lunes, 20 de diciembre de 2010

idea de alma y cuerpo, el alma griega

Según distintos momentos de la Historia, el alma se ha enlazado preferentemente con una zona del universo y ha estado relacionada con las otras cosas que en el hombre no son alma. Atrayente sería ir descubriendo el alma dejando aparte por el momento lo que ha dicho el intelecto acerca del alma que cae bajo él. Descubrir esas razones del corazón, que el corazón mismo ha encontrado, aprovechando su soledad y abandono.
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Esto que se llama “psique”, que se llama alma ¿qué se ha hecho con ella? Se encargó a la psicología científica de su estudio. Y al alma aplicó la psicología sus métodos cientificos. ¿Qué hemos sabido de sus resultados?
En realidad, quedaba el alma como un reto. Por una parte la Razón del hombre alumbraba la naturaleza; por otra, la razón fundaba el carácter trascendente del hombre, su ser y su libertad. Pero entre la naturaleza y el yo del idealismo, quedaba ese trozo del cosmos en el hombre que se ha llamado “alma”.
En Grecia encontramos los oráculos, que nos hablan del alma o al menos aluden a ella. ¿Qué son los oráculos en la vida griega? Si la Filosofía de Thales comienza con su pregunta: ¿qué son las cosas?, el oráculo vendrá a llenar la necesidad de esta otra pregunta: ¿Qué soy yo?, ¿cuál es mi destino?, ¿qué tengo que hacer ante tal o cual situación? Y vemos hasta a Sócrates consultando el oráculo de Delfos, le oímos escuchando su “daimon” interior. Iban los griegos a consultar al Dios habitante del santuario, breve templo que no separaba a la deidad del paisaje que rodeaba; preguntaba al Dios y se entregaba a una orgía de purificación.
El alma griega, cuando comenzaba a sentirse separada del cosmos, acude en los misterios de Eleusis y en culto a Dionysos buscando una reconciliación, con la esperanza de librarse de sus dolores; también con la alegría de quien se reencuentra con sus orígenes. Orgía, purificación, abandono por un momento de los dolores de la naciente soledad.
El romántico, por el contrario, no pretende sumergirse en lo dionisíaco de la naturaleza, sino que se enlaza con lo plástico de ella. Busca el ímpetu, sí, pero en la figura traspasada por él. El romántico enlaza su alma con la naturaleza para llenarla de ella, para dejarla empapada como en esas noches de luna, que tanto gustaban describir.
Pero el oráculo significaba otra cosa en su dirección de la “catharsis” órfica y de la orgía. Era más bien una ansiedad del alma por lo racional, una esperanza de salir de la duda más que de librarse de los dolores, de resolver la indecisión del individuo ante los asuntos de la vida: un afán de conocerse para saber qué hacer. Precursores del “conócete a ti mismo” socrático.
Entre el yo y el fuera de la naturaleza se interpone lo que llamamos alma. Ya hemos observado brevísimamente de qué diferente manera el alma se ha buscado a sí misma a través de la naturaleza en las religiones de Grecia y en el arte romántico. Pero también se ha dicho: “Dios está en el fondo del alma”
Se ha predicado insistentemente del alma la pureza, la transparencia. ¿No indicará este hondo anhelo humano de “catharsis”, este perenne deseo de poseer un alma clara y transparente, alguna honda necesidad? Transparente es algo que decimos en alabanza de un cristal, por ejemplo, de una cosa que es el medio para dejar pasar otra. Y no es condición contraria, la profundidad, cualidad que igualmente adjudicamos a un alma superior. Un alma clara y profunda… ¿para qué última función de su vida necesita el hombre el tenerla?, ¿qué tiene que dejar pasar el alma a través de su transparencia, qué hondas raíces tiene que albergar en su profundidad?
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Amor y conocimiento, esclavitud y alma, y despertar por la filosofía salvadora
El alma lo que se entiende por alma humana, ha sido siempre esclava y a la vez no quiere otra cosa. Mientras el hombre no se quede totalmente desalmado subsiste algo de esta esclavitud.
Y sin embargo, no podemos permanecer en esta esclavitud. Al menos un día en Grecia, se decidió dejar de estar sumido en ella; dejar de vivir pasivamente bajo el juego terrible de ángeles y demonios.
El alma griega también antes de que comenzara la Filosofía, estaba sumida en la esclavitud. Por eso “el mundo estaba lleno de ángeles y demonios”, como decía Aristóteles, refiriéndose a Thales. Y el mismo Thales aún creía que todo estaba penetrado de almas. Dos siglos después, en tiempo de Demócrito, todo estará vacío. Antes de que el demonio de la Filosofía, el extraño demonio que hizo huir a todos los demás, tomara posesión del hombre, la tierra estaba llena de Dioses, de ángeles; estaba habitada y llena de sentido. Porque basta quedar prendido en la confianza, basta esclavizarse en la adoración, para que todo comience a animarse, y comencemos a recibir mensajeros. Ángeles y demonios son el sentido de las cosas más allá de ellas mismas, la fuerza inexplicable y eficiente, las fuerzas de su estado de pureza y son l apureza y la unidad del ser de cada cosa que desprendiéndose de ella la anuncia y hace visible a las demás; su idea y su virtud.
El que seamos, tengamos que se inexorablmente esclavos de algo, es una verdad encubierta por el horror y por la belleza. Horror y sublimidad que la han encerrado sin permitir que se muestre desnudamente. Ya que en unos casos ha sido atribuida sin más, al abuso de poder, a esa capacidad ilimitada de aplastamiento y destrucción de que hace uso el hombre para otro hombre, y que sólo puede fructificar sobre la falta de reconocimiento, sobre el no saberse semejante. En el otro, a la sublimidad del amor, al amor llevado a su extremo, en algunas almas, cuyo secreto, según las creencias dominantes de la época, se ha interpretado de diversa manera. Mas, lo cierto es que ambas situaciones extremas se dan sobre la condición esencial de la vida humana de ser esclava siempre de algo en alguna manera.
La confianza llevada a su plenitud trae este aquietamiento del ánimo, esta suspensión y olvido que es el umbral de la esclavitud. Y cuando somos esclavos el mundo se ofrece en su máxima plenitud y riqueza.
Pero muchas cosas nos engañan. Engaño que es la experiencia necesaria para que algo se transforme en objeto. El objeto, quiere decir, según es sabido, algo frente a nosotros, algo que tiene independencia, que se ha desprendido de nosotros y existe desde sí mismo.
Al despertar del engaño producido por las apariencias es cuando realmente encontramos los objetos, cosa que, como se sabe, no todos los hombres ni todas la culturas han sabido ni querido hacer. Grecia es también en esto nuestro origen, pues sus pensadores elevaron la realidad a objeto, más allá de las fantasmagóricas apariencias, en vez de relegarla definitivamente al reinado de las sombras. La historia de este proceso, tan dramático y aun conmovedor, por ser uno de los mayores actos de generosidad que el hombre haya realizado en su historia, es en realidad, la historia de la Filosofía griega desde Parménides a Plotino.
Hay una objetividad en crisis, objetividad quizá muy pulida y acabada por el trabajo del pensamiento, que ya no es el depósito de la esperanza, ni promete ese nuevo engendramiento de que hemos hablado. Hay instantes de disolución de toda objetividad en que el hombre ya no acepta nada, ni se hace solidario de cosa alguna.
No permite que nada permanezca y sea verdaderamente, porque ya no quiere esclavizarse. Y toda objetividad nos esclaviza de algún modo. Son los más terribles conflictos, éstos que tienen lugar entre la objetividad ya establecida razonablemente y la esperanza. La esperanza por la que quiere realizarse nuestro inacabado ser.
Se trata de la relación entre amor y conocimiento, sobre la cual poco se ha dicho desde Platón. Y en definitiva lo que él nos dice vendría a ser que el enamorarse de un ser concreto, de un semejante, sería la experiencia necesaria para llegar a encontrar las ideas, el conocimiento de la verdadera realidad: la realidad invulnerable.
Y parece ser de esta manera. Es el género de amor que funda las ideas -ideas que nos dan la máxima objetividad-, un amor formado en un fracaso de la realidad inmediata, y que ante él no sucumbre sino que se afirma y extrema y quiere encontrar una realidad que no puede ser vencida, a cubierto de todos los riesgos, aun de los que puede sobrevenirle a causa de nuestra condición.
Sobre esta escondida fuerza religiosa, sobre esta esperanza que engendra nuestras creencias, creencias en que se afirma un orden del mundo, en que la realidad oscura ha adquirido transparencia, permanencia y sentido, surge la Filosofía. Y Filosofía es razón, lo fue al menos en su comienzo. Y éste es el drama.
Están en crisis la esperanza y la objetividad; también la Filosofía y la Religión. Porque Filosofía y Religión se vienen disputando la realización de las esperanzas humanas. La Filosofía ha sido tradicionalmente razón, el intento de hacer el mundo habitable, rebajando de las esperanzas humanas su delirio, para lograr en cambio aquello que es posible: “la posibilidad” de que tanto habla la Filosofía, en la que quizá tenga su íntimo sentido. Filosofía es, ha sido más que nada, “entrar en razón”, como lo entiende el pueblo, al menso el pueblo español que entiende por Filosofía lo que llega después de la ilusión desenfrenada, la medicina amarga y saludable.
Filosofía medicinal, que no es siempre la Filosofía, pues hay otra, que lejos de querer moderar la esperanza, ha sido su depositaria en algún momento. Tratándose de Grecia, la ha sometido siempre a razón; tal Platóny Plotino. Filosofía salvadora de la esperanza, de salvar el mundo por la justificación de las apariencias, y de engendrar por entero al hombre en la inmortalidad del alma.
Hay una Filosofía del renacer, dudamos que la haya del desnacimiento. Lo que las separa es el cómo, la manera como acogen la esperanza y prometen cumplirla. Y este cómo es lo más grave, tan grave, que ciertas esperanzas, las más entrañables y verdaderas, han podido por ello, quedar al margen de la Filosofía.
Porque la historia es una lucha entre el desengaño y la esperanza, entre realidades posibles y ensueños imposibles, entre medida y delirio. Pero a veces, es la razón la que delira.
Cuando se llega a la embriaguez del delirio se hace necesario despertar, volver a despertar. El despertar de la filosofía fue primariamente “entrar en razón”. Mas cuando la razón se ha embriagado, el despertar es “entrar en realidad”; tal vez sea por el momento hacer memoria, hacer historia, recoger de las tribulaciones, la experiencia.
Véase también sobre el alma y el cuerpo, en Bergson y María Zambrano:
Según María Zambrano el amor nos ha salvado de la dispersión de la carne:
El amor se ha salvado por su “idea”, es decir, por su unidad. Se ha salvado porque partiendo de la dispersión de la carne lleva a la unidad del conocimiento, porque su ímpetu racional es divino ya que hacia lo divino asciende. La idea primera que del amor se crea, es ya mística. Por eso es un gran error lo que tantas veces se ha dicho: que el amor místico es un trasunto del amor carnal tal y como se da. Es todo lo contrario: el amor carnal, el amor entre los sexos, ha vivido “culturalmente”, es decir, en su expresión, bajo la idea del Amor platónico que es ya mística. Y en las épocas en que el amor ha sido una fuerza social, en esos brillantes momentos del final de la Edad Media y del Renacimiento, todo enamorado manifestaba su amor en términos platónicos, más o menos, y lo que es más grave: si así lo decía el enamorado era porque él mismo así lo sentía, porque así se lo decía a sí mismo. Y así era. Gracias al platonismo el amor ha tenido categoría intelectual y social. Se ha podido amar sin que sea un hecho escandaloso”.
Ahora llevo con la filosofía de Bergson horas y comprendo que es difícil, porque quizás lo que él llama las representaciones que nos hacemos de la realidad, por un idealismo, no puede excusar de la materia ni la mente en su extensión puede excusar de la actividad cerebral y del cerebro, en lo que tiene de función orgánica.
Pero necesito volver a este lenguaje para explicarme más cosas del mecanicismo humano, de la libertad, de lo que somos en suma, qué es esto de un cuerpo, y por qué no lo tratamos bien, por qué tanta locura.
Hay como un destino fatal; no sé si son contradictorios opuestos los que se atraen, dualidades que hay pero no dicotómicas sino complementarias, creo que hay también cierta necesidad, no es sólo azar, en buscarse, por eso surgen las aventuras, un affair fue solo al parecer lo de Virginia, lo dificil a veces es encontrar una estabilidad ante dos mundos diversos, pero siempre puede haber comunicación que es de lo que se trata.
Yo no sé si perder la cabeza, pero las personas digamos que son estudiosas pueden ser débiles con otras que no lo son, y por ello mismo todavía más las que son orgullosas, en este caso, caen en más errores tal vez.
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Pero sigo con María Zambrano para ver aquí una idea de salvación, en la idea de cuerpo y alma.
Agradezcamos a Platón El Banquete, Fedro. Por ellos el amor quedó a salvo de su total destrucción. En el ascetismo dominante que enlazó filosofía griega y religión cristiana, el amor y su culto, la religión del amor, la antigua religión del amor, de los misterios, tuvo un lugar. Por el pensamiento platónico, no solamente se unen filosofía griega y cristianismo, sino la religión del amor y del alma, que bajo diversos nombres existía, y el cristianismo. Sin este pensamiento mediador hubiera quedado completamente aniquilada, oculta, y tal vez, produciendo graves trastornos con inexplicables apariciones parciales y desesperadas.”
Con esto está logrado lo que parecía más imposible, la generalización de lo sensible. Lo sensible era contrario y rebelde a la unidad, unidad en que, una vez hallada, participan todas las cosas que antes veíamos dispersas, cada una viviendo por sí. Por la belleza se ha logrado esta unidad. El mundo sensible ha encontrado su salvación, pero más todavía, el amor a la belleza sensible, el amor nacido en la dispersión de la carne”.
Y ahora, después de leer El Banquete, se presenta la duda de que haya, en realidad, dos caminos de salvación: el de la dialéctica y el del amor, esta otra dialéctica amorosa, esta purificación del alma dentro del amor mismo, sin que sea menester su aniquilación”.
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Más sobre el pensamiento platónico y la idea del alma como ascetismo, recuperada así por otras culturas:
Es muy importante este texto y lo que dice María Zambrano, sin duda, la dependencia del amor respecto de la idea mística, y sobre todo, respecto de la cultura, sea religiosa o filosófica. Creo que de aquí se extrae una nueva forma de entenderlo que quizás hoy día nos pasa desapercibido, porque vivimos bajo una inmediatidad, que hace que toda concepción filosófica desaparezca, pero es todo lo contrario, esto forma parte de nuestras concepciones y todavía tenemos que ver remotas raíces en esto que dice aquí María Zambrano, acerca de la salvación de la idea del amor.
Voy a rescatar otro texto de ella en que pone de relieve que no es la religión sino la filosofía de Platón bajo la idea de ascetismo y del mito órfico lo que hace que se salve la idea unificadora del Amor:
“Porque el cristianismo, religión triunfante que ha vivido en la cultura triunfante de occidente, anuló a algunas religiones anteriores, cuyo rastro no tiene hoy forma, ni nombre, pero que sin duda, se entrelazan con la religión católica que tuvo la flexibilidad de absorber las particularidades en donde las había. Y hay sin duda cultos olvidados a deidades desconocidas que viven obscuramente bajo otros nombres. Así hubiera pasado con el amor, de no haber mediado el pensamiento realmente mediador de Platón”.
Y más adelante dirá: “Y este ascetismo había de ser el lazo más fuerte y profundo que se tendiera entre religión cristiana y pensamiento griego. Y si en alguna parte el ascetismo se dibujaba con mayor firmeza y claridad, no cabe duda que era en el pensamiento platónico tan vivo y creciente en el momento en que el cristianismo aparecía”.
Luego después intenta justificar este ascetismo platónico, que significa ante todo la Dialéctica, no en un conocimiento sino en recobrar la “naturaleza humana”, rescatar el alma, lo que hace Platón es teología y mística. Sin querer ser poesía, que María Zambrano dice que es el vivir según la carne o más bien vivir en la carne, la filosofía se justificaba en querer separarse de ella, de lo que dirá en Fedón, la locura del cuerpo, y de una sabiduría también para morir, esto es así. En cierta manera no hay contraposición, es más bien una mística dirá María Zambrano, es la violencia misma que engendra la filosofía, y la misma violencia o angustia que engendra la poesía al verse presa de la carne. Hay como dos saberes que se pretenden conciliar a través de la dialéctica o de una mística, un ejercicio, que al mismo tiempo acerque a la naturaleza humana y no nos aleje de ella.
El pueblo griego no rechazó la idea del cuerpo cuando San Pablo intentó explicar su doctrina, sino más bien la idea de la resurrección de la carne, esto es lo que no entendió. Sin embargo, sí dice María Zambrano, el pueblo griego necesitaba de alguna idea que le hiciese separarse del cuerpo, de la propia condenación en que la poesía caía, esto no lo rechazó el griego. Lo que hizo Platón es fundamentar todas esas ideas órficas que ya circulaban antiguamente, y les dio luz y también habló del conocimiento y del mito de la Caverna. A partir de ahí, es cuando se crea la “teoría del alma”, que hoy podemos interpretar a la luz de los nuevos conocimientos con escepticismo, pero desde luego, también se ve que la mente, el cerebro, son nuevos conceptos que hoy vienen también a rescatar esta teoría, al mismo tiempo que su lazo y la interconexión que hay entre cuerpo y alma, que es la idea de nuevo que reaparece, desde que inicié el tema con Henry Bergson, y que también enlazaba con la forma de escribir aquí de Virginia Woolf.

Fíjese también lo que dice María Zambrano:
“Si Platón condena las pasiones es sencillamente porque quiere salvar la sede donde las pasiones se asientan, porque quiere salvar el alma. Y de antiguo, parece que germinaba este concepto salvar el alma. Y no ciertamente en los poetas, sino entre ciertos círculos religiosos que ya hemos mentado. Platón parece ser su instrumento, quien racionalizó y por tanto, dio seguridad a estos anhelos, un tanto delirantes. Llevó la seguridad del pensamiento -ser, unidad, idea- a lo que latía como gemido, como ansia irrenunciable en los cultos órficos y dionisíacos. Por primera vez se pensó claramente sobre lo que tan osbcuramente se sentía. Los símbolos se tornaron en pensamientos claros y a los misterios sucedieron las ideas. Matemática y anhelo irracional se unieron por primera vez. Platón hizo teología”.
Bueno, pues esta idea de unir los símbolos, de ver con claridad los anhelos, de unir alma y cuerpo, creo que vuelve otra vez, porque estamos pasando tiempos en que necesitamos dar claridad a muchos de estos anhelos y no lo conseguimos por falta de seguridad y de afirmación, tal vez porque estamos viviendo unos momentos no de mucha libertad o de muchas experiencias, sino más bien de falta de raíces con el pensamiento humano y con la historia, donde hemos perdido bastante la noción de nuestra cutura y de la memoria cultural.

Esto también es muy importante insistir, mirad en otro texto de María Zambrano:
“’En el amor está la cuestión verdadera. El amor es cosa de la carne; es ella la que desea y agoniza en el amor, la que por él quiere afirmarse ante la muerte. La carne por sí misma, vive en la dispersión; mas por el amor se redime, pues busca la unidad. El amor es la unidad de la dispersión carnal, y la razón de la “locura del cuerpo”. Así lo da a entender Platón, por dos caminos: el de la belleza y el de la creación. El primero en el Fedro, el segundo en El Banquete. Belleza y creación son la redención de la carne mediante el amor’”

Otro texto que he encontrado en este caso de Jose Luis Sampedro, lo dice de un modo más actual:
“’El machismo solo siente el amor como un anejo al sexo pero es al revés el “sexo es dependencia del amor”, una expresión, una caricia. ¡El dichoso orgullo masculino! La potencia, la procreación, el amor es más que eso, no lo necesita, yo no quiero hijos y si los quisiera los adoptaría.’”
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Más sobre reivindicación del amor:
El amor se ha salvado por su idea, por su unidad, esto es lo que le debemos a Platón, que la religión cristiana, hubiera aniquilado todo vestigio de carne, por la idea de pecado y de caridad, es así, pero en Platón todavía no se roza esta idea, lo que pasa es que este filósofo se interpreta mal, porque su pensamiento ha hecho mucho daño también pero más al sistema político que a otra cosa, en este caso, es el aristotelismo o neoaristotelismo mal entendido lo que yo he denunciado aquí, por su comunitarismo cerrado.
Platón se puede poner a la misma altura que un Lao Tsé, que un filósofo antiguo, en él la mística o visión ya he procurado señalar que no está en un conocimiento, y sobre esto no voy a discutir, él intenta rescatar la sede de las pasiones humanas, salvarla, no aniquilarla, y acercarse a la naturaleza humana, es cierto que estamos en un momento de la filosofía que se separa de la poesía homérica y otras poesías griegas y que es una filosofía que está llena de mitos, de fábulas, de enseñanas órficas y religiosas, no podemos pretender de esta filosofía sacar ciencia.
Pero la interpretación de María Zambrano, queriendo ver en el amor platónico en punto de enlace que salva al amor de pervivir dentro del amor cristiano me parece una interpretación muy plausible y no sé en qué manera personal suya, porque despues habla de otras épocas del Renacimiento en que el amor sigue vivo debido a esa raíz, y esto ya es conocido por los estudios filológicos de la época.
No puedo estar de acuerdo con tu discutibilidad, no hemos venido a discutir, porque hemos venido a sentir y Platón en este terreno es un filósofo que no destruye el sentir y la mística o su delirio, es como una primera violencia pero que tiene mucho de inocente de querer ser ante todo y nada más, establecer ya todo lo demás como patológico me parece una exageración.
El amor es un sentimiento hermoso, pero no me gusta la expresión de “es o no es”, tal vez porque ultimamente la han usado conmigo para echarme hacia atrás, porque me parecía racista, así es como yo lo sentí cuando me lo dijeron. En cierta manera Platón cuando se le ha acusado de un mal que es el del idealismo, de una forma de racismo, sí, vamos a decirlo claramente, pero aquí, “es o no es”, el amor es mucho más que eso y Platón es mucho más que una idea de pureza o de raza, es mucho más, creo que ante todo, es la idea unificadora del amor, es unidad, y eso es lo que lo salva. La gente que dice que “no es” es porque no sabe nada del amor, esa sí es la gente que aniquila, la gente que divide entre uno y otro, aquí es donde nace el odio y la violencia siempre. Y Platón, ¿dónde está su división? Yo no la veo, intenta rescatar a Sócrates de la oscuridad de la Caverna, intenta rescatar el conocimiento vivo no el muerto, intenta rescatar las ideas órficas y pitagóricas porque están en el uso y en el subconsciente de su cultura y darle razón; ahí es donde ganó la batalla Platón, en querer conciliar la razón con la naturaleza humana, lo consiguió a su modo, y todavía estamos en el intento a decir verdad, pero sólo por eso, él lo ganó, porque nos puso en el camino de la filosofía.
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Henry Bergson:
Quiero traer por eso algo aquí de la filosofía de Henry Bergson, es uno de los primeros intelectuales que se dan cuenta de que si ha habido algún error en la filosofía racionalista hasta los tiempos ha sido el de separar el alma y el cuerpo como si fueran cosas distintas y no lo son, aun sin caer en un materialismo reduccionista, porque este autor no hace eso, sino que busca conciliar ambos, ni siquiera Spinoza hizo eso con su mecanicismo universal, no, no es eso. Y Virginia Woolf toma la infuencia y la dirección de esta autor que no desprecia para nada el cuerpo, ni la sensualidad, ni las formas del cuerpo, sino que todo confluye como iremos viendo a partir de ahora, presentamos a este autor que influyó en Virginia, como también traeremos a otras filósofas mujeres en quien esta autora influyó también.
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“Al lado del cuerpo que está confinado al momento presente en el tiempo y limitado al lugar que ocupa en el espacio, que se conduce como un autómata y reacciona mecánicamente a las influencias exteriores, captamos algo que se extiende mucho más allá del cuerpo en el espacio y que perdura en el tiempo, algo que reclama o impone al cuerpo movimientos ya no automáticos y previstos, sino imprevisibles y libres: eso que desborda el cuerpo por todos lados y que crea actos recreándose a sí mismo continuamente es el “yo”, es el “alma”, es el espíritu -siendo precisamente el espíritu una fuerza que puede sacar de sí misma más de lo que contiene, devolver más de lo que recibe, dar más de lo que tiene. Esto es lo que creemos ver. Tal es la apariencia.”~
Henry Bergson, El alma y el cuerpo, Conferencia pronunciada en Foi et Vie en 1912

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