Allí, a los paraísos fiscales, van a llevar su dinero los traficantes de cocaína, los promotores inmobiliarios, los políticos corruptos y toda clase de delincuentes; pero no sólo ellos, cualquiera de nosotros, además de forma legal, puede llevar sus ahorros a un paraíso fiscal y eludir la mayor parte de los impuestos. Claro que si tienes mucho dinero hacerlo te resultará facilísimo y si eres un modesto ahorrador casi imposible. ¡Ya se sabe!: lo de siempre.
Casi cada país tiene sus paraísos fiscales, en un ejercicio de hipocresía institucional de tamaño descomunal. Se estima que albergan una cuarta parte de la riqueza mundial. Si esta gente pagara impuestos en sus países de origen, con ese dinero, se podrían atender a todos los compromisos del milenio auspiciados por la ONU para desterrar la pobreza del planeta de los que hemos hablado profusamente en este blog.
La OCDE, que ha tratado de combatir el fenómeno pero con escaso éxito, tiene identificados treinta y tres paraísos que al menos “hacen esfuerzos de intercambio de información” mientras que cinco -Andorra, Liberia, Liechtenstein, Islas Marshall y Mónaco - ni eso “son absolutamente refractarios”. La ONU tiene identificados casi 80.
Ahora, con la crisis -no hay mal que por bien no venga-, Nicolas Sarkozy, presidente de Francia y presidente de turno de la Unión Europea, con el apoyo, esta vez sí, de Alemania, insta a tomar medidas urgentes contra las zonas offshore, o paraísos fiscales: “propongo un sistema muy simple, que ninguna institución financiera escape a la supervisión y a la regulación. Los agujeros negros de los paraísos fiscales deberían dejar de existir”.
Si lo hacen podremos empezar a confiar en su voluntad de arreglar esto.
¡Basta ya de hipocresía institucional! Hay que acabar con todos los refugios de los golfos.
Pero, ¿será verdad?
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