martes, 9 de noviembre de 2010

el proteccionismo por Jose Carlos Díez

En el gráfico anterior puedes ver cómo el dólar se desplomó después del Acuerdo del Hotel Plaza en 1985 donde Alemania y Japón asumieron una fuerte apreciación de sus divisas. Ese desplome del dólar explicó el boom de exportaciones. El euro ya está próximo a esos niveles y el yen también por lo que Obama viaja a Asia para presionar a los chinos, a los indios y al resto de países para que aprecien sus divisas. El dólar está de nuevo en mínimos de finales de los ochenta pero la distribución ha sido asimétrica, los europeos y los japoneses ya hemos asumido lo nuestro y ahora les toca al resto, sobre todo a los BRICS donde los tipos de cambio deben ajustarse a la mejora de su productividad y renta por habitante.

De momento el mensaje es en son de paz. Pero varias veces repite que su misión es defender los empleos e intereses de las empresas estadounidenses en Asia. Por eso urge al Asean, la unión aduanera asiática, para eliminar aranceles a productos americanos y homologarlos con los que pagan sus empresas en EEUU. Estas cosas deberían negociarse multilateralmente en la OMC pero parece que no hay tiempo para alcanzar consensos y todos tienen prisas.

El proteccionismo es un dilema del prisionero en el que la falta de cooperación lleva a todos los jugadores a alcanzar una solución no óptima. Los economistas siempre estamos en contra pero los dilemas del prisionero son parte de nuestra vida y no por casualidad y hay que gestionar el desorden para al menos minimizarlo.

Merkel ha advertido esta semana sobre el proteccionismo pero está haciendo todo lo posible para evitar que ACS tome el control de su principal constructora o cuando negociaba la ayuda a Opel la condición era mantener el empleo en las fábricas alemanas. Nosotros hicimos todo lo que estuvo en nuestra mano para impedir que una empresa alemana comprase Endesa. Los británicos le están haciendo la vida imposible a Ferrovial en BAA. El mismo Reagan, un icono liberal, impuso aranceles a varios productos japoneses en los ochenta. Los chinos mantiene su tipo de cambio infravalorado, los últimos estudios serios estiman que entre un 15-20%, y subvencionan también con bajos tipos de interés a sus empresas para seguir ganando cuota mundial y continuar reduciendo la pobreza. Los indios mantienen el mismo tipo de cambio real que en 1995 y mantienen protegidas muchas industrias con elevados aranceles. Los brasileños se quejan de la llegada de flujos especulativos pero también tienen aranceles para productos industriales superiores al 50%. Los japoneses tienen la mayor protección de productos agrícolas del mundo. Etcétera.

Suenan tambores de guerra y como te anticipé es por el empleo, las divisas son simplemente una de las armas que se van a utilizar. ¿Qué podemos hacer en España? Sin duda ir de la mano de nuestros socios europeos. La historia nos enseña que cuando nos alejamos de Europa los españoles caemos en la autarquía y reaparece el fantasma de la pobreza y la infelicidad. Incluso en estos momentos tan tristes para el proyecto de europeo donde no hay un problema de liderazgo, el problema es que uno de los líderes, Alemania, quiere recuperar poder político, cualquier solución, por mala que sea, es mejor que la alternativa para España.

Europa es una unión aduanara, o sea hemos eliminado los aranceles entre nosotros y mantenido con los de fuera, de más de 400 millones de consumidores con alto nivel de poder adquisitivo. Hemos neutralizado el riesgo cambiario, no tenemos deuda externa y equilibrio en nuestra balanza exterior. Todo esto hace que estamos bastante protegidos de la guerra, aunque no somos inmunes. Europa es el único sistema financiero capaz de sustituir al dólar por lo que nuestra divisa estará fuerte sí o sí. Por supuesto debemos pelear para no asumir más depreciación del dólar, como están haciendo nuestros políticos, pero sobre todo debemos ser abanderados de reanudar la ronda de Doha en la OMC y apostar por el multilateralismo.

Cómo decía Keynes “cuando piensas que va a llegar lo inevitable, surge lo imprevisto” La solución de este complicado problema está por escribir pero sabemos que no será la óptima. Lo que si podemos decir con certeza es que no van a faltar cosas que contar.

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