldea de Gambia y vivo en Sant Pere de Ribes. Estoy casado con una catalana. No tengo hijos. ¿Política? Democracia y desarrollo. Soy musulmán. Presido una ONG que educa a niños gambianos desamparados y promociona la agricultura

¿Qué hacía usted en Gambia?

Era recepcionista en un hotel de Kiloli, ciudad costera con mucho movimiento.

¿Y por qué emigró?

Porque quería prosperar, mejorar, quería una vida mejor.

¿Dónde pensaba encontrarla?

En Europa. Lo primero era llegar a España.

¿Emigra mucha gente en su país?

Desde niño he tenido amigos sin padre: hombres que habían emigrado..., y nada se había vuelto a saber de ellos.

¿Nada?

Nada. Daba igual: mi sueño era desembarcar en el paraíso. Europa era el paraíso soñado: para los africanos, Europa es Eldorado.

¿Qué les hace creer tal cosa?

La televisión y los turistas. La televisión vía satélite nos trae series e imágenes de Europa, atractivas. Y vemos llegar a europeos de vacaciones: personas despreocupadas con dinero para comer, beber, bailar, gozar, gastar... ¿Cómo no vamos a querer lo mismo?

Claro... ¿Y llegan muchos turistas?

A menudo son mujeres europeas con ganas de esbeltos jóvenes africanos...

¿Cómo preparó su asalto al paraíso?

Ahorré de mi trabajo, y un amigo emigrado hacía años a Canadá me envió mil euros.
Desde el 2002 lo intenté dos veces, y a la tercera llegué en patera a Lanzarote, en el 2004. Fueron 17.435 kilómetros a través de Áfricadurante dieciocho horribles meses.

¿Mereció la pena?

Si llego a saber lo que tuve que padecer en ese viaje, ¡me habría quedado en casa!

Pero ahora está aquí... y no se vuelve.

He fundado una ONG para ayudar a niños desamparados y a jóvenes de mi país, y para convencerles de que es preferible intentar prosperar allí que jugarse la vida para llegar a una Europa durísima y hostil. ¡Que mi sufrimiento sirva para evitárselo a ellos!

¿Qué sufrimientos fueron los peores?

¿Sabe lo que es, durante un año, asistir a dos funerales por semana?

¿Dos muertos por semana?

Compañeros de viaje iban muriendo por el camino, y los íbamos enterrando. Ahí empecé a entender por qué no sabíamos nada en Gambia de tantos emigrados...

¿De qué mueren?

Sed, hambre, golpes de calor, ahogos y aplastamientos en autocares abarrotados a través del desierto, mordiscos de serpiente, síncopes, enfermedades, peleas a puñaladas en cajas de camiones, accidentes de tráfico, asaltos de bandidos... Se les entierra y fin.

No suele hablarse de esto...

Sólo un 5% de los que emigran llega a Europa. El resto se ahoga en el mar o se queda en el camino. Algunos, apalancados en lugares perdidos, sin ánimo de volver a su casa...

¿Prefieren no volver? ¿Por qué?

Sus familias se arruinan para darles el dinero necesario para el viaje, dinero con el que en casa podrían vivir durante un año... Por eso volver les avergüenza: después de tantísimo esfuerzo y sueños, volver supone un fracaso insoportable… ¡Antes, la muerte!

¿Cuánto dinero llevaba usted?

Algo más de mil euros en monedas locales, oculta en los talones de los zapatos para evitar hurtos, atracos, sobornos abusivos...

¿Qué sobornos?

A través de Senegal, Mali, Burkina Faso, Níger, Argelia, Marruecos..., los policías te detienen, te piden pasaporte, visas, papeles, te inculpan por cualquier cosa, te detienen... Da igual: siempre acabas regateando con ellos. Pagué para salir de una celda, aunque no me libré de más de una paliza...

¿Cuál fue su medio de transporte?

Autocares, camiones, coches, trenes, mis pies... Y, al final, la patera construida por nosotros mismos en una playa de El Aaiún.

¿Qué fue lo peor?

Bandidos argelinos: asaltaron el camión en que viajábamos, nos desnudaron, nos quitaron el dinero... Una chica se tragó su dinero pero la vieron: la violaron delante de todos, y luego la rajaron con un cuchillo, le abrieron el estómago para recuperar el dinero.

¡Qué espanto!

Durante toda una noche nos metieron en unas cuevas, nos golpearon, violaron a las chicas. De día, afuera, vimos alrededor un área cubierta de huesos humanos...

Buf.

Vi esqueletos y restos de cadáveres humanos durante todo el camino por Argelia y el Sáhara. ¡Esa parte de Áfricaes un cementerio de emigrantes subsaharianos!

Usted sobrevivió y siguió adelante...

En un centro de acogida trabajé un tiempo, gané algo de dinero, seguí luego camino con otros amigos, atravesando el desierto... Fueron muriendo deshidratados y me quedé con su dinero: ese era nuestro pacto...

No sé cómo soportó tanto dolor...

Me juré que si acababa el viaje contaría todo esto en un libro, para que todos lo supieran, ¡y sobre todo en mi país lo supieran!

Y así lo ha hecho.

Ese propósito me dio fuerzas. Eso, y que algunas personas buenas en el camino me ayudaron cuando ya me veía muerto...

Cíteme a alguna de esas personas.

Los guardias civiles de Lanzarote: después de más de un año de sentirme tratado como un animal, ¡me trataron por primera vez como a una persona!

¿Y cómo se siente usted ahora?

Hoy sé que el paraíso no está aquí, que hay que construirlo allí. Si estoy vivo es porque Alá quiere que ayude al progreso de mi país para que otros no pasen mi mismo infierno.

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