jueves, 1 de abril de 2010

la esencia de las prácticas contemplativas

Elsa Punset:
29 Marzo 2010 a las 10:41 pm
Hola. Creo que el interés por las prácticas budistas se debe a varios elementos. Os comento uno que a mi me parece sobresaliente: hablar de plasticidad cerebral implica que podemos influir de forma directa en nuestro cerebro. Todavía no sabemos muy bien cómo, pero estamos descubriendo que una de las formas más sencillas y eficaces de hacerlo es a través del propio pensamiento, por ejemplo a través de las prácticas contemplativas. Los budistas han mantenido estas tradiciones de forma muy activa a través de la meditación, y como algunos monjes están colaborando en distintos laboratorios de neurociencia, podemos medir determinados aspectos de sus prácticas. Dado que los resultados son muy llamativos, se habla mucho de ellos últimamente. ¿Significa esto que todos hemos de convertirnos en monjes budistas? ¡Por supuesto que no! Los humanos formamos un ecosistema emocional y social muy variado. Cada camino es único, afortunadamente.

Y la esencia de lo que nos podría beneficiar con las prácticas contemplativas también puede conseguirse por otros medios (afecta a tres funciones fundamentales del sistema nervioso: la regulación, el aprendizaje y la selección). En términos concretos, estamos hablando, por ejemplo, de lograr centrar la atención (una capacidad bastante olvidada en nuestra sociedad occidental sobre-estimulada), de activar determinadas partes del cerebro, o de filtrar algunas emociones perjudiciales- envidia, estrés, exceso de irritación, de ira y de preocupación… que hacen sufrir y desgastan a las personas. Esto se puede lograr pintando, cantando, creando, caminando… o meditando, que es una herramienta sencilla, rápida, barata y aparentemente muy saludable (el neuropsicólogo y escritor Rick Hanson dice que la atención plena es para la mente lo que el ejercicio aeróbico es para el corazón.) Richard Davidson es uno de los neurocientíficos que intenta aplicar, con cierto éxito, estas técnicas a las vidas de los occidentales atareados, entre los que nos incluimos casi todos. Un abrazo.
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