lunes, 8 de febrero de 2010

España tiene la mitad de deuda pública que Grecia

España tiene la mitad de deuda pública que Grecia

Carlos Molina - Madrid

La reputación de la economía española sufrió la semana pasada uno de los mayores ataques que jamas había vivido en la historia. Nourel Roubini, profesor de la Universidad de Nueva York, señaló que España representaba una amenaza para la zona euro. Pocos días después, Paul Krugman, premio Nobel de Economía, advirtió del riesgo, "mayor que el de Grecia", que para los países que comparten moneda supondría una caída de España. Y finalmente, el comisario de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, señaló que España y Grecia compartían problemas. Las reacciones no se hicieron esperar: la bolsa cayó un 6% el jueves, y el diferencial de la deuda se disparó a 100 puntos. Grecia cerró ese día con una prima de riesgo de 360 puntos básicos.

El Ejecutivo se ha esforzado en negar el paralelismo con la economía griega e incluso con otros países, como Portugal, cuya estabilidad económica es mayor. El principal inconveniente de la economía española es el desempleo, con una tasa de paro del 18,8%, lo que suponen más de cuatro millones de parados, así como las consecuencia que puede tener sobre las cuentas públicas: un incremento de los gastos en protección, y un fuerte descenso de los ingresos por la reducción registrada en las bases imponibles de naturaleza salarial. Esta gran bolsa de personas sin empleo es el resultado del parón tras quince años de crecimiento continuado, que provocaron un incremento de la población activa sin precedentes. En 1994 había 12 millones de personas ocupadas, y quince años después hay 18 millones.

Dos niveles económicos

España ha incorporado 6 millones de trabajadores en quince años, mientras que el número de parados sigue siendo el mismo, en torno a cuatro millones de personas. Por tanto, tiene una fortaleza potencial considerable comparada con la que puede aportar Grecia o Portugal, que apenas superan los cinco millones de personas ocupadas cada uno. Tal cantidad de ocupados son lo que generan un PIB que en España supera el billón de euros (1,05 billones este año pese a la recesión), mientras que la economía griega y portuguesa producen una cuarta parte que España.

En la comparación de las finanzas públicas, España también sale bien parada. Tiene una deuda pública acumulada algo superior al 50%, y llegará al 72% en 2011, mientras que Grecia ya supera ahora el 100% del PIB, y Porgutal alcanzará el 91% en 2011. Además, mientras España ha controlado las cuentas públicas en los años previos a la crisis, Grecia no ha logrado superávit fiscal en los años de este siglo.

La economía griega está en déficit desde el año 2000 y la diferencia negativa entre ingresos y gastos nunca ha bajado del 3% del PIB. En ese mismo periodo, el déficit español se ha reducido progresivamente desde el 3,4% del PIB hasta registrar superávit en tres ejercicios (2005-2007). La crisis financiera y el crac inmobiliario en España han provocado que el desajuste fiscal crezca al mismo ritmo que en Grecia, según las previsiones de la Comisión Europea, aunque la capacidad para responder no es igual.

Ante el desplome de los ingresos y la caída de la actividad, los gobiernos tendrán que recurrir al endeudamiento para financiar esos déficit. Sin embargo, las posiciones de partida no son las mismas.
Ambos países preparan fuertes ajustes en sus gastos

El riesgo de bancarrota al que está expuesto la economía griega ha obligado a la UE a exigir un plan de ajuste de sus cuentas públicas sin precedentes. El nuevo ejecutivo griego, que asumió el poder en octubre, se verá obligado a reducir la nómina de funcionarios y a bajar los salarios de los trabajadores públicos hasta un 25%, además de preparar una severa reforma del sistema de pensiones.

El escenario en España no es tan dramático, aunque afronta ajustes serios en sus cuentas para los próximos años. El plan de recorte del gasto público por valor de 50.000 millones de euros contempla, entre otras medidas, reducir la tasa de reposición de los funcionarios (sólo se repondrá uno por cada diez jubilados) y moderación salarial durante tres años, además de una reforma del sistema de pensiones.

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El Gobierno griego ha anunciado un recorte del 7,5 en los salarios de sus funcionarios, y en Irlanda ha pasado algo por el estilo. En todos los países de la OCDE que han tenido elecciones, las ha perdido el partido del Gobierno. Insisto: los periodistas se comportan como ingenuos manipulados cuando hablan de conspiración, porque los inversores globales, que han acumulado mucho dinero y que buscan la mayor rentabilidad global, lo único que se preguntan es cómo un país con tanto empleo se puede permitir el lujo de reducir el déficit. Ahí es donde aparecen el miedo y la angustia. Por ahora, los únicos colectivos que no han visto afectados sus ingresos brutos y el valor neto de su riqueza financiera son los jóvenes dependientes, los funcionarios, los jubilados y los acreedores. anunciará Al respecto ha habido en la prensa muchas opiniones durante este fin de semana. Por ejemplo, el famoso Alfredo Pastor llegaba a sugerir en el suplemento dinero de LA VANGUARDIA de ayer, pág 3, "¡Respire hondo!", que Zapatero respirase hondo y, aunque sólo sea por una vez, que escuchase. En la misma línea hablaba Josep Ramoneda en pág 20 del suplemento Domingo de EL PAÍS de ayer


Aluminosis

JOSEP RAMONEDA

El presidente Zapatero, dando tumbos entre las arremetidas del oleaje de la crisis, había conseguido mantener su Gobierno a flote gracias a la ausencia de conflictividad social. Si los mandatos de sus antecesores habían estado marcados por huelgas generales -dos contra Felipe González, una contra Aznar- que, en ambos casos, habían sido señal del inicio de la decadencia, Zapatero parecía haber encontrado una relación privilegiada con los sindicatos que le mantenía a salvo de estos desafíos. De modo que las dudas y las vacilaciones de Zapatero adquirían otro significado si se entendía que su objetivo estratégico era llegar al final de la crisis sin que se hubiera roto la paz social.

Pero la crisis se ha alargado más de lo que la capacidad de aguante del presidente podía soportar y, de pronto, en una nueva muestra de clamorosa improvisación, ha puesto en riesgo el principal argumento que le quedaba de cara a la ciudadanía. Con el repentino anuncio de un aplazamiento de la jubilación y de la consiguiente reforma de las pensiones ha tocado el corazón del imaginario sindical. Y ha entrado en la zona de riesgo que a toda costa quería evitar. ¿Por qué? ¿Qué necesidad tenía el presidente de introducir ahora un tema de calendario largo, como el de la jubilación, que no dará ningún resultado a corto plazo que pueda aliviar la crisis?

La falta de un proyecto y de una línea de navegación clara conduce inevitablemente al tacticismo o al populismo. De todo ha habido en la gestión de la crisis por parte de Zapatero. Pero el factor humano también cuenta. La encerrona de Davos parece haber descolocado definitivamente a Zapatero. Cuando uno hace de la imagen su principal fuerza, el día que la televisión (el espejo moderno) rebota una imagen ridiculizante es difícil no perder los papeles. La sensación que Zapatero ha transmitido esta semana ha sido de desbordamiento. De pronto, lo único importante era hacer un gesto que diera satisfacción a las instituciones internacionales. Y así surgió el bochornoso espectáculo de las pensiones, con sus propuestas y sus desmentidos. Hay situaciones que adquieren una gran importancia política porque disparan un mecanismo de recuerdo que relee en clave negativa todo lo anterior.

Le ocurrió a Aznar con el Prestige, que tuvo el efecto de romper el mito de la eficiencia de los Gobiernos del PP. Y le puede ocurrir ahora a Zapatero, con el giro súbito de las jubilaciones, que pone al desnudo todo lo que hasta ahora se sostenía leyéndolo en clave social. Desde este momento, se amplifica la sensación de improvisación permanente.

Nada es fácil en tiempo de crisis. Es casi una aporía reducir el déficit sin empeorar la recesión. España está en peores condiciones que sus vecinos por la enorme tasa de paro, por el peso del sector inmobiliario, por la alta dependencia del exterior. Para liderar una coyuntura de este tipo es necesario generar seguridad con un discurso claro y coherente, no tener miedo a decir verdades aunque sean antipáticas y ser capaz de mantener una empatía con la ciudadanía que se traduce en la confianza de la mayoría. Pero la primera ley del liderazgo es la administración adecuada de los tiempos. Zapatero siempre ha llegado a la hora equivocada: negando la crisis, primero; minimizándola, después; y dándola por despedida precisamente cuando las costuras de la economía crujían al máximo. El momento Davos ha servido para visualizar que el traje estaba a punto de romperse. Y a Zapatero le ha entrado el pánico.

El calendario ha querido que este sobresalto coincidiera con un nuevo desaire de Obama a Europa. Obama es un presidente cuyas raíces están en África y en Asia. Para él, Europa es un mundo extraño. Y tiene la sensación de que los europeos, con sus retóricas cumbres, le hacen perder el tiempo. Lo ha pagado Zapatero, que era el presidente de turno. Una vez más estamos en el delirio de la imagen. La infantil creencia de que fotografiarse con Obama redime ha llevado a Zapatero al desayuno americano de oración. ¿Qué hace el laico Zapatero en una organización religiosa ultraconservadora, profundamente antisocialista y contraria a la liberalización de las costumbres? Por una foto con Obama, deja unos jirones de dignidad y defrauda a quienes le han acompañado en la lucha por los derechos básicos, frente a la Iglesia católica y sus grupos de presión. Otra bandera que se marchita. El problema del tacticismo de la imagen es que hay un día en que la realidad emerge y se pone en evidencia que los pilares que sostenían el proyecto político eran pura aluminosis.

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El Tesoro anunciará esta semana su Estrategia de Financiación para 2010, documento inapreciable para todos esos analistas, sobre todo en lo que se refiere a la deuda a corto. Este mismo mes podrán ver subastas de letras, bonos y obligaciones desde tres meses hasta 30 años. Ya les he dicho que, si ustedes tiene algo de dinero, esperen para comprar deuda española y viviendas un 50% más baratas sobre el valor de tasación.

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