Cuando me obligué a mí misma a escribir Flush, el dolor de cabeza volvió, por primera vez en el pasado otoño. ¿Por qué los Pargiter hacen saltar mi corazón; y por qué Flush me agarrota el pescuezo? ¿Qué relaciones guarda el cerebro con el cuerpo? Nadie, en Harley Street, lo ha podido explicar, pero los síntomas son puramente físicos, y tan diferentes como un libro lo es del otro.
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Virginia Woolf, Diarios
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