domingo, 5 de septiembre de 2010

la radiación gamma por Demetrio Santos

La Radiación Gamma

Vicente Cassanya

Demetrio Santos no solo es un estudioso de la Astrología desde los años 50 del pasado siglo, sino que, además, no para de investigar haciendo labor de campo a pesar de su avanzada edad. Demetrio es un sabio, y solo por eso, habrá que estudiar su nueva obra con mucho respecto, especialmente tratándose de un tema como La influencia de la radiación Gamma, donde el autor expone una serie de mediciones realizadas por él mismo para llegar a teorizar incluso la 4ª ley de Kepler.




Demetrio Santos no solo es un estudioso de la Astrología desde los años 50 del pasado siglo, sino que, además, no para de investigar haciendo labor de campo a pesar de su avanzada edad. Demetrio es un sabio, y solo por eso, habrá que estudiar su nueva obra con mucho respecto, especialmente tratándose de un tema como La influencia de la radiación Gamma, donde el autor expone una serie de mediciones realizadas por él mismo para llegar a teorizar incluso la 4ª ley de Kepler.

Demetrio Santos cree que es hora de revisar los conceptos cosmológicos, y esta obra puede servir de base como reflexión para una nueva teoría del influjo de los astros. Probablemente es el libro más complejo del investigador hasta la fecha, que ya es decir, donde no faltan las matemáticas de nivel elevado ni las referencias físicas que vetan su entendimiento a muchos posibles lectores.

Pero, si está en lo cierto el autor –se trata de un trabajo arriesgado y que aún encierra incógnitas-, estamos ante el principio de la demostración de los efectos de los planetas sobre los seres vivos y de entender un poco más el porqué y el cómo de esos influjos.

Publicamos aquí unos extractos del libro, publicado a principios de este año 2010.

“2….

Visto de un modo general, el campo de la radiación comprende dos grandes divisiones, correspondientes a la estructura de la materia: La radiación ordinaria, centrada principalmente en la luz y el calor (y sus interconexiones con campos electromagnéticos), que vincula las estructuras moleculares y atómicas del Universo químicamente, y la radiación gamma, que interviene en las transformaciones de los nucleares y sus estructuras.



4. El primer sensor –el principal- del hombre es su propio organismo biológico. Un aparato de medida mecánico puede amplificar la sensación o influencia una vez descubierta, pero el aparato no la inventa, y es sólo un auxiliar que la amplía, pero también puede deformarla: toda medición modifica lo medido.

La Astrología, como resumen de antiguos conocimientos sobre el ambiente y el Universo, utiliza sensaciones e inhibiciones del viviente, y no hay sensor más perfecto. El hombre antiguo, carente de los instrumentos auxiliares de hoy, aplicó la introspección –sensaciones internas-, obteniendo resultados comparables y aún más allá de los científicos: el hombre, como creador, ha de ser superior a su criatura…



5. Nuestra actual “ciencia experimental” imaginó primero el Universo como un conjunto de cuerpos aislados –planetas, estrellas, soles- emisores de luz –que es lo que los hacía visibles-, en un espacio prácticamente vacío, ajustados a reglas matemáticas. Y, sin embargo, ya Platón, recogiendo viejas doctrinas, postulaba que la materia cósmica se forma con redes cristalinas –estructuras- no sólo en sólidos, sino en líquidos, gases y plasma, los “elementos” del Universo de los antiguos.



Porque siendo todo viviente una simbiosis, también afecta a unos u otros microorganismos y bioestructuras y puede alterar el equilibrio biológico (antiguos sanatorios tuberculosos): la radiación no destruye toda vida -la selecciona-, y en los propios reactores nucleares sobreviven ciertos microorganismos. Parece confirmado el efecto curativo de la radiación en la tosferina, donde se observó que un simple paseo de un niño en avión a determinada altura producía su curación (experimentos ca. 1950); parece confirmarse en otras patologías.



10…

Es sabido que los astronautas pierden gran cantidad de Ca [calcio] durante su permanencia espacial atribuible a la fuerte acción gamma (300 veces más intensa que en el suelo), aunque en principio se creyó debido a la ingravidez.

Parece así que los paleolíticos ya conocían, por experiencia o intuición, esta valor terapéutico de las cuevas calizas, que no eran simples protectores contra el frío de la glaciación, y está el ejemplo de la Cueva de Altamira (ca -15.000 E.C), quizá un verdadero sanatorio u hospital, cuya función hoy así podemos entender. La propia divinidad (Sant Illana) asignada al lugar responde a un santuario/sanatorio –tiempo de la cronología lunar- donde se curaban algunas enfermedades gracias a “la diosa” sin duda, aunque ese conocimiento fuera solo intuitivo del hombre paleolítico.

La curación en cuevas dio lugar a esta doctrina terapéutica, y se extendieron por todo el mundo conocido, aunque se ignorase la causa real de las curaciones.

(Este extracto fue publicado el pasado mes de abril en la revista Tu Suerte)

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