jueves, 21 de enero de 2010

para ahuyentar la tristeza

Para ahuyentar la tristeza

A Michael Steger, psicólogo de la Universidad de Lousville, en Estados Unidos, le llamaron la atención las distintas formas en las que las personas llevan sus vidas. Algunos se sacrifican abiertamente por el bienestar de los demás, otros se centran con determinación en perseguir sólo su diversión. ¿Qué tipo de comportamiento, se preguntó Steger, resulta más satisfactorio? ¿La búsqueda del boen o la del placer? La respuesta fue que a mayor número de actividades significativas, mayor felicidad y sensación de que la vida tenía un sentido. Curiosamente, las actividades hedonistas no incrementan la sensación de felicidad. “A menudo pensamos que la felicidad viene de conseguir cosas para uno mismo”, dice Richard Ryan, psicólogo de la Universidad de Rochester. “Paradójicamente, es probable que sea más satisfactorio dar que recibir. Es un mensaje importante en una cultura que suele transmitir el mensaje contrario”.

Otro dato interesante llega de la mano de unos estudios recientes: “Para maximizar la felicidad, conviene elegir los cambios intencionados en lugar de los cambios circunstanciales”, asegura Richard Wiseman, el catedrático británico especializado en la comprensión pública de la psicología. El cambio circunstancial es aquel que implica un cambio importante en nuestras circunstancias vitales; por ejemplo,cambiar de casa, un aumento de sueldo o la compra de un coche. El cambio intencionado, sin embargo, describe el esfuerzo por conquistar una meta o empezar una nueva actividad; por ejemplo, hacerse miembro de un club, empezar un hobby, cambiar de carrera... Las personas experimentan una subida notable en su nivel de felicidad ante ambos tipos de cambios, circunstanciales e intencionados. Pero aquellos que viven un cambio circunstancial regresan muy pronto al punto inicial o nodal, de felicidad; en cambio, las personas embarcadas en cambios intencionados mantienen el nuevo nivel de felicidad durante un tiempo mucho más prolongado.

Los expertos achacan esta diferencia a lo que denominan habituación hedonística; es decir, a lo fácil que resulta acostumbrarse a las cosas buenas que acompañan los cambios circunstanciales positivos. El cambio intencionado logra evitar esta trampa porque siembra el horizonte de cambios psicológicos continuados. Todo no se centra en un solo objeto de deseo, sino en un camino entero por recorrer. “Haz el esfuerzo de empezar un nuevo hobby, un proyecto importante, o prueba algún deporte que nunca antes has intentado”, dice Wiseman. Eso sí, recalca: “Elige actividades que vayan bien con tu personalidad tus valores y tus habilidades”.
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