martes, 14 de diciembre de 2010

la tiranía de la felicidad

Y con el tema de las emociones, como hasta ahora durante siglos, eran un agujero negro que había unas estructuras sociales, estructuras religiosas, muy férreas digamos, que nos decían qué lugar debíamos ocupar en el mundo y cómo controlar, que no gestionar, estas emociones, nos hemos acostumbrados a que aquello era un agujero negro, pero no es así, un niño tiene que aprender a expresar la ira, por ejemplo, la ira es una emoción considerada negativa, sin embargo, es el germen de la justicia social, sin ira no defendemos aquello que nos importa, pero claro hay que expresar la ira de una forma constructiva, y luego está la tristeza, la tristeza es algo que nos acompaña a lo largo de la vida, no podemos estar siempre arriba en el sitio de la luz, de vez en cuando hay que bajar a la oscuridad, transformar lo que haga falta transformar y seguir la vida, y sin embargo ¿qué hacen los padres generalmente o qué hacemos las personas cuando nos sentimos tristes? Distraernos, decir: “eso no importa, no te preocupes”, “vamos a hacer juntos algo y nos olvidamos de esto”. Bueno, eso no es una buena idea, la tristeza hay que enfrentarse a ella, comprenderla, encontrar soluciones, desarrollar un vocabulario emocional. Todo eso es lo que podemos hacer y deberíamos hacer todos con nuestros hijos cuando son pequeños.
Si desde pequeños se aprenden pautas negativas por las emociones negativas cuando se llega a la edad adulta habría que desaprender ciertas experiencias o ciertas actitudes que han sido aprendidas en el pasado.

Sí, eso es lo maravilloso de lo que nos está diciendo la ciencia.

En Europa hay esta obsesión con la juventud y parece como si no pudiésemos cambiar a lo largo de la edad adulta y sin embargo la transformación es vida, hay que seguir transformándose a lo largo de toda la vida y hay muchos patrones que hemos aprendido en nuestra infancia de los que tenemos que desembarazarnos cuando somos jóvenes, hay ropa con las que nos han vestido, en general, con la mejor intención, nos han dicho que éramos de una cierta manera, nos han dicho que podríamos hacer ciertas cosas y no podíamos hacer otras, porque no éramos capaces, y vivimos arrastrando un poco estas carencias; entonces en un momento dado hay que saber mirarse a uno mismo y quitarse, desprender, no solamente decir ¿qué he aprendido hoy? ¿no? Sino decir ¿qué he desaprendido hoy que no me sirve ya para el momento de la vida en el que estoy?
Antes he dicho: estamos programados no para ser felices sino para sobrevivir, sin embargo, la felicidad es el anhelo universal.

Sí, a veces se llama “la tiranía de la felicidad”, porque por desgracia realmente el tipo de felicidad que estamos ofreciendo hoy en día en nuestras sociedades de consumo, es una felicidad casi adictiva que se compone de muchos pequeños placeres repetidos y de ahí estamos jugando con lo que son los circuitos de recompensa del cerebro que funciona como en cualquier drogadicción, es decir, hacemos algo que nos gusta y lo repetimos hasta la saciedad pero claro lo malo de la drogadicción es que cada vez necesitamos repetirlo más y más y nunca es suficiente y esto crea mucha frustración.

A veces, me dicen: pero ¿entonces dónde está la felicidad? La felicidad está donde cada uno quiera buscarla, lo que está claro es que ese patrón de felicidad adictiva no funciona, no está haciendo felices a las personas, nos lo están diciendo las grandes cifras de enfermedades mentales. Y lo vemos en la vida diaria. Y además los expertos nos están diciendo, las cosas materiales, incluso la etnia, la educación, cosas que pensamos que eran muy importantes en la felicidad, son muy importantes hasta un punto. Es decir, el dinero pues hasta poder vivir confortablemente pero a partir de ese punto tiene muy poca importancia.

Lo que realmente tiene importancia son las relaciones con los demás, son los afectos, y ese es un terreno para el que tampoco nos preparan, no nos explican que hay un aprendizaje emocional, una forma de amar a los demás que es mucho más satisfactoria que otras. Nos lanzan al terreno del amor y del desamor sin prepararnos, a todo el mundo les afecta el amor y el desamor, nadie nos ha enseñado a enfrentarnos al amor, así que es un aprendizaje empírico, de cada uno.
Yo no lo entiendo, cuando pasé el primer desamor, como le pasa a todo el mundo, los expertos han calculado que un 95 % de personas va a sufrir este trauma del desamor y realmente es tremendo que no nos dan herramientas para enfrentarnos a ellos, y ¿qué herramientas nos pueden dar? La primera herramienta es aprender primero a expresarse, a expresar las emociones, a relacionarnos con los demás, por ejemplo, entre hombres y mujeres, donde ocurren las relaciones amorosas, sentimos lo mismo y a veces les parece que no y ¿por qué?, porque las expresamos de forma distinta, lo primero sería ayudar a los niños a tener un vocabulario emocional rico, para que las mujeres no nos quejemos siempre de que los hombres parecen que no nos quieren, porque expresan las cosas de otra manera, porque evolutivamente los hombres iban a cazar y tenían que abandonar a sus mujeres y a sus hijos en el poblado, y ellos lo que realmente les venía bien era ser muy fuertes, fuertes hasta la dureza, ignorar sus emociones, sus sentimientos de amor.

En cambio, las mujeres se quedaban en el poblado con el niño y ellas desarrollaban lo que llamamos la empatía que es la primera emoción social y que es básica de cara a relacionarnos con los demás. Y ella tenían que entender lo que quería el niño, un niño que no hablaba, entonces las mujeres realmente conseguimos descrifrar las emociones mejor que los hombres, bueno, pues yo creo que los hombres tienen que sumarse a este comprender, a este expresar las emociones libremente. A ellos les han enseñado que la emoción es debilidad y la emoción no es debilidad, entonces en el terreno del amor ya poder contar con esta expresión libre de la emoción sin miedo, ya sería un primer paso que ayudaría mucho. Y luego pues toda una serie de proyecciones, de dependencias que desarrollamos en las relaciones de amor, que son negativas, que no sirven de nada, y luego hay todo el tema evolutivo del amor, que nos expliquen para qué sirve el amor.

El amor pasional no estaba pensado para durar años y años, y eso crea mucha frustración en las personas, tenemos que saber que hay etapas, etapas en las que conoces a alguien, formas el nido, crías a tus hijos, y luego tienes que volver a negociar un poco tus márgenes de libertad individual, y eso a las personas les da mucho miedo. Nos agarramos a la vida del otro, avasallamos la vida del otro como si nos perteneciese, y las personas no nos pertenecen, compartimos un proyecto de vida, convivimos, nos invitan a compartir su proyecto de vida, pero no hay que agarrarse a las personas como si fuesen mesas o sillas y sentirse desvalidos si esas personas luego no están ahí para nosotros.

Básicamente queremos todas las personas que nos quieran, generar afectos, y hacemos desde niños muchas cosas para ganarnos el afecto de los padres o de los demás. Y parece que si no nos lo dan hay un desvalimiento absoluto, por eso, no estamos programados parece para que no nos quieran.
No, estamos programados para que nos quieran, porque nosotros venimos de nuevo es evolutivo, de una manada, y el que se salía de la manada probablemente moría, necesitamos que los demás nos quieran, esto es una necesidad vital.

Entonces qué ocurre, que casi todos los mecanismos educativos se han basado sobre esta necesidad de cariño, sobre todo, del niño, y hemos pasado por etapas de educación y de relaciones entre nosotros mismos muy jerárquicas y muy autoritarias, justamente porque los niños aceptan cualquier cosa con tal de que sus padres los quieran, y realmente no es bueno esto, porque desde ese punto de vista tan autoritario lo que hacemos es despojar al otro del derecho a pensar y a sentir lo que le parece adecuado, le decimos cómo tiene que sentir, cómo tiene que pensar, y ¿qué está pasando ahora? Que los padres en general se están pasando a una educación tremendamente permisiva, pensando que así no van a dañar a su hijo, que van a respetar la integridad del niño, y por desgracia eso tampoco funciona así, Y es uno de los temas que trato en la primera parte del libro, los padres tienen que saber que podemos aceptar y debemos aceptar al niño incondicionalmente como es, no debemos esperar que sea otra cosa, el niño viene como es y tenemos que quererle alto, guapo, menos guapo, no importa. Y los padres tienden a proyectar muchos deseos sobre los hijos, y sin embargo no tenemos por qué aceptar todos “sus actos”. Los niños necesitan límites, necesitan que les ayudemos aencontrar esos límites. Necesitan que les ayudemos a gestionar sus emociones, a saber cómo salir del dolor, a saber cómo fomentar las emociones positivas, a tener “aficiones” que es una cosa que falta mucho en la juventud de hoy en día, a trabajar para los demás, a hacer trabajos sociales, a responsabilizarse de sus estudios, de la vida de los demás, a contribuir. Pues eso, no está ahora mismo contemplado dentro de la educación permisiva que estamos dando a nuestros hijos y es una pena porque tienen un potencial maravilloso de lo que podían estar ofreciendo a los demás a través de la naturaleza, el deporte, el arte, el trabajo social.
Y realmente lo que hacemos es dejarles que entre ellos hagan lo que quieran, y no, yo creoq ue va a haber muchos cambios en la forma de ver el ocio, y que vamos a tener que ayudar a los jóvenes a desarrollar ese sentido pertenencial, los límites son necesarios, la disciplina bien entendida también, claro, vivimos en sociedad, son necesarios para la vida, pero son cuestiones que se han abolido para mucha gente, la disciplina y los límites se acabaron, claro por eso, porque realmente hemos pasado de un extremo autoritario a un extremo permisivo, yo creo que la gestión emocional nos va a ayudar a ver qué necesitamos realmente, es decir, qué no podemos abolir del todo, sabemos por ejemplo que el autocontrol es uno de los factores que determinan más fácilmente el éxito que va a tener una persona en su vida.

Qué pasa con un exceso de autocontrol, una persona que realmente controla mucho sus metas, sus emociones, no impide que eta persona tenga éxito -todo lo contrario-, estas personas tienen mucho éxito, pero no resulta muy atractivo para los demás, estas personas generalmente tienen menos afectos en sus vidas.

Tampoco se trata de convertirse en personas controladoras, sino de ser capaces de marcarse metas, de no renunciar a los sueños de uno y de saber que para cumplir un sueño estamos hechos de emociones y de sueños, pues necesitamos dar unos pasos, hacer el esfuerzo que requiere la consecución de cualquier sueño.

Entonces ahí es donde podemos ayudar a los niños en la infancia, a ser emocionalmente inteligentes. Y los adultos que no hayamos tenido esa suerte, pues afortunadamente siempre estamos a tiempo del aprendizaje de la introspección y de la comprensión de nuestra propia infancia y de mejorar drásticamente nuestra vida.

Nunca es tarde.

Daniel Golleman, él abrió puertas al hablar de la inteligencia emocional, nos alertó de que estamos dando toda la importancia al cociente intelectual pero que hay un cociente emocional que probablemente sea incluso más importante para nuestra felicidad. Su trabajo con los monjes es apasionante, los monjes lo que nos demuestran es hasta qué punto somos capaces de abolir las emociones negativas, de gestionarlas realmente, retener sólo lo que nos sirve de ellas y de potenciar las emociones positivas. Muestran mediciones en niveles de felicidad algunos de estos monjes extraordinarias, monjes que no tienen nada, tibetanos, budistas que vienen de todo el mundo, no tienen nada. Tienen esta capacidad de parar las espirales de las emociones negativas y de sumergirse y recrearse y crear las emociones positivas.
Eso es muy bonito cuando lo ves, y cada día se está estudiando más, en Wisconsin hay un equipo que se dedica a estos estudios, son apasionantes, nos demuestran que sólo con unas emociones podemos ser muy felices.
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