jueves, 18 de marzo de 2010

la frialdad: vivir sin emoción

La frialdad: vivir sin emoción.
Cada vida está tejida por las emociones que la componen. Pueden ser emociones agresivas, resentidas y desconfiadas, o pueden ser emociones luminosas, generosas, curiosas, abiertas a la vida. Salimos con ellas al mundo.
Las crítica hacia la capacidad de ponerse en la piel de los demás surgen de un miedo ancestral a la emoción. Debido a una larga tradición que ha enfrentado la razón a la emoción, nos cuesta combinarlas y equilibrarlas. Pero la emoción no tiene por qué ser irracional, no tiene por qué ser descontrolada ni subjetiva. De hecho, las emociones descontroladas no señalan emociones más plenas: delatan solamente emociones desordenadas.
Las críticas también surgen del miedo adicional a asumir demasiadas responsabilidades por la vida de los demás. Pero para aquellos que tienen, en cualquier sentido, la vida de los demás en sus manos -maestros, médicos, políticos, jueces, enfermeros...- la coherencia vital, personal y social, parece imprescindible.
En los países latinos sin embargo se valora sobre todo la vida desde el punto de vista familiar y personal: lo social parece cosa del gobierno, de normas impuestas para reprimir los intereses personales de cada uno.
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El anverso de la pereza es la creatividad, que canaliza los excesos de energía que derrocha el cerebro humano. De la pereza estática a la creatividad misteriosa y fluida.
Motivación, trabajo e inspiración son ingredientes corrientes en la creatividad.
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