Las perspectivas de diferencial de tipos del dólar contra el euro son mínimas por lo que tendrá que ser el billete verde el que se deprecie para hacer atractiva la compra de activos estadounidenses para los no residentes.
Por lo tanto, disipada la cortina de humo que aducía al euro todos los problemas globales, el Consejo del BCE podrá centrarse en los dos temas importantes: que hacen con su política heterodoxa de acceso a la liquidez y cuál es el escenario de crecimiento e inflación de la zona euro que condicionará sus decisiones sobre tipos de interés y en ambos problemas la situación alemana, el verdadero cáncer europeo, condicionará sus decisiones.
La clave para evitar una depresión fue la decisión del BCE y de la Fed de dar acceso ilimitado a sus subastas de liquidez. Eso frenó la necesidad de las entidades de vender activos para reducir sus necesidades de financiación. La venta de activos acentuaba la deflación y descapitalizaba a las entidades, obligando a los estados a inyectar capital. Los mercados financieros distan de funcionar con normalidad y la liquidez de los bancos centrales es el pilar estructural de la recuperación económica en la que estamos inmersos.
En junio vencen 465.000 millones de euros de una subasta a un año de 2009 y hay dudas sobre cómo va a refinanciar el BCE esa cantidad. Hay una subasta a seis meses con acceso ilimitado a finales de este mes por lo que lo normal es que el BCE anuncie que hasta septiembre no está en cuestión el acceso ilimitado para evitar sobredemanda en la subasta de seis meses y acrecentar el exceso de liquidez en el sistema hasta junio. La banca alemana acapara un tercio de la liquidez suministrada por la autoridad monetaria, tres veces más que los bancos españoles, y serían los más perjudicados por la decisión, especialmente los Landesbank.
En las perspectivas de crecimiento, aunque la zona euro tiene un saldo estructural de su cuenta corriente equilibrado, a diferencia de EE UU, dentro del área también hay desequilibrios locales. Alemania mantiene un superávit estructural, derivado de su enfermiza tasa de ahorro familiar, mientras otros países, principalmente España han mantenido déficits que equilibraban el agregado.
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