Al parecer, desde esta primavera quedaron sin cubrir en España cerca de 100.000 ofertas de trabajo. A la vez, se estima que el paro registrado se ha estancado por encima de las 4.200.000 personas. Alguna de estas dos cifras no debería ser cierta. La tasa de caída de las afiliaciones a la Seguridad Social no es coherente con la de aumento del paro que da el INEM. En unos casos se trata de los descubiertos en el Catálogo de ocupaciones de difícil cobertura que publica cada mes el INEM, como se decía en EXPANSIÓN del pasado 31 de agosto, pág 17, desajustes geográficos entre una oferta de trabajo y una demanda de empleo de españoles, que no pueden acoplarse porque el sistema de información del INEM no funciona y sobre todo porque los españoles no "emigran" entre regiones dada la carestía del precio de la vivienda. En otros casos hay desajustes entre la formación de los trabajadores y la exigida por el mercado: son los famosos colectivos marginados por su escasa cualificación. También hay factores de pura discriminación, como la que se produce sobre los mayores de 50 años, acusados de "inútiles tecnológicos". Pero, en la mayoría de los casos, se trata de trabajos que los españoles ya no quieren hacer porque no les resulta aceptable la relación esfuerzo-salario que se les oferta.
Así que uno de los problemas es el del desajuste formativo. Si los políticos no tuvieran tanto miedo al voto de la clase media, el problema de la sobreformación podría resolverse limitando, vía tarifas, el acceso a los estudios universitarios y aumentando la cualificación de las enseñanzas profesionales. Hay muchas Autonomías donde hay más gente matriculada en Universidades que en FPO. El exceso de formación de los jóvenes españoles produce hoy más frustraciones personales que beneficios sociales.
El otro problema es consecuencia directa de la carestía de la vivienda, que inhibe la movilidad geográfica. De forma tal que la gente con oficios cualificados demandados sólo emigra a otras provincias cuando el aumento salarial es considerable.
El último problema es una consecuencia indirecta de un posible exceso de protección al desempleo. Hay mucha gente cobrando el paro que aceptaría trabajos "penosos" si disminuyese el subsidio por desempleo o si se incrementasen los salarios de los mismos.
Como se ve las soluciones pasan siempre por hacer consistentes aumentos de salarios, precisamente allí donde no se deben subir. Es así como aparecen el exceso de contratos temporales y la inmigración incontrolada como reguladores de este tipo de desajustes salariales.
Así es como se están consolidando en España cuatro marcos de contratos-salarios: los mileuristas, los escaqueados, los funcionarios y los subvencionados. Los mayores de 50 años y las mujeres son carne de cañón de la economía sumergida del fraude en el IVA.
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