El "momento Minsky" es aquél en el que las oscilaciones en los mercados financieros y las crisis que éstas provocan, son inevitables en la economía de mercado, salvo que sean controladas por los Gobiernos y los Bancos centrales". La que empezó en 2007 con Lehman y las subprime de George W. Bush, ha llegado al Gobierno de Zapatero que se ha visto obligado, por mor de los mercados de bonos, a hacerle la limpieza económica que heredará la derecha política española. ¿Es mala suerte? Pues no es mala suerte, sino dejadez, soberbia o ignorancia. Para enfrentarse a una recesión no sólo hay que rodearse de expertos en los que confiar, sino además ser un poco vejete y haber conocido los efectos de otras recesiones del pasado.
Sea como sea, el Museo Canario de Las Palmas cierra por seis meses porque las tres administraciones que lo sostienen no pueden dar ya dinero.
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El momento Minsky:
La tremenda crisis sufrida por los mercados en las últimas semanas ha tenido, al menos, un beneficiario: un economista poco conocido cuyas teorías se han hecho de repente enormemente populares.
Se trata de Hyman Minsky, fallecido hace más de una década, que dedicó gran parte de su carrera a explicar que los sistemas financieros son inherentemente susceptibles a ataques especulativos que, si duran lo suficiente, terminan en grandes crisis.
Esta súbita fama tiene más mérito por cuanto se produce en un momento en que la teoría de los mercados eficientes, desacreditada por completo con el estallido de la burbuja tecnológica y, más recientemente, por el boom de la inversión alternativa, volvía a estar en boga. El consenso de los analistas consideraba a Minsky una especie de radical por su énfasis en la tendencia de los mercados hacia el exceso y el trastorno.
Sin embargo, después de lo ocurrido en las últimas semanas, sus opiniones resuenan desde Nueva York hasta Hong Kong a medida que inversores y economistas tratan de entender lo que está pasando en los mercados. De hecho, se está considerando la reimpresión de sus libros, algunos de los cuales han alcanzado precios de miles de dólares en Internet.
La prueba más clara de esta popularidad es inesperada es la masiva utilización por los analistas de la expresión "momento Minsky": "Las inyecciones de liquidez por parte de los bancos centrales están diseñadas para evitar, o al menos retrasar, un momento Minsky", según Christopher Word, analista de CLSA Group.
Lo de "momento Minsky" se refiere al momento en que los inversores sobreendeudados se ven obligados a vender incluso sus inversiones más sólidas para poder pagar sus préstamos, lo que provoca grandes pérdidas en todos los mercados y una ingente demanda de liquidez que obliga a los bancos centrales a prestar dinero a manos llenas.
Aunque Minsky nació en Chicago, sus ideas no pueden ser más opuestas a las de la famosa escuela de esa ciudad, precisamente la promotora de la teoría de los mercados eficientes. Por el contrario, fue un seguidor de Keynes (el economista más relevante del Siglo XX, padre del new deal y de la explosión del gasto público que convirtió a la posguerra mundial en la mayor era de prosperidad de la Historia). Minsky murió en 1996, justo antes de una década de crisis financieras que han empezado a dar credibilidad a sus ideas: Asia, Rusia, los valores tecnológicos, el crédito corporativo y, ahora, la deuda hipotecaria.
¿Cómo se llega a un momento Minsky ?
Uno de los libros clásicos en momentos de desastre en los mercados es Manias, Panics and Crashes: A History of Financial Crises , de Charles Kindleberger, que se apoya claramente en las tesis de Minsky. En esencia, esta tesis es muy directa: en los buenos tiempos, los inversores asumen riesgos, hasta que asumen demasiados. En algún momento, alcanzan un punto en el que la liquidez que generan sus activos ya no es suficiente para amortizar las montañas de deuda en que incurrieron para comprarlos. Las pérdidas en los activos especulativos motivan que los bancos que prestan el dinero reclamen los préstamos. Y eso provoca el colapso del valor de los activos, según Minsky.
Es decir, cuando los inversores se ven obligados a vender incluso sus activos más seguros para poder pagar sus préstamos, se inicia una espiral bajista en los mercados y se genera una enorme demanda de liquidez. Entonces es cuando se produce el momento Minsky. Algunos analistas, como Paul McCulley, de Pacific Investment Management la mayor gestora de fondos de renta fija del mundo-, creen que ahora nos encontramos en uno de esos momentos.
El mercado inmobiliario es un ejemplo perfecto de esta situación. Cuando los compradores de casas tienen que pagar una entrada del 10% o el 20% para conseguir una hipoteca, y también tienen que aportar documentación que pruebe que pueden hacer frente a los pagos, el riesgo para los bancos es mínimo. Pero a medida que los precios de la vivienda suben, los especuladores entran en el mercado y los bancos relajan la guardia, y ofrecen préstamos sin entrada y con muy poca o ninguna documentación.
Y cuando los precios de la vivienda se estancan o incluso empiezan a bajar, llega el gran problema. Si un banco presta dinero a compradores que han puesto un 20% de entrada y los precios bajan en 25, no pasa nada; pero si la mayoría de la cartera de hipotecas está concentrada en compradores que no han dado nada de entrada y los precios bajan un 2%, el resultado es la quiebra.
¿La bajada de tipos es la solución?
De hecho, algunos analistas habían echado mano de Minsky para alertar de los excesos del mercado en 2006. Jeremy Grantham, de la gestora GMO, advirtió a principios del año pasado que los inversores se habían vuelto demasiado confiados y estaban asumiendo demasiado riesgo, tal como Minsky había predicho. McCulley fue el que acuñó la expresión "momento Minsky" durante la crisis rusa de 1998.
Ahora mismo, existe cierto debate sobre si Minsky apoyaría la acción de emergencia adoptada por la Fed. Por un lado, estaría a favor para intentar de evitar una crisis financiera que puede extenderse al conjunto de la economía; por otro, también estaría preocupado porque estos movimientos son un seguro que da confianza a unos inversores que pueden ponerse a especular de inmediato. Lo que es seguro es que, dondequiera que esté, Minsky estará diciendo: "Os lo dije".
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