sábado, 11 de diciembre de 2010

la relacion mental emocional

Hola, cómo estás? Espero que estés bien y estés pasando un buen día con tu niña.

AQuí mientras escribía en un bar café ha estado una niña llorando diciendo "no quiero" "no quiero" que parece que se moría, pero bueno despues se calmó.

Y mientras yo he estado escribiendo.

mira te envío un texto de Elsa sobre el amor, en realidad está citado del libro que tu tienes, en el capitulo que se llama "las emmociones del resto del mundo", pues el ultimo subcapitulo. Y dice así, te lo dejo por si te viene bien leer algo:

El amor es un instinto que todos poseemos pero para el que no estamos todos igualmente dotados. Algunos aman con naturalidad, sin demasiado esfuerzo ni dolor.. Pero casi todos podemos aprender a amar mejor. Como todos los aprendizajes, el amor exige esfuerzo, disciplina y ciertos conocimientos. El camino de la transformación a través del amor es doblemente complicado porque requiere superar instintos básicos que surgen de forma natural con el sentimiento del amor, entre ellos la impulsividad y el deseo de amar libremente, sin coartadas, porque asumimos que las emociones “son lo que son” y que no hace falta trabajar en ellas.

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Todavía sorprende que cada vez se crea menos en el amor. El amor es una fantasía, se dice. A veces se vive a caballo entre un cómodo cinismo y la esperanza secreta de que al fin y al cabo el amor pudiera ser verdad, aunque hacen poco por que el milagro les ocurra a ellos.. Para algunos el amor es un sentimiento que muere cuando se agota el deseo. Para otros exige un esfuerzo de entrega y de dedicación que no compensa la pérdida de la libertad individual.

Otros lo consideran un sueño más grande que la realidad y se han resignado a una convivencia con altibajos con su pareja estable: sin pasión, pero con la suficiente estabilidad para poder criar a sus hijos.

Otros muchos tiran la toalla y a pesar de los remordimientos por los hijos comunes, deciden intentarlo de nuevo con una nueva perja. Al cabo de un tiempo, a juzgar por las cifras de divorcio en los segundos matrimonios, la mayoría estará en una situación similar a la anterior.

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El amor romántico, dice la antropóloga Helen Fisher, de la Universidad de Rutgers, Estados Unidos, no es una emoción. Es más bien “un sistema de motivación, un impulso que forma parte del sistema de recompensa del cerebro” El cerebro, en función de cómo transcurre la relación amorosa, une al impulso a una serie de emociones. La corteza prefrontal acumula los datos, los organiza y pone en pie estrategias para fomentar la relación amorosa.

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Si tratamos el amor -la relación mental, emocional y sexual íntima entre dos personas- como algo parecido al consumo de una droga, algo que produce un subidón químico emocionante aunque irracional, no deberá extrañarnos que el final del amor se parezca tanto a una mañana de resaca.

Con la diferencia de que la resaca es meramente desagradable y pasa con una aspirina yunas horas de sueño. El desamor, en cambio, puede resultar mucho más doloroso y desconcertante y deja secuelas de cinismo y desconfiana para el futuro.

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La doctora Fisher divide el amor en tres categorías relacionadas con distintos circuitos cerebrales:

el deseo sexual, fomentado por andrógenos y estrógenos;

la atracción (el amor romántico o apasionado), caracterizado por la auforia cuando todo va bien, cambios de humor acentuados cuando las cosas se tuercen, pensamientos obsesivos y un deseo intenso de estar con la persona amada, todo ello impulsado por altos niveles de dopamina y norepinefrina y bajos niveles de serotonina;

y el apego sereno, que se siente por un compañero estable, acompañado de las hormonas oxitocina y vasopresina.

En general, el amor apasionado suele mutar químicamentee hacia el sentimiento de tranquilidad y sosiego de las relaciones estables.

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En el amor nos enfrentamos a los brotes de posesividad que implican una falta de respeto a la libertad del otro; a la obsesión que nos impide ver la realidad y nos encierra en un mundo subjetivo; al deseo de controlar y de dominar, porque nos da la sensación de ser menos vulnerables; a las trampas múltiples que nos tiende el ego, que quiere utilizar al otro para sentirse mejor. La manipulación de la pareja a través de la palabra, las emociones, los contratos legales, los hijos... son una tentación constante, para aquellos que no han reflexionado acerca del amor y que no se han preparado para ello. Y sus consecuencias no son sólo nefastas para la persona amada y la relación de pareja, sino que impiden la transformación de uno mismo y arrastran una carga de sufrimiento personal estéril y dolorosa. A veces ese dolor es tan excesivo que marca o incluso rompe psíquicamente a la persona que lo padece.

Colaborar con estos rasgos y convertirlos en herramientas que trabajan a nuestro favor puede ayudar a que el amor no se convierta en una experiencia dolorosa y desconcertante. Podemos revisar algunos credos, a menudo equivocados, que lastran nuestras expectativas y nos impiden disfrutar del amor cuando éste llega a nuestras vidas.

Elsa Punset

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Te dejo nuevamente con un texto de Elsa, y es que me resulta reconfortante para pensar, aunque últimamente parece que sea más meditar lo que podemos hacer o al menos puedo hacer yo en la vida para sostenerla. A veces es muy difícil decir en voz alta lo que sentimos y no sé si nos dolerá lo que nos callamos, pero es así. Y nuestros momentos en la vida son un encuentro que debemos aprovechar con la verdad.

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Bueno, cuídate mucho, besitos!!!!!!

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