Buenas tardes, estos días no sé qué pasa que no funciona mi blog de libro de arena, y estoy como desconectada de un buen número de amigos y la sensación es extraña.
Sin embargo, he seguido con Virginia Woolf esta semana, intentando tener sensaciones apaciguantes con ella, o bien trayéndola a mi realidad.
Lo más importante de esta semana ha sido mi salida por el barrio de santa cruz con la guitarra, ha sido impresionante la acogida de la gente, y también la generosidad; nunca hubiera pensado; no, no hay crisis, no puede haberla, o al menos ya estamos en el camino de una recuperación o de una confianza; y han sido muchas cosas, desde ver que no se olvida la música que yo compuse con 18 años, y es que yo antes que nada tengo memoria musical, a veces me he quejado de no tener buena memoria, sobre todo para fechas y nombres, pero en cuanto a la música no me puedo quejar, y es la originalidad de mi música lo que me ha mantenido en la música, creo que es esto, lo que hace que ahora yo cante de nuevo; no porque no me interesa ya cantar por Rosana o por Alex Ubago, no eso no; mi música sobre poetas como Pedro Salinas o Luis Cernuda es muy personal, mi voz es muy personal; si pudiera elegir o tener una referencia yo diría que me quedo con una mezcla de Marina Rossell, Luis Llach y de Mercedes Sosa, que para mí son voces todas ellas muy peculiares, y es que mi música se puede comparar algo con estas voces creo yo. Y además estoy perfilando mi música, ahora incluso veo que canto mejor que antes y todo se debe a que he matizado mucho mi voz; la cual al principio tenía apagada, creía que no tenía voz; por lo menos tengo que estar media hora calentando la voz para que la voz empiece a salir a desgarro como a mí me gusta, tengo que estar alimentada bien, para que mi voz tenga peso y fluya; es muy rara está sensación de ver cómo la voz tiene distintas modulaciones con cada entonación, con cada matiz gravitatorio, con cada cuidado físico del cuerpo; es increíble.
Y creo que todo ha coincidido con la felicidad de los chinos, porque he descubierto un restaurante nuevo donde los fideos con gambas los ponen en gran cantidad y ademas mas barato todavía que el del centro; y porque los japoneses se pasan un poco con los precios; ahora me comprometo a ahorrar con los chinos; los únicos que veo saben cuidar de la felicidad y de la economía; lo que más me gustó es encontrarme a varias parejas de ancianitos comiendo en el restaurante su pollo con almendra o su cerdo agridulce con su ensalada y se cuidaban bien, y en ellos se admiraba cómo había resistido el amor entre ellos, era lo mejor, su paso lento al pasar junto a mí, iban muy despacito, pero el amor era eso, lo que habían pasado durante todo este tiempo para llegar a un domingo y estar juntos comiendo en este restaurante chino que posiblemente sea uno de los que mejor nos alimenten en esta ciudad. Cuando pedí el postre es que a mi me encantan las frutas de mango y lychees en almíbar con flan pero ademas me pusieron nueces con miel, en fin, me llené muchísimo y pagué solo la mitad de lo que estoy acostumbrada en otros restaurantes, por eso me fui mucho más contenta, y estuve tranquila en un buen ambiente pudiendo leer a gusto, y tambien con mi guitarra acústica llevándola como trasto que me acompañaba, así pasé mi fin de semana.
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