Retorno al futuro
Juan Tugores Ques - Catedrático de Economía de la UB
Neomercantilismo es una de las denominaciones que se han puesto de moda para calificar, de forma crítica, el papel de China en la economía mundial actual. Trata de calificar la estrategia basada en elevar al máximo las exportaciones y acumular reservas exteriores, utilizándolas para mantener artificialmente infravalorada la moneda, de modo que favorezca la competitividad de sus productos, favoreciendo así a la industria y la generación de empleo. Es un epíteto que se contrapone - o al menos se superpone-al papel de "motor" de la economía mundial, para apuntar a los efectos colaterales negativos sobre el resto de la economía mundial, ahora más delicados dado que no se trata ya de que las aplique un país periférico sino una potencia con aspiraciones de liderazgo.
Pero no se trata de una novedad histórica. Francia e Inglaterra, entre otros, utilizaron esquemas no muy diferentes para fundamentar su progreso en los siglos XVII y XVIII y consolidar posiciones en el concierto internacional. Regímenes políticos absolutistas o autocráticos tienen más fácil implementar estas políticas, aunque el grado de "ilustrado" del despotismo de turno se nota en la capacidad para distribuir los beneficios entre sectores más o menos amplios de la población o por el contrario concentrarlos en las élites vinculadas al poder. Los mercantilismos europeos tuvieron problemas no sólo - o no tanto-cuando "enriquecer el reino" fracasó, sino cuando la distribución de los beneficios se percibió como abusivamente injusta, dando lugar a reformas y revoluciones que iniciaron avances hacia formas más amplias de democracia. ¿Qué sucederá en Asia?
Curiosamente, hacia esas mismas épocas, según los datos cuidadosamente recopilados por Maddison, el peso de China en el PIB mundial era, en 1700, similar al de Estados Unidos en la actualidad. Y parecido entonces al del conjunto Europa Occidental… y al de India. El continente asiático suponía más de la mitad del PIB mundial. Posteriormente, la pérdida del tren de la revolución industrial y sus enormes ganancias de productividad les fue haciendo perder posiciones, hasta los mínimos de mediados del siglo XX. Tal vez denominarlas como "emergentes" ha sido un error asociado a la corta memoria histórica de los países occidentales.
Para China e India, la dinámica de los últimos tiempos - y de los próximos-no es "emerger" desde posiciones marginales sino simplemente recuperar el papel central que tuvieron de forma destacada durante siglos y cuya pérdida habría sido sólo un pequeño accidente durante apenas un centenar largo de años. Tal vez la distribución del poder económico y político mundial se parezca más a mediados del siglo XXI a la existente hace 300 años que a la de mediados del siglo XX. Para que algunos duden de que realmente estamos ante cambios y retos de alcance histórico…
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