lunes, 20 de diciembre de 2010

el amor de pareja, a través del alma y el cuerpo

Esto de encontrar pareja en la vida se está convirtiendo en un arte difícil.

Lo que mueve y dirige a las personas es el amor y el dolor. Somos mamíferos, y lo principal es estar conectados y el principal sufrimiento también es los problemas de relación o de conexión. Esto es lo que nos mueve, todo lo demás viene a continuación por añadidura.

Probablemente no tenemos suficiente percepción del bien que hacemos y de cómo nos quieren y como queremos nosotros porque nos paramos sólo en lo material. Sí, es la percepción de la fuerza del amor.

Nos aferramos a este pasado y nos volcamos en este futuro. Y nos cuesta vivir centrados en el presente, en lo que podemos hacer hoy, hoy por hoy.

Hay una herramienta muy poderosa y es que nos planteamos, quién sería yo sin este pensamiento. A menudo nos dejamos atrapar por cosas pues ya que no tienen remedio. Y realmente la vida es un proceso de transformación, yo creo que eso a veces lo olvidamos.

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No puedes llevar una vida basada sobre el odio.
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Hay que amar lo que es, es decir, apoyarnos en la realidad tal como es, amar lo que somos, porque he visto a muchas personas sufrir porque luchan contra sí mismos.

No se puede construir sobre el odio o la exclusión. Simplemente sobre el amor a los demás y el reconocimiento que cada uno hace lo que puede. A lo mejor son cosas que a ti te han dolido pero hay que reconocer que es lo que se ha podido hacer en muchos casos.
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Quejarse baja la vitalidad de las personas. Sí.
Como quien se opone a los hechos sufre.

Y a veces hay algunos hechos que nos lleva un tiempo integrarlo pero ahí a veces uno tiene que luchar contra los hechos.

Sí, contra los hechos que pueden suceder mañana. No los que sucedieron hace veinte años. Ni los que sucedieron ayer, es decir, la realidad actúa y actúa a veces sin saber por qué. Y podemos cambiar lo que ocurrirá mañana.

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Dicen que cada vez más existen lo que llamamos matrimonios de amigos, un 20% en España, pero en Japón hasta un 40 %, y esto es así porque la mujer se siente muy sola muchas veces y porque existe también en este país una cierta tolerancia del hombre hacia la prostitución. Así que entre estas dos sagradas instituciones vamos sobrellevando la convivencia en la pareja.

Lo que sí es cierto es que un matrimonio que funcione sin sexo, esto hace que no sea satisfactorio del todo, y es que el sexo es muy potente en la relación de pareja. Y realmente lo que sucede es que en las parejas estables ese amor apasionado del principio termina mutando hacia una relación estable y con una relajación del deseo.
No obstante, si hay cierta ternura y cierta intimidad personal yo creo que eso es lo que se está buscando, y con eso ya es satisfactoria una relación entre personas adultas, pues no se le puede pedir lo mismo a unas personas jóvenes que empiezan que a unas personas maduras que deciden casarse.

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Razón y fe

Releer a Maimónides y su Guía de Perplejos y encontrarme que es tan actual hoy día. Descubrir que fe y razón no son absolutamente incompatibles, porque la razón tiene que ver con el futuro y la fe es la que nos da esperanza, a su vez, para confíar en la razón.

Y por otra parte ese camino de los descarriados que traza Maimónides, incluso para los que, bien encaminados, se encuentran desconcertados, inciertos, confusos. Y busca la conciliación posible la búsqueda de esa posible por ambas partes complementariedad.

Y cuando Séneca, Epícteto, hablan de algo que nos previene de los futuros males, de un desconsuelo vital, no hacen sino lo mismo. Otorgar un papel a la razón -pero que es una razón que nace del escepticismo, una razón que ya nace negada.

Pero esa misma razón no deja de serlo porque busca ciegamente sino precisamente por eso es una razón en tentativa de razón, y tiene más razón de ser. No deja todo al deseo ciego, ni a la afanosidad ni a la extenuación vital.
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Dejar de juzgar a la pareja

Si dejas de investirla de “yoidad”, la mente pierde su cualidad compulsiva, formada básicamente por la constante tendencia a juzgar y a resistirse a lo que es, creando así conflicto, drama y más dolor. De hecho, en el momento en que dejas de juzgar y acepta lo que es, eres libre de la mente. Has creado espacio para el amor, para la alegría, para la paz. Primero dejas de juzgarte a ti mismo; después dejas de juzgar a tu pareja. El mayor catalizador del cambio en las relaciones es la aceptación total de tu pareja tal como es, dejando completamente de juzgarla y de intentar cambiarla. Eso te lleva inmediatamente más allá del ego. A partir de entonces todos los juegos mentales y el apego adictivo se acaban. Ya no hay víctimas ni verdugos, ni acusadores ni acusados. La aceptación total también supone el final de la condependencia; ya no te dejas arrastrar por el patrón inconsciente de otra persona, favoreciendo de ese modo su continuidad. Entonces o bien os separáis -con amor-, o bien entráis juntos más profundamente en el ahora, en el Ser. ¿Es así de simple? Sí, es así de simple.

El amor es un estado de Ser. Tu amor no está fuera; está en lo profundo de ti. Nunca puedes perderlo, no puede dejarte. No depende de otro cuerpo, de otra forma externa. En la quietud de tu presencia puedes sentir tu propia realidad informe e intemporal: es la vida no manifestada que anima tu forma física. Entonces puedes sentir la misma vida en lo profundo de los demás seres humanos y de las demás criaturas. Miras más allá del velo de la forma y la separación. Esto es alcanzar la unidad. Esto es amor.

Ekhart.
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La conexión afectiva:

El entendimiento sexual es fundamental en la pareja, no es accesorio. El sexo es un elemento de comunicación emocional que ayuda a compensar otros problemas de comunicación; es una expresión de unión y fusión mutua que expresa la complicidad y la solidaridad entre dos personas.

Comprender el contexto emocional del sexo ayuda a no instrumentalizar a los demás, a no utilizar a la otra persona, al menos sin su consentimiento explícito. Aprender a amar no significa sólo conocer los rudimentos de la sexualidad, sino la riqueza emocional que puede comportar y el peligro de herir a los demás. Se ama desde el respeto al otro, desde la empatía a sus necesidades y sentimientos.

Si pretendemos en cambio que el sexo es una necesidad puramente biológica y lo despojamos de su dimensión emocional, lo relegamos a un nivel menor en la relación de pareja. El sexo en la pareja es un nexo de unión fortísimo.

Explicar el sexo también desde esta perspectiva emocional y psíquica ayudaría a darle la relevancia que tendrá en el futuro para su vida en pareja.

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Respetar los límites:

Seguimos muchos de los textos de inteligencia emocional de Elsa Punset y a través de su libro “Brújula para navegantes emocionales”Amar no da derecho a apropiarse o invadir el espacio privado de otro individuo.

Tampoco resulta lícito asimilar la vida y las emociones de otra persona como si nos perteneciesen. Estamos invitados a compartir esta vida, no a arrollarla. De forma similar el adolescente debe aprender no sólo a respetar el espacio de los demás, sino a hacer respetar su propio espacio. Una pareja que exije que el otro renuncie a ser él o ella mismo, a sus amigos, a sus aficiones o intereses, está mostrando una evidente falta de respeto hacia los demás.

Las personas tienen distintas capacidades para asimilar y aprender. Respetar a los demás implica también el respeto a su particular ritmo de asimilación y de crecimiento, y ese elemento debe estar presente en los juicios acerca del comportamiento de los demás. A veces el ego puede resultar susceptible y desconfiado y hacernos reaccionar de forma brusca ante los errores de los demás (“esto yo no me lo merezco”, “si cedo ahora no habrá marcha atrás”…) Conviene aprender a no juzgar a los demás desde esa perspectiva egocéntrica, sino desde un lugar menos posesivo, más empático y más compasivo. De nuevo un adolescente o un adulto con una buena autoestima, a gusto con sus emociones, tendrá la intuición natural de lo que es aceptable y de lo que no lo es y podrá apartarse de determinadas situaciones sin entrar en espirales de emociones negativas, como la tristeza o la ira. La solidez emocional lo ayudarán a refugiarse, en tiempos difíciles, en los afectos de su entorno cercano, en su sentido de pertenencia al mundo, en sus aficiones y en la lealtad a su propia persona.

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el amor condicional

Poco a poco olvidamos lo que es el amor sin condiciones. Cuando llegamos a la edad en la que establecemos relaciones íntimas, hemos olvidado cómo se ama de forma natural e inocente. El amor se ha convertido en moneda de trueque y se crean los patrones emocionales negativos, entre ellos los de dependencia y de dominación: seguridad y protección a cambio de cuidados emocionales. Los adultos renuncian así a relaciones entre iguales, sin condiciones, que les permitan crecer y fortalecerse, apoyando a la pareja, pero centrados en su propia individualidad.

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Epicteto dijo: “No nos hacen sufrir las cosas sino las ideas que tenemos de las cosas”.

Uno de los obstáculos fundamentales a los que se enfrentará el adulto en sus relaciones íntimas será aprender a amar de nuevo desde el amor incondicional, tal y como se ha descrito.

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El miedo a las inundaciones emocionales

La inundación emocional es el miedo de los hombres a verse abrumados por sus emociones. Esto es una desventaja emocional para vosotros, los hombres, porque la mujer no se siente inundada del mismo modo.

Lo que hace que ocurra esto muchas veces es precisamente el hecho de que vosotros interceptáis aquellos sentimientos que son especialmente más potentes como el miedo, la ira, la tristeza o la ansiedad, pero por lo mismo tenéis más probabilidades que las mujeres de verse engullidos por estas emociones porque teméis perder el control.

Por eso a veces os cerráis en banda, porque tenéis miedo a perder el control. En general esto se supera con una buena educación emocional, enseñando a reconocer que la emoción no es debilidad. Estoy hablando del papel de los hombres o el de la inhibición masculina, de modo general, pero no quiere decir que se pueda generalizar a todos los hombres y mujeres.

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Esta sociedad nos da facilidades para hacer el amor pero no para enamorarnos, dice Antonio Gala

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La ecuación entre amor romántico y amor de pareja

La ecuación que solemos hacer entre amor romántico y autoestima personal es errónea aunque nos resulte casi automática. Porque amar al otro, o ser amado por alguien tiene muy poco que ver con nuestra valía personal y mucho en cambio con la conexión, imaginaria o real, entre dos personas. El amor se parece más a una respuesta química instintiva que a una evaluación objetiva de las personas. Nuestra autoestima no debería depender de los vaivenes del amor romántico que siguen su propia lógica.

Todo esto en la madurez se controla mejor ya, pero en la juventud nos sigue como un espejismo. Y proyectamos lo que buscamos o lo que nos da valor.

Lo fantasioso o propio de los santos:

Lo que me interesa de la santidad, quizá sea el delirio de grandeza que esconde detrás de sus delicadezas, pero yo nunca me consideré una santa. Los apetitos inmensos disfrazados de humildad, la insatisfacción que oculta su caridad.

Todo esto que tú ocultas o que me achacas a mí, mi enamoramiento inmaduro es para disimular esa otra locura tuya propia de los santos, reconócelo así, o ¿no?

Mis enamoramientos aunque sean fantasiosos, yo no lo creo así, son el alimento real en el que yo pongo toda mi ilusión. Y es lo único que me sostiene. A veces el hombre no quiere verlo porque casi siempre hay una lucha de poder, o le estoy disputando algun sitio. Pero es así, está alimentándole a él más de lo que él cree.

El alma

Comprender es una gran maldición pues se experimenta el sentimiento de que todo está permitido. En lo indefinido uno experimenta un estremecimiento sagrado sin dios, casi uno ya no tiene nada que perder. Y eso enseña la poesía también, y tal vez mi inmadurez o ensoñación, por eso no la rechazas del todo.

Mi espíritu de polémica y de renunciación es el eco de tus rabias y de tu resignación.

Me dices que fantaseo o que soy enamoradiza.

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Mi enamoramiento en verdad era lo único noble que él tenía de mí, en cuanto lo perdió, todo lo perdió él.

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Sublimación.-

Lo que hacemos es crear una sublimación.

Creamos fantasías e ilusiones y todavía no nos hemos enfrentado a una prueba real en la vida. Hacemos proyecciones sobre la pareja de la parte oculta de nosotros.

Y luego además está la respuesta química instintiva del amor, el sexo, que es lo que suele predominar también cuando somos jóvenes, más que la evaluación objetiva de la otra persona.

Si el joven es muy idealista -como es tu caso, a veces el caso es el contrario-, lo que haces en esta situación es sublimar la respuesta química instintiva, y sublimarla en amor, precisamente para interceptar el sentimiento, volvemos al principio, para inhibir la fuerte pulsión de la libido.

El miedo a la intimidad

Tememos descubrir la intimidad del otro.

La intimidad asusta a muchos adolescentes y a bastantes adultos. Les resulta más seguro enamorarse de sus proyecciones -pretendemos que el otro es exactamente lo que nosotros queremos que sea- o intentar convertirse en la proyección de la pareja: si pretendemos ser lo que él o ella desea, es probable que no deje nunca de querernos. En ambos casos no existe una intimidad real y evitamos ver partes de nosotros que nos asustan o desagradan. La debilidad, la inmadurez, la inexperiencia sexual o emocional, todo sale a la luz en una relación íntima.

Cada descubrimiento acerca del otro da cancha a la realidad para hacer añicos nuestra fantasía. Cualquier cosa que la persona diga o haga de forma diferente a la imaginada por nosotros destruye nuestro mundo inventado. Demasiada fantasía proyectada en el otro resulta incompatible con una relación de amor. Una mirada objetiva y una buena dosis de sentido del humor ayudan a poner las cosas en perspectiva.

La pareja y la adolescencia:

La proyección.-

La proyección es otro elemento de reconocimiento del otro.

La proyección es otro mecanismo muy habitual en las relaciones humanas. Cuando nos enamoramos a veces reconocemos un elemento de nuestra personalidad en el otro. Inmediatamente proyectamos elementos adicionales e imaginados en el amado: si él nos dice, por ejemplo, que le gusta la literatura, imaginamos que también le ha de gustar la poesía, como a nosotros, y que, por tanto, se trata de un ser tierno y apasionado.

Lo irónico de esta situación es que aunque sentimos amor pasional, en realidad no amamos a la otra persona sino a nuestra parte oculta, a través del amado. Creemos que amamos a la otra persona porque la necesitamos para sentirnos completos. A lo largo de esta relación amorosa podrían ocurrir dos cosas:

-que intentemos agarrarnos a la relación porque necesitamos sentirnos completos, aunque la realidad probablemente rompa la magia y la fantasía. En ese caso intentaremos empezar de nuevo con otra persona similar.

-que intentemos asimilar o expresar aquello que amamos en nuestra pareja (y que nos cuesta manifestar). A medida que integremos los elementos ocultos de nuestra personalidad necesitaremos cada vez menos a nuestra pareja. La viabilidad de la relación dependerá entonces de qué otros elementos nos unen.

Ánima-animus: sentimos amor pasional cuando conocemos a una persona que refleja aquellos elementos que no expresamos de nuestra personalidad. Los hombres se enamoran de una mujer que refleja su ánima, o lado femenino oculto. Las mujeres se enamoran cuando conocen a un hombre que refleja su animus, es decir el lado masculino oculto de su personalidad. Conocer a nuestra ánima o nuestro animus nos hace sentir completos, como si por fin hubiésemos conseguido algo que nos ha faltado toda la vida.

Existen también personas que se empeñan en esperar a la persona “adecuada”. Pasan los años y esta persona nunca llega. O tal vez sí llega, pero no son capaces de reconocerla porque están demasiado inhibidos emocionalmente. Un ejemplo de este tipo de comportamiento se da con relativa frecuencia en la adolescencia, en el amor no correspondido.

Una herramienta eficaz para tener buenas relaciones afectivas es hacer realidad nuestro sueño de vida sin depender de la persona amada.

Un ejemplo es cuando el chico proyecta su ánima sobre una chica, pero ella no hace lo que él espera de ella. La imagen que él tiene de esta chica y la verdadera chica no concuerdan. Esto descoloca al chico, que decide que prefiere querer a su enamorada desde la distancia. La chica no sabe qué pensar: si se interesa por su pretendiente, él se aleja. Si no le hace caso, éste tiene fantasías absurdas acerca de ella. En otras palabras, no quiere estar con una pareja real.

Es decir, evitamos proyectar nuestros deseos de una vida determinada sobre el ser amado. En lugar de esto resulta mucho más eficaz ponerse manos a la obra e intentar llevar a cabo la vida que deseamos por nosotros mismos.

Cuando hayan aprendido a expresarse tal vez ya no se necesiten, podrán emparejarse con alguien que les haga más felices, en cualquier caso si siguen enamorados ya no serán personas dependientes, sino complementarias.

Elsa Punset, Brujula para navegantes emocionales~

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La pareja, cuando se muere la pasión o vivir sin pasión.-

¿Qué pasa hoy día? Pues que vivimos en un mundo si te das cuenta en que lo que queremos es que todo sea muy seguro.

Y entonces ¿qué pasa en este mundo tan seguro donde no queremos tomar ni un sólo riesgo, donde realmente el placer es rey pero nada más?

Bueno realmente a base de distraernos, de pasárnoslo bien, perdemos la pasión.

Vivir sin pasión creo que es una característica de nuestro siglo. Que realmente hemos querido vivir tanto y tanto sin tomar un sólo riesgo que vivimos encerrados en nosotros mismos.

La pasión es fundirse con algo que es como mayor que tú ¿no? Y si tú vives en un mundo muy limitado, muy seguro, hecho de pequeñas cosas diarias, pues pierdes esa capacidad. Y yo creo que eso realmente es una de las claves de nuestro tiempo.

A veces los matrimonios o las relaciones de pareja, por ejemplo, se encuentran atrapados en un mundo que no habían imaginado.

A veces una se siente atónita, cuando contempla como muchas parejas que vivían juntas desde el momento que piensan en casarse es cuando empiezan a separarse.

¿Por qué una convivencia legal puede hacer que el amor, el enamoramiento, o bueno la concuspicencia, muera también? Fíjate, yo no creo que ése sea el caso. Que ese sea el tema realmente.

Yo creo que el tema es que dónde buscamos la pasión en esta vida tan segura que nos hemos organizado. La buscamos básicamente en el sexo.

Y ¿qué pasa con la pareja?

Pues que en una pareja de larga duración, en una pareja segura, normalmente el sexo es mucho menos arrollador y apasionado, es decir, se pierde esa pasión. Se gana una complicidad, si todo va bien se gana un amor muy estable, se gana mucha seguridad, de nuevo.

Pero ahí no está realmente esa sensación de vivir peligrosamente con tu marido, con tu mujer estable.

¿Es que a lo mejor vivir peligrosamente es también una utopía, no? Es posible y lo podemos plantear. ¿Oye hace falta irse a Paris o a Nueva York o irse lejos a otro sitio para ser feliz?

Pero fíjate que dentro de esta especie de utopía en que pensamos que dentro de la pareja está el único lugar realmente apasionado de nuestras vidas lo que hacemos es caer en la dependencia emocional. Y es tremendo porque lo que ocurre entonces es que le pedimos a la otra persona que nos dé lo que no tenemos.

Es un poco lo que le pasa a la protagonista de la película “Revolutionary Road”, ella no puede ser actriz y entonces de alguna forma tiene que conseguir que su marido haga realidad sus sueños y si él no quiere ¿en qué se convierte él? en un verdugo, ella en una víctima, él en un verdugo, que es una dinámica típica de las relaciones de pareja.

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¿Qué pasa? Que nadie quiere ser verdugo, nadie quiere ser víctima, pero si realmente pones tu felicidad en manos de los demás y esperas que los demás cumplan ese sueño para ti, entonces entras en esa dinámica tan peligrosa del verdugo y de la víctima, que es tan destructiva para la pareja.

Ella sacrifica sus sueños, para su vida, para casarse, para tener hijos. Y es que ella no consigue ser actriz. Eso es otra cosa de la pasión.

Vivir la pasión en la vida:

¿Solamente podemos vivir la pasión en la vida a través de la realización creativa? Es decir, hay que ser un genio, un gran actor, un gran pintor? ¿No hay otros talentos en la vida? Vivir bien, amar a los demás bien, dar lo que tienes, no lo que no tienes ¿no?, saber que es lo que tienes que dar a los demás y vivir eso intensamente.

¿Eso no podría ser una cosa apasionada en la vida de las personas? ¿Por qué solamente la pasión parece que es para unos pocos?

Ella, en la película, está muy frustrada porque no puede ser actriz, pero realmente no intenta nada más.

Hay un hombre que trepa como un mono ¿no?, y además es una cosa, es un hombre que sufre de vértigo, bueno, y le preguntaban: “Y bueno ¿por qué hace usted algo tan peligroso?”, porque se juega la vida cada vez, y él contestó: “Cuando uno necesita hacer algo así para sentirse vivo es porque dentro algo está realmente muerto”.

Cuando uno se arriesga tanto es porque la vida necesita esa excitación, para seguir viviendo, fíjate qué frase, porque te sientes muy muerto por dentro.

¿Por qué no aprendemos a ver la plenitud, la contundencia de la vida en otras cosas?, no solamente en lo que nos dicen que vale la pena, no solamente en ser un gran algo a los ojos de los demás, de alguna forma siempre es como vivir de las expectativas de los demás, de lo que los demás nos dicen que te da plenitud.

La plenitud está en mil otros lugares pero no sabemos encontrarlo.

(Elsa Punset, entrevista en Afectos en la noche).
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La fecha de caducidad propia del amor:

No podemos controlar todos los aspectos del amor. No podemos vivir de espaldas al hecho de que es un sentimiento que responde a una realidad evolutiva y que su dimensión pasional tiene una fecha de caducidad que nos enfrenta tarde o temprano a revisar la letra pequeña de nuestra convivencia.

Aprender debería aplicarse a todo, en cualquier momento. Aprender -transformarse, evolucionar- es la base del fluir de la vida. Da sentido a nuestras experiencias. En el amor nos enfrentamos a los brotes de posesividad que implican una falta de respeto a la libertad del otro; a la obsesión, que nos impide ver la realidad y nos encierra en un mundo subjetivo; al deseo de controlar y de dominar, porque nos da la sensación de ser menos vulnerables; a las trampas múltiples que nos tiende el ego, que quiere utilizar al otro para sentirse mejor.

La manipulación:

La manipulación de la pareja a través de la palabra, las emociones, los contratos legales, los hijos… son una tentación constante para aquellos que no han reflexionado acerca del amor y que no se han preparado para ello. Y sus consecuencias no son sólo nefastas para la persona amada y la relación de pareja, sino que impiden la transformación de uno mismo y arrastra una carga de sufrimiento personal estéril y dolorosa. A veces el amor es tan excesivo que marca, o incluso rompe psíquicamente a la persona que lo padece.

Colaborar con estos rasgos y convertirlos en herramientas que trabajan a nuestro favor puede ayudar a que el amor no se convierta en una experiencia dolorosa y desconcertante.

Podemos revisar algunos credos, a menudo equivocados, que lastran nuestras expectativas y nos impiden disfrutar del amor cuando éste llega a nuestras vidas.
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El amor en realidad es una extraña forma de intuición

La gente subestima gravemente el amor cuando afirma que el amor es ciego, en el sentido de que los enamorados no ven de manera objetiva al otro. En realidad el amor es una extraña forma de intuición. El amor verdadero y recíproco -no la fantasía amorosa que nos “cuelga” de alguien- nos permite ver al otro sin juzgarlo, traspasando las barreras de la coraza del ego. Cuando miramos a alguien con amor vemos más allá de las interferencias de su ego.

Desde el amor incondicional a otra persona lo que captamos en realidad es el potencial positivo de esa persona. Vemos, o más bien intuimos, lo que esta persona podría llegar a ser sin las interferencias de sus patrones emocionales negativos y de su ego. Goethe lo describía diciendo: “Trata a las personas como si fueran lo que deberían ser, y ayúdalas a convertirse en lo que son capaces de ser”.

Cuando amamos a alguien y esa persona percibe nuestro amor incondicional se siente plenamente aceptada. Esa aceptación del otro, que percibimos a través del amor incondicional, da fuerzas al que es amado para creer en sí mismo y abre de golpe canales de expresión de la persona.

El amor es el reconocimiento del potencial del amado y actúa como una energía que transforma. La mirada y el amor del otro nos dan vida y nos ayudan a transformarnos. Por eso la persona enamorada irradia esta seguridad al mundo exterior: los enamorados “brillan”. El amor del otro les ayuda a creer en sí mismos.

Es el mecanismo similar entre padres e hijos:

El mecanismo es similar entre padres e hijos: cuando el amor que ofrecen los padres es incondicional y, por tanto, no proyectan sus expectativas y miedos en el hijo, perciben intuitivamente el potencial de cada niño con claridad, y pueden ayudar a cada niño a realizar este potencial. El amor incondicional implica la aceptación total de la persona amada, adulto o niño. Ese sentimiento no se puede fingir. Es un magnífico regalo que damos a los seres que amamos: creemos en ellos y les amamos tal y como son, esperando naturalmente lo mejor de ellos. Esta visión es un reto que les ayuda a expresar lo más positivo que hay en ellos.

Si comprendemos que la fuerza del amor radica en mantener esta visión positiva del otro, evitaremos caer en la crítica y en el reproche constantes. Tal vez por ello dicen algunos psicólogos que el desprecio de la pareja es la muerte del amor. Cuando perdemos la visión positiva de la pareja perdemos el sentimiento de amor incondicional que sentimos por ella.

Si queremos evitar dañar nuestra relación afectiva y lastrar la confianza y autoestima del otro, hay que procurar no caer en las actitudes que implican desprecio hacia la pareja. Existen indicios recurrentes que indican que una relación entra en una fase difícil: la crítica constante al otro, el desprecio, estar a la defensiva frente a la pareja y finalmente la cerrazón emocional. La crítica y el desprecio no son compatibles con el amor. El desprecio mata el amor.

Aprender a amar y a ser amado de forma incondicional es una de las herramientas más poderosas que existen de transformación personal y de reconciliación de una persona consigo misma.

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Sobre las parejas de ahora y sobre la monogamia secuencial.

María dice:
Creo que este modelo que estamos viendo en la actualidad, genera demasiado gasto energetico en nuestra estructura. Siguiendo las pautas de conducta de los paises nordicos,donde las familias son monoparentales, no podemos olvidadr que el mayor indice de suicidios tambien los tienen ellos, no sabemos si esto influye en el ánimo de sus habitantes o es debido al clima, pero no cabe duda que un estabilidad en al pareja, genera más felicidad y equilibrio.(Seligman. Estudios sobre la felicidad) (J.A. Marina. Rompecabezas de la sexualidad)

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