lunes, 15 de noviembre de 2010

la era mítica y teológica

yo no creo que hayamos salido todavía de la era mítica ni de la teológica, es decir, seguimos ahí.

Sí, porque como sostiene Jeremy Rifkin, la humanidad se ha desarrollado desde el principio, según grandes eras (mitológica, teológica, ideológica, psicológica…) y hoy hemos entrado en la empática.

En la era mítica lo natural y lo sagrado todo estaba mezclado, los hombres y los dioses compartían los elementos de la naturaleza; con el pensamiento teológico sin embargo se creó una distancia entre lo “sagrado”, que era un saber que sólo conocían los teólogos, y lo “natural” que obedecía a los hombres y a lo humano.

Desde ese momento el saber de alguna forma fue capturado por una élite o por una cúpula del saber, por decir así.

Hoy día, el saber sigue operando por la “creencia” en un saber “sagrado”, o al menos en un saber en cierto modo que se nos oculta al pueblo, llámese ciencia, economía financiera, o cualquier otra estructura de poder. En cierta manera no hemos podido salir de ahí.

Sin embargo, con la empatía, tal vez podamos sentir que desde luego podemos también aprender a relacionarnos, incluso a estudiar, a poder ocupar un puesto mejor integrado, porque esa “distancia” desde luego la debemos romper, entre lo natural y lo sagrado, porque todo está relacionado.

Y aún así en la economía estamos esperando a ver si es la Política la que decide o es la misma desregulación del Sistema, y se dice que el sector financiero es específico porque se cae por contagio, luego hay que salvarlo. Pues salvemos lo que haya que salvar. Desde luego la empatía no puede perderse y es una de las mejores cosas para sobrellevar las diferencias.

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Ayer me di cuenta que Dragó no era sagitario sino libra, pero es sagitario en el horóscopo chino (que allí se llama Rata a este signo, el horóscopo chino está relacionado más con la buena fortuna de Júpiter). Sin embargo, se puede mantener la comparación que hice, pero al ser Libra, lo que más le está preocupando ahora a Dragó el es problema del envejecimiento, no sólo el suyo (que desde luego es una bendición lo bien que lo lleva) sino el de la población.

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La superpoblación siempre ha sido una de las razones favoritas para explicar la pobreza, la confusión en torno a esta cuestión daba lugar a conclusiones que los países pobres podían considerar con cierta justificación como racistas, ya que los países ricos e industrializados con una elevada densidad de población -digamos por ejemplo Holanda, con 477 personas por kilómetro cuadrado- suelen afirmar que la pobreza de Bolivia, por ejemplo, se debe a la superpoblación, aunque la densidad de población de ese país sólo sea de siete personas por kilómetro cuadrado.

Aquí se pasa por alto la relación entre modo de producción y densidad de población con la misma inconsciencia con que se pasa por alto la relación entre modo de producción y estructura política.

Sánchez Dragó habla de construir cúpulas y templos con un dinero que sale del contribuyente de una economía consumista, pero realmente él tampoco observa esta importante diferencia, la relación con la estructura política, que es lo único que realmente nos podría servir para cambiar esta relación.

Por eso Alemania tal vez no aprobaría el exámen de Economía pero en Política habría sacado un sobresaliente, porque está haciendo las cosas con ese pensamiento, o al menos está intentando sobreponerse a la implacable ley del beneficio económico.

No creo que ese dinero sólo sea para financiar la riqueza de una minoría y su afán de consumo, sino que retornaría también a las clases medias o trabajadoras, y necesitamos que se vuelva a consumir, todo es una espiral, si tuviéramos que hablar de un problema filosófico yo hablaría mejor del problema del “eterno retorno”. Me parece que ahí está la clave, en saber retornar, y en concebir la vida como un ser biológico que crece, se desarrolla y muere, y no como un ciclo puramente matemático.

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